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Opinión
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Julio Ortega Fraile

Circo Ringling Bross en España, diversión y maltrato en la pista

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Niños, Damas, Caballeros... Pasen y vean uno de los mayores espectáculos del mundo, pues llega a nuestro País el Circo Ringling Bros con su carga de música, de luz y de color, con su tropel de acróbatas, de trapecistas, de malabaristas y de payasos y, cómo no, con sus animales de diferentes y exóticas especies, enjaulados, fustigados, sometidos y asustados para demostrar al respetable cómo es posible lograr por medio de un exhaustivo entrenamiento basado principalmente en el castigo físico y psicológico, que estas criaturas muestren comportamientos atípicos y ejerciten números impensables en estado de libertad y reñidos con su naturaleza, fisiología e instintos.

Compren sus entradas y contribuyan a esta cruel explotación. Servirán para pagar los impuestos solicitados por los Ayuntamientos en los que tendrán lugar las representaciones, los mismos ingresos que condicionan a determinados responsables municipales para permitir la presencia de este Circo a pesar de las denuncias presentadas contra el mismo por su miserable trato a los animales.

Su dinero también valdrá para pagar los salarios de los seres humanos que trabajan y participan en él, algo muy lógico y respetable teniendo en cuenta que todos ellos, prestan sus servicios en el Circo de forma voluntaria y que constituye su medio de vida. Pero a los elefantes, a los leones, a los tigres o a los lobos marinos, entre otros, no hace falta destinarles un sueldo, son irracionales y no lo necesitan, es más, no es ni tan siquiera obligado pedirles consentimiento para capturarlos, retenerlos y obligarles a actuar, ¿para qué si no son personas?, no merecen por lo tanto la menor consideración y su cuidado, ha de ser el justo para que sobrevivan y puedan trabajar - a menudo enfermos o dañados, pero mientras el público no lo descubra no es algo relevante - pues lo contrario supondría pérdidas económicas indeseables.

La ONG Infocircos se ha puesto en contacto con los Ayuntamientos de diversas ciudades españolas en la que el Circo Ringling tiene previsto ofrecer funciones: Sevilla, Málaga, Valencia, Madrid y Zaragoza, informándoles acerca del rosario de denuncias y de irregularidades de esta Compañía en lo que a maltrato de animales se refiere, y que van desde graves lesiones y heridas por falta de cuidado en su manejo, hasta casos de tuberculosis por una higiene y alimentación inadecuada, pasando por efectuar disparos contra ellos, utilización de garfios, encadenamientos, muertes no notificadas ni investigadas, fallecimientos por mala ventilación y deshidratación, etc. Existen informes y grabaciones que dan fe de los abusos que se cometen con los animales en este Circo.

Pero claro, las autoridades municipales de esas poblaciones, no se han molestado ni en responder a la petición realizada por Infocircos, es más cómodo y lucrativo abrir la bolsa para echar en ella los cánones que estas empresas han de satisfacer, que ajustarse a las Leyes de Protección Animal vigentes, según las cuales: “se prohibe el empleo de animales en circos o actividades semejantes si con ello se les causa dolor o sufrimiento o son obligados a realizar comportamientos antinaturales”. ¿Para qué meterse en camisa de once varas si como siempre, sólo son animales y ninguno de ellos se va a presentar en comisaría para interponer una denuncia por malos tratos, ni tampoco va a acudir a un medio de comunicación para relatar a la sociedad lo que están pasando dentro de ese infierno llamado Ringling Bros?.

Pero en el fondo, da exactamente igual el nombre del Circo e incluso, que a los animales se les golpee, se les someta a descargas eléctricas, permanezcan horas amarrados a cadenas, se les prive de agua, de alimento, de la temperatura adecuada o se les fuerce en sus números hasta tal punto, que muchos de ellos tengan que ser sacrificados por las quemaduras o por las fracturas, no en un asomo de piedad, claro que no, sino por evitar una boca no productiva y también por no invertir en gastos veterinarios, ya que resulta más económico adquirir un animal nuevo que mantener en tratamiento e inoperativo a otro. Además, para eso está montado el inmenso negocio de tráfico de seres vivos, para nutrir de materia prima a estos centros de tortura, de explotación y de exterminio. Y da igual todo eso, decía, porque su utilización ya constituye de por si una forma de maltrato intolerable, mas allá de que después, venga aderezada con conductas más o menos aberrantes.

