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Un problema social de primera magnitud

Francisco Arias Solís
Redacción
viernes, 6 de noviembre de 2009, 21:13 h (CET)
Nuestra historia está salpicada de hechos relacionados con el maltrato infantil. El hecho de que más de 35.000 niños mueran diariamente en el mundo por causas evitables nos da una idea de la gravedad de la situación en los primeros años del siglo XXI y de la pasividad social existente ante esta situación. Para poder comprender y solucionar este fenómeno se hace necesario un reconocimiento social del problema, un análisis social profundo de las múltiples causas que lo provocan y la creación de líneas de actuación dirigidas hacia todos los frentes que lo causan.

El maltrato infantil se encuentra sin duda, entre los más serios, complejos y sonrojantes problemas de la sociedad moderna. La calidad de vida de numeroso niños se encuentra profundamente deteriorada por los malos tratos que experimentan en el entorno familiar, cuyas consecuencias pueden repercutir seriamente en el desarrollo físico y psicosocial del niño. Si, finalmente, se consideran los elevados costes sociales del maltrato infantil, puede afirmarse que los malos tratos en la infancia constituyen un problema social de primera magnitud.

El maltrato puede ser tanto físico como emocional, abarcando un amplio abanico entre el que cabría destacar: abandono del niño; desatención de sus necesidades básicas de afecto, alimentación, higiene, salud, educación y seguridad; abusos físicos como palizas, quemaduras, etc.; abusos psíquicos por los que el menor se siente rechazado y amenazado; abusos sexuales; desescolarización y absentismo escolar; explotación de distintos tipos entre las que destacan la mendicidad y la explotación laboral; discriminación sufrida por razones de raza, sexo, minusvalía o enfermedades, etc.

Las asociaciones para la defensa de la infancia consideran que son más de 500.000, los niños españoles que sufren malos tratos.

Para hacer frente a estos delitos es muy importante la colaboración ciudadana ya que es un deber de la población denunciar los casos de vejación de niños que se conozcan.

Las consecuencias que estas situaciones tienen sobre el niño son siempre desastrosas y cuando menos conducen al pequeño al problema del retraso intelectual, alteraciones en su relación con los demás, pérdida de la autoestima y trastornos de conducta. En el caso de abusos sexuales se producen trastornos depresivos, sentimientos de culpa, conductas agresivas y hasta tentativas de suicidio.

La importancia y complejidad del problema hacen que para su erradicación sea necesario el esfuerzo común de toda la sociedad, que apoyada en un marco legal moderno y operativo permita a todos los sectores implicados en la protección del menor actuar desde un mismo criterio hacia todos los frentes que lo provocan y así conseguir una mayor agilidad en la actuación.

A pesar de que en nuestro país se han realizado avances en la lucha por los derechos del niño, es dudoso que pueda eliminarse el maltrato infantil en la medida en que los padres eduquen a sus hijos en una sociedad donde la violencia alcanza niveles con frecuencia desproporcionados, donde el castigo corporal se acepta como una técnica de disciplina y donde el concepto de paternidad se construye en términos de posesión. Y como dijo el poeta: “Vuela niño en la doble / luna del pecho: / él, triste de cebolla / tú, satisfecho. / No te derrumbes. / No sepas lo que pasa / ni lo que ocurre”.

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