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En uno de los apuntes al natural, JL. Martin muestra al orador pontificando desde la estrada. “¡No todos los políticos son corruptos!” Desde platea, el representante del público le dice: “De acuerdo. La pregunta es: ¿Por qué los corruptos siempre llegan a la cúpula de los partidos?” Interesante pregunta, ¿verdad?
Hemos vivido tiempos, décadas, que parecía que todo el mundo deseaba ser notable y extraordinario, pero quizás, la normalidad, sea el mayor y mejor calificativo de una persona. Ya sé que en psicología y psiquiatría y en algunas ciencias sociales se pone en crisis o en duda el concepto de normalidad.
Como quiera que todo parte de nosotros, nos hallamos en una encrucijada de concurrencias, ante el inmenso efecto globalizador y los cambios generados por la revolución digital, impulsada sobre todo por la inteligencia artificial; atmósfera que ha de hacernos repensar sobre cuestiones existenciales, lo que nos demanda a meditar, con sentido responsable y discernimiento, el horizonte que vamos a tomar.
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