Existen Circos, afortunadamente cada día más, que se niegan a ofrecer espectáculos con animales, al igual que aumenta el número de Ciudades que prohiben su instalación si emplean a estas criaturas para sus números. Pero con todo, el avance es muy lento y noticias como la llegada del Ringling Bros a España, y la permisividad con sus prácticas demostradas por los políticos locales a pesar de estar advertidos de todo lo que arrastra esta Compañía en su siniestro historial, nos sumergen en la desesperanza, en la rabia y el asco que produce comprobar como por dinero, el respeto a seres vivos pasa a ser una cuestión de último orden y el hombre, a cambio de unas monedas, se convierte sin el menor reparo en tirano y verdugo de otras especies.

Pero no sólo son los responsables locales los cómplices con toda esta basura moral, también los padres que más por sus hijos que por ellos mismos, adquieren localidades para seguir alimentado esta industria basada en el sufrimiento. Desde Ringling Bros, han tenido la desvergüenza y el cinismo de afirmar que desean que en España sea permitida su presencia; “porque eso contribuye a la conservación de las especies a través de la educación...”. Y eso lo aseguran desde un Circo juzgado en Estados Unidos bajo la acusación de maltrato a los elefantes y que desde hace varios años, viene siendo citado por el Departamento de Agricultura de ese País para declarar por el incumplimiento de los estándares federales en el cuidado de animales, en cuestiones tales como la falta de atención básica a elefantes y grandes felinos para evitar lesiones graves, por cebras y camellos expuestos a daños físicos, transporte inadecuado, condiciones de habitabilidad y alimentación insalubres, falta de atención veterinaria, irregularidades en los registros, uso de medicamentos caducados, etc. .

Lo primero que debe de aprender todo ser humano es que es necesario respetar a los demás, que nadie puede erigirse en dueño de otro y mucho menos, disponer a su antojo de la existencia de terceros, decidiendo cuándo se les da de comer o cuándo no, obligándoles a hacer aquello que no desean o que les causa padecimiento, negándoles la asistencia por los daños provocados precisamente por ese sometimiento y ejecutándolos cuando le parece conveniente, normalmente por falta de rentabilidad.

¿Qué van a aprender los niños del comportamiento contra natura de unos animales a los que sólo el miedo al castigo les impulsa a actuar de ese modo?, Aunque tal vez me estoy equivocando al plantear esta pregunta esperando una respuesta de carácter positivo, ya que lo cierto, es que ese espectáculo transmite unas enseñanzas convertidas a día de hoy en máxima sagrada: que el dinero y la obtención de beneficios están por encima de cualquier consideración ética, que es lícito establecer jerarquías absolutistas de poder para así, justificar la explotación y la violación de los derechos fundamentales de los que están más abajo y sobre todo, en el caso que nos ocupa, imbuir en la mente de los niños la idea de que el hombre es el amo y señor del universo a su alcance, lo que incluye no sólo a los animales no racionales con los que convive en el Planeta, sino también a otros hombres que en razón de su raza o su carencia de medios, se encuentran en una situación de indefensión respecto a los que toman las decisiones y ostentan el poder, o sea, a los propietarios de los recursos.

Los padres saldrán del Circo muy satisfechos porque habrán regalado a sus hijos unas horas de alegría y de entretenimiento, y los críos, lo harán un poco más domesticados para el día de mañana, no tener ningún remilgo en contribuir al sufrimiento y a la muerte de animales “inferiores” en las muchas y variadas facetas de maltrato que en nuestra Sociedad siguen vigentes y ampliamente aceptadas. Por cierto, que este tipo de espectáculos circenses, son los dignos herederos de aquellos en los que se mantenía “encarcelados” de por vida a hombres y mujeres que debido a sus peculiaridades físicas, por malformaciones o anomalías notables y llamativas, constituían un número más dentro de la función. Vaya por último mi reconocimiento y admiración a Compañías que como El Circo del Sol entre otras, demuestran el valor, la dignidad, la sensibilidad y el grado de civilización necesarios como para negarse a utilizar animales en sus espectáculos. Ese es el futuro, pero ciertos responsables políticos parece no querer enterarse y siguen embarrados en la mediocridad y el egoísmo de su salvaje especismo.

