De todos es sabido que los sindicatos clasistas se han ganado a pulso el desprecio de un amplísimo sector de la ciudadanía. Se lo han ganado por dos motivos fundamentales: por la colaboración permanente con el Gobierno socialista, a pesar de los casi cinco millones de parados, y por el desprecio que han mostrado a la clase trabajadora.
Precisamente, sabiendo que han pasado al rechazo más absoluto, han dejado de preocuparse por los problemas que le son comunes a la ciudadanía. Ya no les interesa el paro, ni el crecimiento del número de parados, ni la reforma financiera, ni la laboral, ni siquiera la I+D+i en la que está instalado el futuro de la sociedad. Ahora les interesan los contenidos de los cuentos infantiles, su carácter sexista, su estructura machista y su blandengue narrativa.
Cenicienta, Blancanieves, la Bruja Coruja y la Bella Durmiente del cuento, entre otras, han sufrido la animadversión y los furibundos ataques de UGT. También hemos visto cómo la ministra de “Igual-Da” apedreaba a Blancanieves y cambiaba el nombre a los ‘hombres pequeños’, impidiendo que estos pudieran participar. Entre unos y otra han hecho el ridículo más sonado.
Ni Cenicienta ni la Bella Durmiente ni la Bruja ni Blancanieves ni los siete enanitos hubieran creído lo que la ciudadanía presenció el pasado día, 7 de marzo. Sin duda, hubieran alucinado, como se dice ahora. El Instituto Sectario de la Mujer y FETE-UGT presentaban en el Ministerio de la ínclita “miembra”, doña Bibiana Aído, una mediocre campaña que llevaba por nombre “Educando en igualdad”.
De repente tuvimos la sensación de estar ante el principal problema de nuestro tiempo: el lenguaje en los cuentos infantiles que todos hemos leído y con los que tantas generaciones tanto han disfrutado. Será cierto que el socialismo tiene mayoría en este país, pero también es verdad que no siempre las mayorías tienen la razón; ahora podemos decir que los mediocres están todos en el mismo lado.
Los cuentos siempre nos ‘traumatizaron’ a los niños, según la ministra de “Igual-Da”, porque el protagonista masculino representaba el papel principal, al igual que las niñas ‘sufrían’, porque su papel era pasivo. ¡Pobres fabulistas del sindicato socialista y del instituto sectario! ¡Cuánto ‘fantasma’ y cuanto ‘payaso’ ha conseguido juntar el Gobierno, únicamente para hacer daño a la ciudadanía!
Al parecer tal iniciativa tenía como cometido lo que ellos entienden por “sensibilización y formación en el ámbito educativo desde la perspectiva de género”. Es evidente que el principal problema de España es la sensibilización de niños y niñas, el vocabulario sexista y de género. Así pretenden lucirse sectores de desalmados, mediocres y titiriteros que ‘maman’ al amparo del Estado y de los presupuestos públicos. Sin duda, estamos presenciando permanentes estupideces desde malos e indefensos asientos.
Seguramente Cenicienta pensó --como lo hemos pensado quienes trabajamos a diario en el mundo de la educación -- lo mismo que confirmó George Clemenceau: “La vida es un espectáculo magnífico, pero tenemos malos asientos y no entendemos lo que estamos presenciando”.
Hoy los bandidos no precisan de los cuentos para darse a conocer; lo hacen desde los sindicatos de clase, el instituto sectario de la mujer, el clan de la ‘zeja’, los cenáculos socialistas o el consejo de ministros. También es verdad que los niños han dejado de ir al circo, porque los ‘payasos’ andan por la calle. Todos mis respetos y reconocimientos para los profesionales de la risa.