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David S. Broder

Un camino mejor a las buenas intenciones

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WASHINGTON -- Lo que empezó siendo una iniciativa bienintencionada destinada a bregar con las consecuencias del miserable fallo del Supremo que amplía la influencia de los grupos de interés en las campañas electorales ha terminado siendo un agitado caos para los Demócratas. Hay una forma mejor de hacer las cosas.

Esto es lo sucedido. En enero, la sala de justicia, en un fallo por mayoría simple de los magistrados, descubría nuevos derechos de corporaciones y sindicatos a gastar sumas ilimitadas en sus propios anuncios a favor o en contra de los candidatos federales. La ampliación de los privilegios amparados en la Primera Enmienda a estos grupos, que históricamente tenían prohibido destinar sus fondos a la política, amenaza con inundar las campañas de dinero externo.

En lugar de atacar el fallo frontalmente, cosa que exigiría una enmienda constitucional, el Presidente Obama ha dado su apoyo tácito a una legislación que impone elevados requisitos publicitarios a aquellos que ejerzan el derecho. Tendrán que dar a conocer los nombres de los donantes importantes, y hacer constar su apoyo personal en sus anuncios.

Muchos de los colectivos sin ánimo de lucro afectados protestaron, pero ninguno se mostró más inflexible que la Asociación Nacional del Rifle. Su amenaza de trabajar en contra de cualquiera que vote a favor del anteproyecto, sumada a la oposición del Partido Republicano, resultó ser más de lo que los Demócratas podían soportar. Así que el Representante de Maryland Chris Van Hollen, modificando el anteproyecto, desplazó el objetivo a segundo plano y redactó una exención destinada a la Asociación Nacional del Rifle -- que también exime, por pura casualidad, a la Asociación Nacional de Jubilados AARP.

Se abrió la caja de los truenos. Algunos izquierdistas denunciaban el trato preferente a la Asociación del Rifle mientras otros se unían a Van Hollen para decir que menos da una piedra. Cuando la presión se volvió demasiado insoportable, Van Hollen volvió a maniobrar, ampliando esta vez el grupo de organizaciones que se benefician de la exención a las organizaciones de 500.000 miembros, en lugar de 1 millón. La transparencia fue sacrificada en aras de los votos. Y una vez más los legisladores Demócratas se disponen a intentar aprobar el anteproyecto.

El Congreso puede hacer mejores cosas que aprobar una legislación que pone un listón a Amigos de la Tierra y un estándar más cómodo a la Asociación del Rifle. Michael Malbin, director ejecutivo del colectivo independiente Instituto de Financiación de Campañas, defiende el abandono de la respuesta regulatoria al fallo del Supremo en favor de una estrategia de competencias.

Malbin es partidario de la transparencia, pero teniendo en cuenta las maniobras alambicadas que se han visto obligados a realizar en busca de votos en el Congreso, él defiende un enfoque nuevo.

Como demostró la campaña de Obama, Internet ha generado un potencial de financiación masiva de campañas electorales a base de donaciones pequeñas. No hay muchos Obama, pero otros candidatos pueden sentirse motivados para buscar tales donaciones gracias a una legislación que remata con fondos públicos los fondos de las donaciones pequeñas.

El modelo de Malbin es el sistema de la ciudad de Nueva York, con un mecanismo seis a uno para los primeros 175 dólares de cada donación que proporciona 1.225 dólares al candidato.

Con ese tipo de rentabilidades, dice, los candidatos tienen todos los incentivos para buscar pequeños donantes -- y prestar menos atención a los grandes. Y con el flujo de tal dinero "limpio", las cantidades que corporaciones y sindicatos decidan gastar en el juego se vuelven relativamente menos importantes.

No es una solución completa, pero saca al gobierno del espinoso negocio de fijar un conjunto de normas para algunos grupos y declarar exentos a otros de esos mismos reglamentos.

El Senador de Illinois Dick Durbin ha presentado una legislación que crea esta clase de sistema de armonización de pequeñas donaciones, financiado a través de un pequeño sobrecargo en las licencias públicas. Hasta el momento no ha llegado lejos.

Este Tribunal Supremo ha demostrado su hostilidad incluso hacia las regulaciones de financiación de campañas más veteranas, que sostiene vulneran el principio de la libertad de expresión de las opiniones políticas. Pero nadie puede poner pegas a las legislaciones diseñadas para estimular las pequeñas donaciones voluntarias como fórmula de participación política.

En algún Congreso futuro, éste podría ser el enfoque. Entonces no tendremos que ver espectáculos como el que se desarrollaba esta semana en la Cámara.