Circo Ringling Bross en España, diversión y maltrato en la pista

Julio Ortega Fraile
Redacción
sábado, 14 de noviembre de 2009, 18:01 h (CET)
Niños, Damas, Caballeros... Pasen y vean uno de los mayores espectáculos del mundo, pues llega a nuestro País el Circo Ringling Bros con su carga de música, de luz y de color, con su tropel de acróbatas, de trapecistas, de malabaristas y de payasos y, cómo no, con sus animales de diferentes y exóticas especies, enjaulados, fustigados, sometidos y asustados para demostrar al respetable cómo es posible lograr por medio de un exhaustivo entrenamiento basado principalmente en el castigo físico y psicológico, que estas criaturas muestren comportamientos atípicos y ejerciten números impensables en estado de libertad y reñidos con su naturaleza, fisiología e instintos.

Compren sus entradas y contribuyan a esta cruel explotación. Servirán para pagar los impuestos solicitados por los Ayuntamientos en los que tendrán lugar las representaciones, los mismos ingresos que condicionan a determinados responsables municipales para permitir la presencia de este Circo a pesar de las denuncias presentadas contra el mismo por su miserable trato a los animales.

Su dinero también valdrá para pagar los salarios de los seres humanos que trabajan y participan en él, algo muy lógico y respetable teniendo en cuenta que todos ellos, prestan sus servicios en el Circo de forma voluntaria y que constituye su medio de vida. Pero a los elefantes, a los leones, a los tigres o a los lobos marinos, entre otros, no hace falta destinarles un sueldo, son irracionales y no lo necesitan, es más, no es ni tan siquiera obligado pedirles consentimiento para capturarlos, retenerlos y obligarles a actuar, ¿para qué si no son personas?, no merecen por lo tanto la menor consideración y su cuidado, ha de ser el justo para que sobrevivan y puedan trabajar - a menudo enfermos o dañados, pero mientras el público no lo descubra no es algo relevante - pues lo contrario supondría pérdidas económicas indeseables.

La ONG Infocircos se ha puesto en contacto con los Ayuntamientos de diversas ciudades españolas en la que el Circo Ringling tiene previsto ofrecer funciones: Sevilla, Málaga, Valencia, Madrid y Zaragoza, informándoles acerca del rosario de denuncias y de irregularidades de esta Compañía en lo que a maltrato de animales se refiere, y que van desde graves lesiones y heridas por falta de cuidado en su manejo, hasta casos de tuberculosis por una higiene y alimentación inadecuada, pasando por efectuar disparos contra ellos, utilización de garfios, encadenamientos, muertes no notificadas ni investigadas, fallecimientos por mala ventilación y deshidratación, etc. Existen informes y grabaciones que dan fe de los abusos que se cometen con los animales en este Circo.

Pero claro, las autoridades municipales de esas poblaciones, no se han molestado ni en responder a la petición realizada por Infocircos, es más cómodo y lucrativo abrir la bolsa para echar en ella los cánones que estas empresas han de satisfacer, que ajustarse a las Leyes de Protección Animal vigentes, según las cuales: “se prohibe el empleo de animales en circos o actividades semejantes si con ello se les causa dolor o sufrimiento o son obligados a realizar comportamientos antinaturales”. ¿Para qué meterse en camisa de once varas si como siempre, sólo son animales y ninguno de ellos se va a presentar en comisaría para interponer una denuncia por malos tratos, ni tampoco va a acudir a un medio de comunicación para relatar a la sociedad lo que están pasando dentro de ese infierno llamado Ringling Bros?.

Pero en el fondo, da exactamente igual el nombre del Circo e incluso, que a los animales se les golpee, se les someta a descargas eléctricas, permanezcan horas amarrados a cadenas, se les prive de agua, de alimento, de la temperatura adecuada o se les fuerce en sus números hasta tal punto, que muchos de ellos tengan que ser sacrificados por las quemaduras o por las fracturas, no en un asomo de piedad, claro que no, sino por evitar una boca no productiva y también por no invertir en gastos veterinarios, ya que resulta más económico adquirir un animal nuevo que mantener en tratamiento e inoperativo a otro. Además, para eso está montado el inmenso negocio de tráfico de seres vivos, para nutrir de materia prima a estos centros de tortura, de explotación y de exterminio. Y da igual todo eso, decía, porque su utilización ya constituye de por si una forma de maltrato intolerable, mas allá de que después, venga aderezada con conductas más o menos aberrantes.

