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Luis Agüero Wagner

Fernando Lugo y los placeres de la izquierda hedonista

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La austeridad es una de las grandes virtudes de un pueblo inteligente, decía el célebre sabio griego Solón. Frances Xavier McGowan agregaba que es consecuencia, o bien de tempestades, o bien de vientos muy favorables.

De todas maneras, tal virtud se hace difícil de encontrar entre los revolucionarios que rodean al obispo Fernando Lugo, quienes desde que asaltaron el poder en ancas de la candidatura fraudulenta en cuestión, sólo han hecho derroche de la bolsa y la vida sin pausa ni medida.

La mayoría de estos personajes suelen embanderarse con la imagen del Che Guevara en sus actos políticos, aunque su conducta se encuentre muy alejada del original, a quien ni siquiera emulan en sus errores.

Según el testimonio del economista, escritor y ex guerrillero cubano Orlando Borrego, “Al triunfar la revolución, muchos consideramos que tendríamos derecho a utilizar algunos de los autos lujosos abandonados por los funcionarios de la tiranía que habían huido. Pero el auto que el Che utlizaba para desplazarse era un pequeño Studebaker de color negro, un vehículo que desencantaba aún al menos pretensioso. Y cuando más adelante me fue adjudicado un Jaguar hermoso, que se parecía al auto que como joven enfermo de capitalismo había soñado toda mi vida, me dio sólo una hora para devolverlo”.

VEHÍCULOS SUNTUARIOS Y MANSIONES
“Se ajustan el cinturón, pero para conducir suntuosas camionetas” tituló la prensa local una nota al respecto, en estos días, refiriéndose al fraudulento obispo de los pobres Fernando Lugo y su entorno.

Fernando Lugo afirma que no comparte la ideología burguesa, pero apenas se mudó a Mburuvicha Róga mandó reparar el sauna, fuma habanos cubanos y se pasea en una Kawasaki 800 cc, de paquete; tiene como hábito ir de pesca en yate, con la embajadora norteamericana Liliana Ayalde, y en sus viajes internacionales solo se hospeda en hoteles cinco estrellas.

Sus colaboradores no se quedan a la zaga, en lo que a refinamiento burgués se refiere.

El secretario general de la Presidencia, Miguel López Perito, un neo-playboy que se rodea de conocidas mujerzuelas de la noche asuncena, por ejemplo, ordenó cambiar todo el parque automotor de la Presidencia. La Entidad Binacional Yacyretá cumplió la directiva y adquirió para el ministro una imponente Dodge Nitro, 4x4.

En un vehículo similar se mueve el asesor jurídico de la Presidencia, Emilio Camacho.

Otro de los personajes contradictorios del Gobierno es el ministro de Emergencia Nacional, Camilo Soares. “La gente que me conoce sabe que ando a pie, incluso muchos me aconsejan que me movilice en vehículos por temer a que me puedan hacer algo, pero aún así no lo hago”. (Ultima Hora- 30/10/08). Esto decía Camilo Soares apenas asumido el gobierno.

El funcionario, hace un par de meses, recibió una portentosa camioneta Toyota Land Cruiser Prado, valuada en 325 millones de guaraníes. Posiblemente ya se había cansado de andar a pie y por temor no tuvo mejor idea que pedir al Regimiento Escolta Presidencial que le asigne un oficial para su seguridad. El mismo que lo acompaña a todos lados y se lo suele ver llevando el infaltable termo de tereré del ministro.

El paso siguiente fue alquilar una mansión en el barrio Sajonia, que según aclaró luego era para su madre, quien firmó el contrato, pero dijo a renglón seguido que pensaba mudarse con ella para compartir los gastos.

La casona tiene 9 habitaciones, piscina, imponente quincho, cochera para cuatro vehículos y otros lujos dignos del mejor oligarca.

“Todos sabemos. En la época de la dictadura y los gobiernos de transición se enriqueció una pequeña cúpula. ¿Cómo se compran autos de lujo en Paraguay? Estoy seguro de que muchos se compran con dinero malhabido como el narcotráfico y robo al Estado. Esa es la ostentación que hace la oligarquía paraguaya” (UH-03/11/08), gritaba Soares a los organizadores del Rally del Chaco, el año pasado.

