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La anacrónica satrapía de un tiranosaurio mediático, que suponía habitar un agujero negro de antimateria que lo exoneraba del paso del tiempo, se acerca a su caótico final

Nada mas poderoso que una idea en su hora

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En Paraguay muchos recuerdan todavía la genial e inolvidable serie de artículos que escribió el laureado escritor paraguayo Augusto Roa Bastos cuando la dictadura de Stroessner, visiblemente conmovida por el contexto internacional desfavorable, empezó a emitir señales de un próximo colapso.

Hoy al nuevo tiranosaurio del Paraguay, Aldo Zucolillo, le corresponde vivir con pocas variantes la misma tragedia de aquel dictador que Roa Bastos calificara como antediluviano y antihumano.

La pérdida gradual del poder es dura para los autoritarios, y Zucolillo está sufriendo el mismo doloroso proceso que experimentara el dictador del Paraguay tres décadas atrás. Como lo escribió un filósofo de la historia, no hay historia nacional en la cual la historia universal juegue un importante papel.

Sucedió con Stroessner, quien acabó siendo el último sobreviviente de un jurásico perimido, cuando la evolución política empezó a barrer con dictadores militares. Hoy sucede con Zucolillo, quien levantó su omnipotencia basándose en un diario capaz de marcar la agenda política, judicial y mediática del Paraguay.

Como Stroessner fuera descripto por Roa Bastos, vientos de fronda están arrancando escamas galoneadas al tiranosaurio de la calle Yegros, que aplasta al pueblo paraguayo desde hace más de cincuenta años. O cincuenta millones de años, lo mismo da.

La inmensa cola dentada del último Tiranosaurio del Paraguay, Zucolillo, va perdiendo día a día a los saurios más pequeños y serviles que tiene todavía amarrados, en tanto otros van partiendo porque así lo dicta otro cruel tirano, que es el tiempo.

El mayor error de quienes se dejan enceguecer por el poder es creerse eternos. Y creer que durando indefinidamente podrán escapar a la suerte fatal de todo tirano, que es autodestruirse.

El anciano tiranosaurio de la calle Yegros, es evidente para todos menos para él mismo, se encuentra dando sus últimas boqueadas. Escribía Roa Bastos refiriéndose a los dictadores anacrónicos que “Estos monstruos antediluvianos, antihumanos, anulan las coordenadas de tiempo y lugar en la pesadilla de pavor que ellos producen”

Pero a pesar del pánico, hay conciencia que las ideas que hoy predominan en la sociedad paraguaya, han superado totalmente las prácticas y métodos de Zucolillo, anclado en el pasado.

Cada vez son menos los lectores de diarios que en Paraguay se ven obligados a creer titulares solo porque los publica tal o cual periódico. Como toda sociedad que aprendió a valorar su libertad, los lectores paraguayos, paulatimnamente van dejando a la vera del camino su fe en las delirantes líneas editoriales de Zucolillo.

Dijo Víctor Hugo que no hay nada más poderoso en este mundo que una idea en su hora. Su frase sería profética, pues precedió a grandes cambios en la Francia de su tiempo.

El mismo destino inexorable, lo correrán los dictadores que usurpando autoridad a quienes fueron electos, todavía pretenden decidir el futuro del Paraguay dictando órdenes que adoptan las formas de titulares periodísticos.

Nada mas poderoso que una idea en su hora

La anacrónica satrapía de un tiranosaurio mediático, que suponía habitar un agujero negro de antimateria que lo exoneraba del paso del tiempo, se acerca a su caótico final
Luis Agüero Wagner
viernes, 23 de septiembre de 2016, 08:52 h (CET)
En Paraguay muchos recuerdan todavía la genial e inolvidable serie de artículos que escribió el laureado escritor paraguayo Augusto Roa Bastos cuando la dictadura de Stroessner, visiblemente conmovida por el contexto internacional desfavorable, empezó a emitir señales de un próximo colapso.

Hoy al nuevo tiranosaurio del Paraguay, Aldo Zucolillo, le corresponde vivir con pocas variantes la misma tragedia de aquel dictador que Roa Bastos calificara como antediluviano y antihumano.

La pérdida gradual del poder es dura para los autoritarios, y Zucolillo está sufriendo el mismo doloroso proceso que experimentara el dictador del Paraguay tres décadas atrás. Como lo escribió un filósofo de la historia, no hay historia nacional en la cual la historia universal juegue un importante papel.

Sucedió con Stroessner, quien acabó siendo el último sobreviviente de un jurásico perimido, cuando la evolución política empezó a barrer con dictadores militares. Hoy sucede con Zucolillo, quien levantó su omnipotencia basándose en un diario capaz de marcar la agenda política, judicial y mediática del Paraguay.

Como Stroessner fuera descripto por Roa Bastos, vientos de fronda están arrancando escamas galoneadas al tiranosaurio de la calle Yegros, que aplasta al pueblo paraguayo desde hace más de cincuenta años. O cincuenta millones de años, lo mismo da.

La inmensa cola dentada del último Tiranosaurio del Paraguay, Zucolillo, va perdiendo día a día a los saurios más pequeños y serviles que tiene todavía amarrados, en tanto otros van partiendo porque así lo dicta otro cruel tirano, que es el tiempo.

El mayor error de quienes se dejan enceguecer por el poder es creerse eternos. Y creer que durando indefinidamente podrán escapar a la suerte fatal de todo tirano, que es autodestruirse.

El anciano tiranosaurio de la calle Yegros, es evidente para todos menos para él mismo, se encuentra dando sus últimas boqueadas. Escribía Roa Bastos refiriéndose a los dictadores anacrónicos que “Estos monstruos antediluvianos, antihumanos, anulan las coordenadas de tiempo y lugar en la pesadilla de pavor que ellos producen”

Pero a pesar del pánico, hay conciencia que las ideas que hoy predominan en la sociedad paraguaya, han superado totalmente las prácticas y métodos de Zucolillo, anclado en el pasado.

Cada vez son menos los lectores de diarios que en Paraguay se ven obligados a creer titulares solo porque los publica tal o cual periódico. Como toda sociedad que aprendió a valorar su libertad, los lectores paraguayos, paulatimnamente van dejando a la vera del camino su fe en las delirantes líneas editoriales de Zucolillo.

Dijo Víctor Hugo que no hay nada más poderoso en este mundo que una idea en su hora. Su frase sería profética, pues precedió a grandes cambios en la Francia de su tiempo.

El mismo destino inexorable, lo correrán los dictadores que usurpando autoridad a quienes fueron electos, todavía pretenden decidir el futuro del Paraguay dictando órdenes que adoptan las formas de titulares periodísticos.

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