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Indicaciones de peligrosidad

Francisco Arias Solís
Redacción
jueves, 15 de abril de 2010, 22:51 h (CET)
Lejías, ácidos, detergentes o plaguicidas son sólo algunos de los productos peligrosos que se pueden encontrar en cualquier hogar. Todos ellos suelen tener además de instrucciones que facilitan su uso adecuado, informaciones sobre los riesgos que conllevan. Sin embargo, una buena parte de los ciudadanos desconoce los símbolos o bien no los identifica claramente. Pero además de estos símbolos, los fabricantes deben incluir las frases obligatorias de advertencias de riesgo, tal como obliga la normativa.

Las casas no son precisamente un oasis exento de riesgo para sus moradores. La mayoría de los accidentes que se producen diariamente tienen lugar en ellas y afecta fundamentalmente a los niños. Entre estos accidentes tienen una gran importancia los provocados por la utilización de productos domésticos peligrosos. Según los datos del Sistema Comunitario de Información sobre Accidentes en el Hogar y del Tiempo de Ocio (EHLASS), el 25% de las hospitalizaciones de accidentes tuvieron como causa las intoxicaciones o envenenamientos. Las mujeres y los niños ente uno y cuatro años, son los principales afectados.

El conocimiento y la precaución son, pues, armas importantes para evitar los riesgos que conlleva el uso de estos productos.

Aunque en el etiquetado de los envases se incluyen las indicaciones de advertencia oportunas, no todo el mundo las conoce o identifica correctamente. Este es al menos el resultado de una encuesta realizada por la Confederación de Organizaciones Familiares de la Comunidad Europea (COFACE) en ocho países europeos. En España la encuesta la realizó la Federación de la Unión Cívica Nacional de las Comunidades y Amas de Hogar de España (UNAE).

De los resultados de la misma destaca que aunque la mayoría de las personas consultadas ha estado en contacto con productos peligrosos e incluso un 8 por ciento declara haber sufrido algún accidente con ellos en los últimos cinco años, sólo el 3 por ciento de los encuestados conoce el significado de todos los símbolos de advertencia de peligro que figuran en el etiquetado de los productos. De cualquier forma, las personas que utilizan más habitualmente estos productos –quienes se ocupan de la casa, cuidan el jardín o se dedican al bricolaje- suelen tener un conocimiento exacto del riesgo que implican estos productos.

Hay, sin embargo, algunos símbolos que sí parecen ser muy conocidos. El 87,4 por ciento reconoce el símbolo de los productos inflamables; el 77,9 por ciento, el de los productos tóxicos y el 73,3 por ciento, el de los corrosivos. Por el lado contrario el símbolo menos conocido es el de los productos que pueden causar irritación.

Este desconocimiento de las indicaciones de peligrosidad coincide con el hecho de que un tercio de las personas cree que las indicaciones de seguridad no permiten hacerse una idea real de los riesgos que entraña el uso de determinados productos y una cuarta parte opina que son difíciles de comprender. Pero, otra parte, casi la mitad considera que estas informaciones son fiables y que son incluso más eficaces que las que se refieren al modo de empleo del producto.

Del estudio también destaca que la mayoría de la gente dice leer las etiquetas en el momento de la compra, pero no las lee cuando se va a utilizar el producto, que es cuando deben tomarse las precauciones fundamentales. Y es que como dijo el poeta: “Cuando estés a mi lado / me leerás lo que ya sabes... / y así se concluirán / de una vez todos mis males”.

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Y digo que es una vergüenza por no decir algo más fuerte y ofensivo para los malditos racistas que están llenando las calles de este precioso y próspero pueblo murciano del odio y la violencia de la que son maestros. Me he decidido a efectuar este comentario a la vista de que los altercados no cesan y las fuerzas de orden público, al menos hasta el domingo pasado, estaban actuando con manos de algodón.

El primer ministro francés, François Bayrou, acaba de anunciar un recorte de 44.000 millones de euros en el Presupuesto de 2025 que presentará el próximo mes de octubre. El recorte afectará al gasto en educación, sanidad, pensiones y ayudas sociales y a la creación de empleo público, aunque no al gasto militar pues. Prácticamente al mismo tiempo, se ha anunciado que este aumentará en 6.000 millones de euros en los próximos dos años.

Es cierto que “el lenguaje está vivo”, que responde al uso que la generalidad hace de él, modelándolo, puliéndolo y “dejando en la cuneta” los términos obsoletos o tan recargados que no cumplen la función necesaria de ayudar a comunicarnos entre nosotros. Pero “una cosa es modernizar la lengua y otra reducir sus posibilidades”.

 
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