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Revuelo sobre el olvido

Rafael Pérez Ortolá
Rafael Pérez Ortolá
domingo, 13 de diciembre de 2009, 09:02 h (CET)
El olvido es un auténtico río, como se encargó de dibujarnos la mitología; son muchas las facetas que nos enseña, se aproxima a nuestras vidas bajo diversas circunstancias. Supone una función permanente del cerebro humano, bajo maneras y procesos de largo recorrido; bien pudiéramos denominarlo como RÍO de las PÉRDIDAS, inacabado y misterioso. ¿Quién vive sin él? Podemos presumir todos, disponemos de buenas raciones de olvidos. ¿Cómo nos comportaríamos si no olvidásemos? En las relaciones familiares, con los compañeros de fatigas, en los avatares políticos; con todo en la cabeza, no habría forma de delimitar unos pensamientos de otros. Las exageraciones también serían en esto nefastas; si poco o con mucho, escaso o excesivo, el olvido requiere una cierta medida.

Tal como se intenta con muchas cosas, también con el olvido se habla de controles, de ayudas e impedimentos. Ahora todo se pretende tener controlado. Sea, pero no nos engañen, caramba. De vez en cuando surgen afirmaciones sobre FÁRMACOS útiles para eliminar los recuerdos inconvenientes, que se olviden cuanto antes. Estas semanas ofrecen un brote mediático en esta línea, comentarios en prensa y datos científicos, no los cito por numerosos. Vuelven sobre el “Propanolol” como favorecedor del olvido. ¿Una medicación para eliminar los recuerdos dañinos? ¿Será así? ¿Cómo?

Cada cosa en su sitio, las INCERTIDUMBRES, los datos parciales y los desconocimientos, también. ¿O no? Con el mencionado medicamento, el Propanolol, sabemos de su uso para bajar la tensión arterial, en general frena la acción de los tejidos orgánicos. Su exceso provoca bajadas tensionales, colapsos y peligrosas disminuciones de la frecuencia cardíaca. Como frena y aplana, bajo sus efectos, el sujeto estará menos receptivo para la activación de los recuerdos. ¡Si está sopa! Por lo tanto, disminuirá así mismo otras capacidades. De refilón se comprueba que esa persona recuerda menos cosas. No parece oportuna, ni considerarla como buena, la información que se ciñe al efecto favorecedor del olvido. Es una manera tendenciosa de referirse a esos estudios. Pidamos mayor claridad en este tipo de comentarios.

Si luego seguimos con eso de que cada cual asuma su responsabilidad y lo utilice según su criterio personal. ¿Cómo podrá ser así, si la información disponible es incompleta o imprecisa? Se conocen con cierto detalle los efectos cardiovasculares del medicamento, y el aplanamiento general que provoca. Convendría sopesar estos RIESGOS, frente a los beneficios esperados con respecto a la menor cantidad de recuerdos obtenidos. A estos posibles efectos no deseados, se suman grandes ignorancias sobre el efecto del fármaco en la psicología de los afectados. Queda patente la insuficiencia de una información superficial. A los riesgos se añaden las indefiniciones; la dificultad en la precisión de las repercusiones psicológicas.

La frivolidad de una utilización indiscriminada, o bien de estas afirmaciones generalizadas, ¡Un fármaco que elimina los recuerdos!, quedan como una tontería rimbombante. Lo que pudo ser una información, desinforma en cada párrafo. Con este talante de aberración y engaño, se puede dañar a los más crédulos o atormentados. Será la perspectiva de un USO PROFESIONAL, la adecuada para valorar los trabajos, efectos insospechados y posibles aplicaciones; así se podrá concretar su indicación hacia un beneficio concreto en los casos psiquiátricos en los que convenga; vigilando estrechamente los riesgos y cuidando las dosis. Los sensacionalismos estarán mejor aparcados.

Es frecuente que desde los recuerdos a los olvidos, tengamos ideas tendentes a una cierta CONFUSIÓN. Hasta los tratadistas propenden a un simplismo erróneo. Los que yo llamo “Acumuladores”, plantean la memoria como una suma de datos; y el olvido como un exceso de recuerdos, no caben todos. No es tan sencillo. Hay otro grupo de simplificadores, que podemos llamarlos “Aniquiladores”; se recuerda lo que no está eliminado, para ellos el olvido es destrucción. Son un tanto presuntuosos, el olvido circula por unos caminos apropiados, con enormes pasadizos oscuros, subconscientes (Freud), momentáneas desapariciones, situaciones paradójicas y aparentes desviaciones. Es un campo apasionante, pero la fascinación no es argumento que suponga dominio de un asunto.

Aunque pudiéramos llegar a un acuerdo sobre la supresión de los recuerdos inconvenientes, dañinos o molestos; no está muy claro el límite para considerarlos como tales. Tampoco está clara su eliminación al completo, tiene su importancia eso de mantener en la memoria ciertas circunstancias desfavorables; Quizá nos mantengan en alerta para evitar daños, improperios o maldades. Buena pregunta es esta disyuntiva, ¿Es conveniente la provocación del olvido en una situación determinada? ¿Para qué será bueno olvidar? ¿Conviene que olviden los asesinos, terroristas, violadores, malversadores? Podemos deducir que eso de favorecer el olvido, puede llegar a ser IMPROCEDENTE. El filo de la separación exige atención, para no provocar consecuencias peores.

Dados los conocimientos sobre los mecanismos del funcionamiento profundo de la mente, el recuerdo o su ausencia, no puede ser uno de nuestros manejos habituales, no dominamos los entresijos. La FRUSTRACIÓN consiguiente y el lamento, aparecen sin pedir permiso. No quería olvidarme, no puedo quitarme estos recuerdos de la cabeza. El cómo de estas tendencias no pasa de ser un objetivo al que sólo nos acercaremos; no existe una llegada absoluta, sus mecanismos son escurridizos. Bergamín decía: Sin voz, sin palabras, preparas la cosecha del olvido. También surgen respuestas en el sentido opuesto, el silencio resalta a veces el recuerdo. Se pone de manifiesto la dificultad para los manejos desde fuera. Quizá sea oportuna esa ambigüedad. ¿Qué haríamos sino con tanto dominio?

Para el recuerdo o el olvido, resulta crucial la espontaneidad. Las ayudas o las colaboraciones no podrán ocultar las complejidades del psiquismo; todavía complican más las cosas, los diferentes campos en los que se olvidan aspectos relevantes de la vida. Profesional, amores, convivencia, amistades. Y en un sentido más radical, aquello de no pensar ni siquiera con los demás, con ausencia de compañerismos y solidaridades. Hay una gran VARIEDAD de situaciones en que se pierde la memoria, simuladas o reales, que de todo hay. Desde el humor a la tragedia, con poca o mucha sustancia; no sería malo, no, eso de acumular únicamente los recuerdos agradables, y mantenernos en un equilibrio satisfactorio.

En este caso, el Propanolol no llega a ser amenazante, tampoco la panacea para las angustias. Se limita a tener influencias. Las estratagemas son eficaces hasta cierto punto. Umberto Eco consideró el arte del olvido (Ars obvionalis) como perteneciente a las ciencias imposibles. Eso nos origina una arista punzante, la IRONÍA permanente de las actitudes vitales, consistencia y fragilidad al mismo tiempo. ¿Hasta dénde llega la fantasía? ¿Dónde queda la conciencia?

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