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Riesgo pulmonar creciente

Rafael Pérez Ortolá
Rafael Pérez Ortolá
sábado, 8 de mayo de 2010, 06:49 h (CET)
Tiene dos vertientes la amenaza a la que me refiero en el presente comentario. El poco ruido que hace mientras se van fraguando sus desperfectos y la serie de factores que contribuyen a su aumento progresivo entre la población. Destacaré así el papel nocivo de la “Enfermedad pulmonar obstrucitva crónica”, en su nomenclatura científica; a la que solemos citar de manera más sencilla como broncopatía crónica (BC), o denominamos a quienes la sufren como BRONQUÍTICOS CRÓNICOS. Cumple las dos vertientes preocupantes, nos sorprende cuando pasó desapercibida porque no la detectábamos y debido a su aumento originado por factores de siempre (Tabaco) y otros de reciente incremento.

Me baso sobre todo en alguna de las últimas conclusiones de la reunión de neumólogos españoles y en el artículo de Hill y colaboradores, publicado en Abril por la Canadian Medical Association. La extensión de dicha enfermedad por todo el mundo y la gran cantidad de sujetos que la padecen; han motivado una enorme serie de trabajos y publicaciones. Siguiendo estos conocimientos, veremos a continuación como su renovado interés se justifica por tratarse de males EVITABLES en una gran proporción, por los nuevos descubrimientos de cada estudio y porque se pueden habilitar medidas preventivas o mejorar el tratamiento.

Inicialmente se cifra en un 10 % de la población mayor de 40 años, la cantidad de personas afectadas por la BC. No es ninguna bagatela, reclama una mayor atención sobre sus repercusiones. Un análisis exhaustivo, con la máxima extensión e intensidad, pronto descubre casos NO DIAGNOSTICADOS previamente y se elevan los porcentajes de presentación, se sitúan en torno al 21 %; la significación de ese dato refleja un preocupante índice, uno de cada 5 ciudadanos comprendidos en las edades mencionadas es portador de rasgos medibles de BC. No vamos a entrar en los detalles de los métodos utilizados para los diagnósticos, de momento nos clarifican la prevalencia e incidencia de esta enfermedad en el grupo heterogéneo estudiado. Con estas perspectivas se deducen las diferentes argumentaciones sobre el proceso.

En este proceso no se producen unas manifestaciones clínicas específicas, los SÍNTOMAS IMPRECISOS vienen a ser los de unos simples catarros de repetición, con tos y flemas en el curso de sus agudizaciones. Cuando se trata de las primeras fases, apenas se notan las molestias; en la medida del deterioro provocado, se acentúan el resto de las señales, sobre todo la dificultad para respirar, la disnea, que alcanza niveles angustiosos. Las lesiones de los pulmones y bronquios, los inutiliza para el ejercicio respiratiorio correcto, y eso genra las alteraciones en la distribución del aire, lo que se mide con las pruebas de función respiratoria, que constituyen uno de los parámetros definidos para la confirmación de la enfermedad. Achaques leves e insignificantes al principio, pero con la debacle final de quien no puede vivir, porque no puede respirar.

Con la EDAD, pocas cosas mejoran, se van asociando las goteras, se acumulan los desperfectos; también en la BC sucede así, la funcionalidad del aparato respiratorio empeora lentamente, con ritmos de diversa aceleración, según las circunstancias de cada paciente. Una de las asociaciones nefastas es la del factor tabáquico, que va minando las defensas del organismo y lesionando las células. Cerca de la mitad de los bronquíticos crónicos han sido o son FUMADORES. No permanecen indemnes en este asunto los fumadores pasivos, sufren también las consecuencias nocivas. Entre los catarrillos desatendidos y repetidos, la carencia de unos diagnósticos precisos y el mencionado elemento de toxicidad, se reúnen los tres pilares básicos, desde los cuales se va ensombreciendo la calidad de vida de los afectados.

A lo largo de su vida, quienes padecen estos trastornos pueden exponerse a determinados AGRAVANTES de cara a la evolución del proceso, bien esporádicos, o lo que sería peor, reiterados a diario. Así, en los trabajos sometidos a cambios bruscos de temperatura, al aire libre, cerca de cámaras frigoríficas, calderas o focos de calor con poca ventilación; propiciadores de los catarros repetitivos. Del mismo modo, la contaminación tóxica de la atmósfera les repercute desfavorablemente. En este apartado se incluyen, desde la carga de polución ambiental a las diversas sustancias químicas contaminantes (Insecticidas, disolventes evaporados, …) o minerales adheridos al polvo aspirado, como sílice o similares. Pese a las medidas de prevención laboral, cuando se toman, nunca se eliminan del todo los componentes agresivos del aire inhalado.

Merece una mención especial la ASOCIACIÓN de varias enfermedades con la BC; se perjudicarán entre sí al confluir sus mecanismos lesionales. El Asma bronquial está muy próximo a la BC, resulta complicado deslindarlos, en las fases de mayor detrioro es francamente difícil; las dos inciden en la peor evolución si se presentan en común. De esa guisa se comporta también el fallo de músculo cardíaco, se ve forzado por el mayor trabajo torácico por las dificultades respiratorias; pero, a su vez, si el corazón no funciona bien, dificulta la respuesta de la circulación sanguínea para susperar las alteraciones broncopulmonares y sus consecuencias. Esa mala relación se aprecia también con la diabetes, antiguas secuelas pulmonares por operaciones o cicatrices, como ocurre con las deficiencias de la movilidad muscular, torácicas sobre todo, originadas por traumatismos o accidentes cerebrovasculares. En suma, con semejante acompañamiento, los resultados siguen caminos peyorativos.

Dado que aún pronostican INCREMENTOS del 15 % en el número de futuros bronquíticos crónicos, el toque de atención parece plenamente justificado. El esmero para la consecución de una detección precoz del cuadro, implica al sector sanitario, en investigación y en asistencia; así como al público en general, para observarse mejor, cuidarse y exigir en consecuencia. Las actuaciones preventivas se deducen directamente de lo expuesto en los párrafos previos; la atención debe aspirar a la eliminación de los elementos contraproducentes (Ambientes, tabaco, tóxicos, otras enfermedades concomitantes). Son los primeros eslabones, necesarios, si queremos aminorar la presencia de BC y sus efectos.

Aunque las fases agudas son las más llamativas, no conviene olvidar que la evolución subyacente de la enfermedad no se detiene, es continuada. Por lo tanto, la atención personal y sanitaria conviene que siga sus pasos. No será suficiente con un pronunciamiento protocolario, con tratamientos o conductas globales. No basta con decir antibióticos sí o no. Eso dependerá de cómo sean las flemas cada día, de los análisis u otras pruebas efectuadas. Es precisa una VALORACIÓN cercana y aplicada. Sin olvidarnos de un complemento muy eficaz en dichos tratamientos, los cuidados de fortalecimiento de la musculatura torácica y su buena movilidad; con los planes y tablas de Rehabilitación aconsejados, pero con marcado énfasis en la CONSTANCIA del interesado, en su renovado interés, tratando de no acomodarse en la tranquila rutina de no esforzarse en los ejercicios.

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No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

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