Existen Circos, afortunadamente cada día más, que se niegan a ofrecer espectáculos con animales, al igual que aumenta el número de Ciudades que prohiben su instalación si emplean a estas criaturas para sus números. Pero con todo, el avance es muy lento y noticias como la llegada del Ringling Bros a España, y la permisividad con sus prácticas demostradas por los políticos locales a pesar de estar advertidos de todo lo que arrastra esta Compañía en su siniestro historial, nos sumergen en la desesperanza, en la rabia y el asco que produce comprobar como por dinero, el respeto a seres vivos pasa a ser una cuestión de último orden y el hombre, a cambio de unas monedas, se convierte sin el menor reparo en tirano y verdugo de otras especies.

Pero no sólo son los responsables locales los cómplices con toda esta basura moral, también los padres que más por sus hijos que por ellos mismos, adquieren localidades para seguir alimentado esta industria basada en el sufrimiento. Desde Ringling Bros, han tenido la desvergüenza y el cinismo de afirmar que desean que en España sea permitida su presencia; “porque eso contribuye a la conservación de las especies a través de la educación...”. Y eso lo aseguran desde un Circo juzgado en Estados Unidos bajo la acusación de maltrato a los elefantes y que desde hace varios años, viene siendo citado por el Departamento de Agricultura de ese País para declarar por el incumplimiento de los estándares federales en el cuidado de animales, en cuestiones tales como la falta de atención básica a elefantes y grandes felinos para evitar lesiones graves, por cebras y camellos expuestos a daños físicos, transporte inadecuado, condiciones de habitabilidad y alimentación insalubres, falta de atención veterinaria, irregularidades en los registros, uso de medicamentos caducados, etc. .

Lo primero que debe de aprender todo ser humano es que es necesario respetar a los demás, que nadie puede erigirse en dueño de otro y mucho menos, disponer a su antojo de la existencia de terceros, decidiendo cuándo se les da de comer o cuándo no, obligándoles a hacer aquello que no desean o que les causa padecimiento, negándoles la asistencia por los daños provocados precisamente por ese sometimiento y ejecutándolos cuando le parece conveniente, normalmente por falta de rentabilidad.

¿Qué van a aprender los niños del comportamiento contra natura de unos animales a los que sólo el miedo al castigo les impulsa a actuar de ese modo?, Aunque tal vez me estoy equivocando al plantear esta pregunta esperando una respuesta de carácter positivo, ya que lo cierto, es que ese espectáculo transmite unas enseñanzas convertidas a día de hoy en máxima sagrada: que el dinero y la obtención de beneficios están por encima de cualquier consideración ética, que es lícito establecer jerarquías absolutistas de poder para así, justificar la explotación y la violación de los derechos fundamentales de los que están más abajo y sobre todo, en el caso que nos ocupa, imbuir en la mente de los niños la idea de que el hombre es el amo y señor del universo a su alcance, lo que incluye no sólo a los animales no racionales con los que convive en el Planeta, sino también a otros hombres que en razón de su raza o su carencia de medios, se encuentran en una situación de indefensión respecto a los que toman las decisiones y ostentan el poder, o sea, a los propietarios de los recursos.

Los padres saldrán del Circo muy satisfechos porque habrán regalado a sus hijos unas horas de alegría y de entretenimiento, y los críos, lo harán un poco más domesticados para el día de mañana, no tener ningún remilgo en contribuir al sufrimiento y a la muerte de animales “inferiores” en las muchas y variadas facetas de maltrato que en nuestra Sociedad siguen vigentes y ampliamente aceptadas. Por cierto, que este tipo de espectáculos circenses, son los dignos herederos de aquellos en los que se mantenía “encarcelados” de por vida a hombres y mujeres que debido a sus peculiaridades físicas, por malformaciones o anomalías notables y llamativas, constituían un número más dentro de la función. Vaya por último mi reconocimiento y admiración a Compañías que como El Circo del Sol entre otras, demuestran el valor, la dignidad, la sensibilidad y el grado de civilización necesarios como para negarse a utilizar animales en sus espectáculos. Ese es el futuro, pero ciertos responsables políticos parece no querer enterarse y siguen embarrados en la mediocridad y el egoísmo de su salvaje especismo.

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