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¡Qué progreso, madre mía!,
¡qué altura de pensamiento!,
¡cómo rezuma talento
Pedro Sánchez cada día!
Tanta es la sabiduría
que en el Falcon ha logrado,
y tan profundo ha pensado,
que él solito ha descubierto
lo que no ha visto el experto:
que los monos son personas.
Ante tan buen sentimiento
y amor por los animales,
llevará a los tribunales
a quien burle el Reglamento.
Defenderá su argumento,
con rigor y contundencia,
incluso con persistencia
si alguien se resistiera.
Y si necesario fuera
multaría su negligencia
En esta norma basado,
no serán derechos nimios
los que darán a los simios
que tanta angustia han pasado.
Y ahora será obligado,
que en la nueva realidad
haya nueva paridad,
que en justicia habrá de ser:
mujer-hombre-chimpancé,
seres de igual entidad.
Realmente, la función de la filosofía se desarrolla, como un saber crítico de segundo grado, que analiza los contenidos de las diversas ciencias. Es un saber que se interesa por toda la realidad y el presente. Ya en vida de su creador Gustavo Bueno, su materialismo demostró una potencia explicativa extraordinaria, superior a la de otras corrientes o sistemas filosóficos.
Hay cosas cómicas que hay que tomar muy en serio. Son gansadas que retratan nuestro mundo. Representan el ombliguismo que nos rodea. El término es magistral: define aquello que cree está en el centro del cuerpo (del universo), sin reparar que su función se volvió inútil hace ya tiempo.
Hace unos días recibí de la editorial Anagrama el libro de Roberto Saviano titulado Los valientes están solos. Libro apasionante que he comenzado a devorar por la forma directa de contar una historia de coraje e integridad que terminó con los restos del juez Falcone volando por los aires a consecuencia del atentado perpetrado por la Cosa Nostra, al mando de ese tipo con cara de paleto bobo, Salvatore Totò Riina.
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