En política, como física, cada acción tiene una reacción de igual magnitud y sentido contrario. Así, las manifestaciones más recientes y totalmente extraordinarias del ex Vicepresidente Dick Cheney en defensa de la tortura han dado lugar, con precisión casi matemática, a la siguiente cadena de acontecimientos:
La gente que cree que Cheney es siniestro en su defensa de violar acuerdos internacionales y leyes estadounidenses, golpear cabezas de presuntos terroristas contra las paredes, amenazarles con la violación y descargas eléctricas y someterlos a la asfixia simulada -- una reproducción perfeccionada de las cámaras de tortura de la Inquisición española -- se quejaba. Creen que Cheney ha perdido completamente la cabeza.
Tan pronto como esta reacción a su prepotente aparición pública en Fox News se disipaba, se escuchaba la reacción de igual magnitud en sentido contrario: Cheney está completamente en lo cierto. Y sacarle a la palestra a promocionar sus memorias de próxima publicación -- "Va a ser un gran libro," nos dice solícitamente Cheney -- por sí solo no basta. ¿Por qué no presentarlo a presidente?
Esto también provoca una reacción: adelante. Alégreme el día.
El bombazo retórico Cheney-for-president era mencionado de pasada por James Taranto, del Wall Street Journal, que reflexionaba diciendo que la campaña 2012 podría girar muy bien en torno a asuntos de seguridad nacional -- asumiendo, como es razonable asumir -- que (BEG ITAL)algo(END ITAL) ponga al Presidente Barack Obama a la defensiva en política exterior. Y si eso llega a suceder, especulaba Taranto, ¿quién mejor que Dick Cheney para representar a los Republicanos?
En la práctica, pocos pueden diferenciarse de George W. Bush haciendo que el ex presidente parezca un prudente moderado. Cheney es un experto en eso.
Aunque se dedican mucha atención a las enérgicas manifestaciones de apoyo de Cheney a las torturas, poco se ha dicho de su aparente disposición a iniciar otra guerra más en Oriente Medio, esta vez contra Irán. Preguntado por el presentador de Fox News Chris Wallace por el motivo de que la administración Bush "no se ocupara del programa nuclear iraní," Cheney respondía: "No era asunto mío esa decisión... probablemente yo fuera más defensor de la acción militar que cualquiera de mis colegas."
Cheney observaba, adecuadamente, que la administración Bush decidió seguir la vía diplomática del programa nuclear iraní de manera indiferente. "Podemos especular en torno a lo que habría sucedido si hubiéramos seguido una vía alternativa," decía. "Como digo, yo era partidario de una política más robusta que cualquiera de mis colegas. Pero no era mi decisión."
La decisión, si la hubiera tomado Cheney, probablemente habría consistido en bombardear las instalaciones nucleares iraníes. Un ataque así casi seguro habría provocado un conflicto más amplio en Oriente Medio, agitado aún más las pasiones regionales contra Israel (en cuya defensa presuntamente habría actuado Estados Unidos), habría alienado aliados de todo el mundo y destruido cualquier posibilidad de que Irak emergiera de los años de guerra y ocupación como una entidad políticamente independiente de la influencia del vecino régimen de Irán.
Altos funcionarios del Pentágono hicieron pública de manera expresa su oposición a una campaña de bombardeos así. Obviamente el ejército ya tiene bastante entre manos con la malograda empresa de Irak y la guerra igualmente malograda de Afganistán, ambas de las cuales fueron dirigidas por el equipo Bush-Cheney. Estos conflictos suponen ahora crisis presentes para Estados Unidos. Siguen costando vidas y mutilando a cientos de efectivos estadounidenses, y las guerras podrían mantenernos atascados hasta la campaña electoral de 2012.
Sería fácil -- demasiado fácil -- despreciar a Cheney como un vejestorio que chochea, una vieja gloria política o simplemente un autor en campaña para vender algunos libros. Es todas estas cosas y más. Representa el pensamiento de una cifra significativa de conservadores que aún creen que Estados Unidos es una potencia global única sin rival que puede bombardear, invadir, ocupar y torturar hasta estar segura. Los antiguos romanos pensaban lo mismo.
La influencia de este grupo dentro del Partido Republicano significa que cualquiera de sus aspirantes presidenciales tendrá que responder de ello. De manera que si la perspectiva gratuita de una candidatura presidencial Cheney es demasiado ridícula para pensar en ella, reflexione acerca de la posibilidad de que Sarah Palin confíe su educación en asuntos relativos a la política exterior a esta clá.
Ríase de nuevo. Pero Obama va a tener que dedicar gran parte de su primer mandato a intentar deshacer los desastres dejados en política exterior por la administración Bush, y no está nada claro que vaya a tener éxito. Resulta que cuando los temores de la seguridad nacional quiten el sueño al electorado dentro de 3 años, los votantes se merecerán como alternativa algo más que manifestaciones estentóreas imprudentes.