El argumento a esta altura ya habrá cambiado, teniendo en cuenta que él ya vive al mismo nivel que la otrora vilipendiada “oligarquía paraguaya”.

La oposición afirma que Fernando Lugo y sus seguidores sólo buscan el placer del poder, y la realidad de los hechos parecería darle razón.

El mismo Lugo se ha convertido en habitué del palacete del ex dictador Stroessner, en una paradisíaca isla sobre el río, y duplicó el presupuesto de la oficina de la primera dama, que hoy ocupa su hermana.

Desde que fue electo, Lugo no para de viajar, y a juzgar por sus destinos y resultados, lo hace de puro placer. Con sus 27 viajes lleva recorridos nada menos que 213.812 kilómetros de distancia. Si se hace una comparación con la circunferencia del planeta tierra que tiene alrededor de 40.000 Km., se puede decir que el presidente Lugo ya recorrió el equivalente a 5 vueltas alrededor de la Tierra, en tan solo 365 días. Todo un récord.

Lo negativo es que la mayoría de sus periplos no tuvieron ninguna trascendencia ni resultado positivo para el pueblo paraguayo.

Diariamente la prensa sensacionalista paraguaya da cuenta de sus romances furtivos con mujeres de vida fácil, y no es ningún secreto que las orgías principescas se han convertido en todo una señal que identifica al clérigo-presidente, sus colaboradores e incluso su cuerpo diplomático.

OPULENCIA, PLACER Y MISERIA
Pero allí donde más opulenta la opulencia, se ha señalado que más miserable suele ser la miseria. El tren de vida de Lugo y sus adulones no se condice, desde luego, con la paupérrima situación de las áreas rurales paraguayos y los sectores indígenas a quienes supuestamente su gobierno iría a favorecer. Hace pocas semanas una docena de indígenas fallecieron de hambre en el interior del Paraguay profundo. La inanición de los nativos fue agravada por fumigaciones masivas con agrotóxicos que el mismo presidente Fernando Lugo autorizó anulando un decreto que las regulaba.

Es que como lo expresó Gilbert Keith Chesterton, no existe el placer allí donde no existe más que él.

Fernando Lugo y los placeres de la izquierda hedonista

Luis Agüero Wagner
Redacción
miércoles, 7 de octubre de 2009, 00:57 h (CET)
La austeridad es una de las grandes virtudes de un pueblo inteligente, decía el célebre sabio griego Solón. Frances Xavier McGowan agregaba que es consecuencia, o bien de tempestades, o bien de vientos muy favorables.

De todas maneras, tal virtud se hace difícil de encontrar entre los revolucionarios que rodean al obispo Fernando Lugo, quienes desde que asaltaron el poder en ancas de la candidatura fraudulenta en cuestión, sólo han hecho derroche de la bolsa y la vida sin pausa ni medida.

La mayoría de estos personajes suelen embanderarse con la imagen del Che Guevara en sus actos políticos, aunque su conducta se encuentre muy alejada del original, a quien ni siquiera emulan en sus errores.

Según el testimonio del economista, escritor y ex guerrillero cubano Orlando Borrego, “Al triunfar la revolución, muchos consideramos que tendríamos derecho a utilizar algunos de los autos lujosos abandonados por los funcionarios de la tiranía que habían huido. Pero el auto que el Che utlizaba para desplazarse era un pequeño Studebaker de color negro, un vehículo que desencantaba aún al menos pretensioso. Y cuando más adelante me fue adjudicado un Jaguar hermoso, que se parecía al auto que como joven enfermo de capitalismo había soñado toda mi vida, me dio sólo una hora para devolverlo”.

VEHÍCULOS SUNTUARIOS Y MANSIONES
“Se ajustan el cinturón, pero para conducir suntuosas camionetas” tituló la prensa local una nota al respecto, en estos días, refiriéndose al fraudulento obispo de los pobres Fernando Lugo y su entorno.

Fernando Lugo afirma que no comparte la ideología burguesa, pero apenas se mudó a Mburuvicha Róga mandó reparar el sauna, fuma habanos cubanos y se pasea en una Kawasaki 800 cc, de paquete; tiene como hábito ir de pesca en yate, con la embajadora norteamericana Liliana Ayalde, y en sus viajes internacionales solo se hospeda en hoteles cinco estrellas.