Un camino mejor a las buenas intenciones

David S. Broder
David S. Broder
domingo, 27 de junio de 2010, 05:12 h (CET)
WASHINGTON -- Lo que empezó siendo una iniciativa bienintencionada destinada a bregar con las consecuencias del miserable fallo del Supremo que amplía la influencia de los grupos de interés en las campañas electorales ha terminado siendo un agitado caos para los Demócratas. Hay una forma mejor de hacer las cosas.

Esto es lo sucedido. En enero, la sala de justicia, en un fallo por mayoría simple de los magistrados, descubría nuevos derechos de corporaciones y sindicatos a gastar sumas ilimitadas en sus propios anuncios a favor o en contra de los candidatos federales. La ampliación de los privilegios amparados en la Primera Enmienda a estos grupos, que históricamente tenían prohibido destinar sus fondos a la política, amenaza con inundar las campañas de dinero externo.

En lugar de atacar el fallo frontalmente, cosa que exigiría una enmienda constitucional, el Presidente Obama ha dado su apoyo tácito a una legislación que impone elevados requisitos publicitarios a aquellos que ejerzan el derecho. Tendrán que dar a conocer los nombres de los donantes importantes, y hacer constar su apoyo personal en sus anuncios.

Muchos de los colectivos sin ánimo de lucro afectados protestaron, pero ninguno se mostró más inflexible que la Asociación Nacional del Rifle. Su amenaza de trabajar en contra de cualquiera que vote a favor del anteproyecto, sumada a la oposición del Partido Republicano, resultó ser más de lo que los Demócratas podían soportar. Así que el Representante de Maryland Chris Van Hollen, modificando el anteproyecto, desplazó el objetivo a segundo plano y redactó una exención destinada a la Asociación Nacional del Rifle -- que también exime, por pura casualidad, a la Asociación Nacional de Jubilados AARP.

Se abrió la caja de los truenos. Algunos izquierdistas denunciaban el trato preferente a la Asociación del Rifle mientras otros se unían a Van Hollen para decir que menos da una piedra. Cuando la presión se volvió demasiado insoportable, Van Hollen volvió a maniobrar, ampliando esta vez el grupo de organizaciones que se benefician de la exención a las organizaciones de 500.000 miembros, en lugar de 1 millón. La transparencia fue sacrificada en aras de los votos. Y una vez más los legisladores Demócratas se disponen a intentar aprobar el anteproyecto.

El Congreso puede hacer mejores cosas que aprobar una legislación que pone un listón a Amigos de la Tierra y un estándar más cómodo a la Asociación del Rifle. Michael Malbin, director ejecutivo del colectivo independiente Instituto de Financiación de Campañas, defiende el abandono de la respuesta regulatoria al fallo del Supremo en favor de una estrategia de competencias.

Malbin es partidario de la transparencia, pero teniendo en cuenta las maniobras alambicadas que se han visto obligados a realizar en busca de votos en el Congreso, él defiende un enfoque nuevo.

Como demostró la campaña de Obama, Internet ha generado un potencial de financiación masiva de campañas electorales a base de donaciones pequeñas. No hay muchos Obama, pero otros candidatos pueden sentirse motivados para buscar tales donaciones gracias a una legislación que remata con fondos públicos los fondos de las donaciones pequeñas.

El modelo de Malbin es el sistema de la ciudad de Nueva York, con un mecanismo seis a uno para los primeros 175 dólares de cada donación que proporciona 1.225 dólares al candidato.

Con ese tipo de rentabilidades, dice, los candidatos tienen todos los incentivos para buscar pequeños donantes -- y prestar menos atención a los grandes. Y con el flujo de tal dinero "limpio", las cantidades que corporaciones y sindicatos decidan gastar en el juego se vuelven relativamente menos importantes.

No es una solución completa, pero saca al gobierno del espinoso negocio de fijar un conjunto de normas para algunos grupos y declarar exentos a otros de esos mismos reglamentos.

El Senador de Illinois Dick Durbin ha presentado una legislación que crea esta clase de sistema de armonización de pequeñas donaciones, financiado a través de un pequeño sobrecargo en las licencias públicas. Hasta el momento no ha llegado lejos.

Este Tribunal Supremo ha demostrado su hostilidad incluso hacia las regulaciones de financiación de campañas más veteranas, que sostiene vulneran el principio de la libertad de expresión de las opiniones políticas. Pero nadie puede poner pegas a las legislaciones diseñadas para estimular las pequeñas donaciones voluntarias como fórmula de participación política.

En algún Congreso futuro, éste podría ser el enfoque. Entonces no tendremos que ver espectáculos como el que se desarrollaba esta semana en la Cámara.

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