La presión arterial que una mujer tiene antes de quedarse embarazada puede estar relacionada con el sexo del bebé, tal y como ha mostrado una investigación realizada por científicos del Hospital Mount Sinai de Toronto (Toronto) y del Instituto de Investigación Lunendfeld-Tanenbaum, publicada en el 'American Journal of Hypertension'.
Para alcanzar esta conclusión, los investigadores reclutaron a 1.411 mujeres de Liuyang (China) para analizar su presión arterial durante 26,3 semanas antes de quedarse embarazadas. Una vez pasado el periodo, nacieron 739 niños y 672 niñas.
De esta forma, los expertos comprobaron que aquellas que tenían una presión arterial más elevada antes de quedarse embarazada tuvieron un niño, mientras que las que la tenían más baja tuvieron niñas.
"Esto sugiere que la presión arterial de una mujer antes del embarazo es un factor previamente no reconocido que está asociado con su probabilidad de entregar a un niño o una niña. Esta visión novedosa puede tener implicaciones tanto para la planificación reproductiva y nuestra comprensión de los mecanismos fundamentales subyacente en la proporción de sexos en los seres humanos", han zanjado los expertos.
La capacidad de energía renovable mantiene su crecimiento en el mundo, pero con una brecha que se amplía entre regiones, por ejemplo entre Asia y África, según se advierte en un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena).
El comité científico de Naciones Unidas ha indicado sobre el calentamiento global que la temperatura media del planeta ha subido 1,2ºC entre los años 2011 y 2020, lo mismo que en los cien años anteriores, radicalizándose especialmente en este siglo y significándose como la década más cálida registrada hasta la fecha. Y muchos eruditos aún son más pesimistas pronosticando que podría acrecentarse en 1,5ºC en las próximas dos décadas, si no se toman medidas rigurosas.
La presencia del plástico en cada rincón del planeta es una de las crisis ambientales más apremiantes de nuestro tiempo. Estos materiales sintéticos persisten durante siglos, fragmentándose en microplásticos que contaminan ecosistemas, ingresan en la cadena alimentaria y plantean interrogantes sobre la salud humana. Ahora, desde la micología nos llega una luz de esperanza: el descubrimiento de hongos con la capacidad de biodegradar algunos tipos de plástico.