¡A vueltas con el famoso pañuelo de esta joven musulmana! Un complemento que, por lo visto, se conoce como “hiyab”, y que implica repercusiones mediáticas impropias de un asunto tan trivial, al menos, que debería serlo. Vamos a ver, digo trivial porque, el darle mayor importancia, no hace más que hacerles propaganda a los señores que han tenido la intención de levantar revuelo con motivo de la, más que razonable, prohibición decidida por el Consejo Escolar del IES Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón de que la niña acuda al colegio cubierta al estilo musulmán. En este caso pueden considerarse dos circunstancias o las dos a la vez: o bien la jovencita de 16 años ha buscado conseguir publicidad del hecho, y todo lo que su padre explica del “desconsuelo” los “lloros” y los “vómitos” que dice que trae a mal traer a su retoño son puro cuento o, y para mí es lo más probable, de motu propio o bien incitado por otros musulmanes interesados en hacer del tema un casus belli, el padre se aprovecha de la ocasión para hacer una montaña que espera vaya creciendo para que el tema del hiyab adquiera mayores proporciones y se eleve a la categoría de problema nacional a efectos de que el Gobierno, a través de sus ministros de Cultura, de Igualdad o incluso de Trabajo, deba tomar cartas en el asunto, para decidir si la susodicha muchacha tiene o no obligación de despojarse del pañuelo que le cubre la cabeza cuando vaya al centro docente en el que recibe educación. Un intento islamista de implantar en España la primera lanza de la reconquista del Al Andalus.
A mi se me ocurre que, lo primero que se debería tener en cuenta para resolver el problema es si, lo que nos vienen repitiendo los socialistas cuando se refieren a la Constitución y a la definición que en ella se hace del Estado, como un estado aconfesional (lo que no significa que España sea un Estado laico como a algunos de izquierdas les gustaría que fuese y, de hecho, actúan como así fuere) va en serio o, sólo utilizan la laicidad para arremeter en contra de la Iglesia católica.. Aconfesional significa que, el Estado, no tiene ninguna religión oficial y se muestra respetuoso con todo tipo de creencias, siempre que ello no signifique que, la práctica de las normas específicas de cada credo, sus objetivos o sus adoctrinamientos, pudieran, de por sí, constituir una infracción de las leyes españolas. En este caso parece que lo oportuno sería recurrir a lo que, en derecho Internacional, se conoce como “principio de reciprocidad”. Ello supone que nuestros ciudadanos en un país de religión musulmana pudieran vestir de forma occidental, llevar crucifijos a la vista, las mujeres llevar el pelo al descubierto, practicar libremente el culto en iglesias cristiana; todo ello sin ser molestados, anatomizados, maltratados o encarcelados. Es decir que gozaran de las mismas libertades que se conceden a los que profesan el Islam en nuestra patria.
No obstante, observamos que, en el caso de los musulmanes, al tratarse el Islam de una religión monoteísta como la nuestra, pero que, a la vez, resulta ser un régimen teocrático, en el que se confunde religión con Estado; existen evidentes discrepancias legislativas, costumbres antagónicas y reglas de conducta incompatibles con lo que se entiende por “reciprocidad”. Las facilidades que se les han dado, en nuestro país, a los musulmanes que residen en é no se compadecen en la rigidez del régimen islámico respecto a nuestros conciudadanos que visitan o viven en aquellos países.. Y ello debería hacernos reflexionar acerca del porqué, en España, se toleran prácticas contrarias a nuestras leyes, como pudieran ser: las violaciones de los derechos individuales de las mujeres; su sumisión incondicional a los hombres; la facultad de los maridos de pegar a sus mujeres y de tratarlas como esclavas; la ablación del clítoris; y otras prácticas que ya fuere en la clandestinidad o ante la pasividad de las autoridades siguen practicando aún y cuando atentan a nuestro sistema jurídico. Españ no puede firmar tratados de reciprocidad con los países árabes cuando es evidente que el trato a los cristianos occidentales no se puede equiparar al que se les da aquí. Es evidente que la ley musulmana contempla preceptos como el que obliga a las mujeres al sometimiento a sus maridos, a tapar su cara, a cubrirse con un velo a usar vestimentas largas etc. que no se pueden compadecer con el sistema de vida de occidente. Por ello, llama mucho la atención y no se puede atribuir más que a la ignorancia propia de su juventud o al deseo de hacerse populares, el hecho de que, algunas de las amigas de la muchacha, que dado lugar al problema, se hayan solidarizado con ella y hayan hecho la payasada de disfrazarse de musulmanas.
Hace ya mucho tiempo que advertimos del peligro de una inmigración “invasiva”.. Muy bien que haya inmigración de personas que puedan aportar algo positivo a nuestro sistema de vida pero, alto, cuidado con aquellos que nos vienen invadiendo, sin integrarse en nuestras costumbres, practicando sus propios usos y siguiendo las fatuas de sus líderes religiosos. Los matrimonios obligados, las ablaciones, los castigos corporales, la aplicación subrepticia de castigos que significan mutilación etc. es algo que es conocido de todas aquellas personas que han tratado con esta etnia. Por otra parte, observamos escandalizados como nuestras reporteras enviadas a Afganistán, Irak o cualquiera de los países árabes de Oriente Medio o del norte de África, se ven obligadas a cubrirse la cabeza, vestir de modo distinto al que es habitual en España y seguir, al pie de la letra, el mandato del Islam de permanecer siempre en una posición subordinada a los hombres. Intente usted hacer una procesión católica en Bagdad, vestir minifalda o exhibir un crucifijo y verá lo pronto que recibirá su “merecido” castigo.
Resulta muy difícil de digerir que nuestro ministro de Cultura, señor Gabilondo, diga que “ante todo está el derecho a ser culturizado”. No señor, ante todo, los extranjeros, deben respetar nuestras leyes, costumbres, culturas y, evidentemente, nuestra Constitución y sus preceptos y, si no están de acuerdo, ¡ancha es Castilla!, que cojan sus bártulos y se vuelvan a sus países de origen. Parece ignorar, el señor Gabilondo, que hay una directiva de la UE, a punto de entrar en vigor, que, contrariamente a la teoría de nuestros gobernantes, obliga a que los inmigrantes indocumentados sean regularizados por el Estado o devueltos a sus lugares de origen. El derecho a la educación es fundamental pero, para ello, quienes quieran ejercerlo deberán aceptar las leyes, hábitos y costumbres del país que los ha acogido. Vean el silencio sospechoso de nuestra ministra de Igualdad, la señora Bibiana Aído. Ella no puede piar, porque todo el castillo armado sobre el feminismo radical, que pretende implantar en España, se le desmoronaría si decidiera respaldar la iniciativa de la niña musulmana, porque supondría aceptar que, en España, hay dos morales y dos feminismos distintos, según las mujeres fueren cristianas o musulmanas.
¿Cómo se compadece que, en España, se hable de machismo y se castiguen los malos tratos y, no obstante los musulmanes puedan practicarlos impunemente?, ¿ o es que hay dos varas de medir según que la religión islámica o la católica? No señores, la nenita esta que se quite el velo, y no sea admitida en ninguna escuela pública española si no acude mostrando su pelo como las demás. O esto o que, los países musulmanes, transijan con nuestra religión en el cumplimiento de los derechos de reciprocidad.
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