Sus colaboradores no se quedan a la zaga, en lo que a refinamiento burgués se refiere.

El secretario general de la Presidencia, Miguel López Perito, un neo-playboy que se rodea de conocidas mujerzuelas de la noche asuncena, por ejemplo, ordenó cambiar todo el parque automotor de la Presidencia. La Entidad Binacional Yacyretá cumplió la directiva y adquirió para el ministro una imponente Dodge Nitro, 4x4.

En un vehículo similar se mueve el asesor jurídico de la Presidencia, Emilio Camacho.

Otro de los personajes contradictorios del Gobierno es el ministro de Emergencia Nacional, Camilo Soares. “La gente que me conoce sabe que ando a pie, incluso muchos me aconsejan que me movilice en vehículos por temer a que me puedan hacer algo, pero aún así no lo hago”. (Ultima Hora- 30/10/08). Esto decía Camilo Soares apenas asumido el gobierno.

El funcionario, hace un par de meses, recibió una portentosa camioneta Toyota Land Cruiser Prado, valuada en 325 millones de guaraníes. Posiblemente ya se había cansado de andar a pie y por temor no tuvo mejor idea que pedir al Regimiento Escolta Presidencial que le asigne un oficial para su seguridad. El mismo que lo acompaña a todos lados y se lo suele ver llevando el infaltable termo de tereré del ministro.

El paso siguiente fue alquilar una mansión en el barrio Sajonia, que según aclaró luego era para su madre, quien firmó el contrato, pero dijo a renglón seguido que pensaba mudarse con ella para compartir los gastos.

La casona tiene 9 habitaciones, piscina, imponente quincho, cochera para cuatro vehículos y otros lujos dignos del mejor oligarca.

“Todos sabemos. En la época de la dictadura y los gobiernos de transición se enriqueció una pequeña cúpula. ¿Cómo se compran autos de lujo en Paraguay? Estoy seguro de que muchos se compran con dinero malhabido como el narcotráfico y robo al Estado. Esa es la ostentación que hace la oligarquía paraguaya” (UH-03/11/08), gritaba Soares a los organizadores del Rally del Chaco, el año pasado.

El argumento a esta altura ya habrá cambiado, teniendo en cuenta que él ya vive al mismo nivel que la otrora vilipendiada “oligarquía paraguaya”.

La oposición afirma que Fernando Lugo y sus seguidores sólo buscan el placer del poder, y la realidad de los hechos parecería darle razón.

El mismo Lugo se ha convertido en habitué del palacete del ex dictador Stroessner, en una paradisíaca isla sobre el río, y duplicó el presupuesto de la oficina de la primera dama, que hoy ocupa su hermana.

Desde que fue electo, Lugo no para de viajar, y a juzgar por sus destinos y resultados, lo hace de puro placer. Con sus 27 viajes lleva recorridos nada menos que 213.812 kilómetros de distancia. Si se hace una comparación con la circunferencia del planeta tierra que tiene alrededor de 40.000 Km., se puede decir que el presidente Lugo ya recorrió el equivalente a 5 vueltas alrededor de la Tierra, en tan solo 365 días. Todo un récord.

Lo negativo es que la mayoría de sus periplos no tuvieron ninguna trascendencia ni resultado positivo para el pueblo paraguayo.

Diariamente la prensa sensacionalista paraguaya da cuenta de sus romances furtivos con mujeres de vida fácil, y no es ningún secreto que las orgías principescas se han convertido en todo una señal que identifica al clérigo-presidente, sus colaboradores e incluso su cuerpo diplomático.

OPULENCIA, PLACER Y MISERIA
Pero allí donde más opulenta la opulencia, se ha señalado que más miserable suele ser la miseria. El tren de vida de Lugo y sus adulones no se condice, desde luego, con la paupérrima situación de las áreas rurales paraguayos y los sectores indígenas a quienes supuestamente su gobierno iría a favorecer. Hace pocas semanas una docena de indígenas fallecieron de hambre en el interior del Paraguay profundo. La inanición de los nativos fue agravada por fumigaciones masivas con agrotóxicos que el mismo presidente Fernando Lugo autorizó anulando un decreto que las regulaba.

Es que como lo expresó Gilbert Keith Chesterton, no existe el placer allí donde no existe más que él.

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