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La moral parece existir solamente acerca de la rapiña en el comportamiento político pero ha quedado abolida de hecho respecto a todo lo demás

Cosas de las que no se habla antes ni después de las elecciones

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Como hay multitud de analistas hablando y escribiendo acerca de las pasadas elecciones, pienso que debo de escribir desde otra perspectiva, seguramente la más olvidada, la recuperación de los valores morales que hacen posible la convivencia.

La regeneración política, de la que todos hablan, se concreta en la lucha contra la corrupción que se ha producido por parte de algunos al aprovecharse del cargo para llevarse lo que no es suyo. Para esto deberían bastar los tribunales de justicia, en cambio para regenerar los valores de toda la sociedad hace falta mucho más.

En primer lugar identificar estos valores y las consecuencias que está produciendo su pérdida en una sociedad que ha optado por seguir una ética de la comodidad, de la satisfacción de los deseos, de la abolición de cualquier deber que pueda exigir esfuerzo.

La moral parece existir solamente acerca de la rapiña en el comportamiento político pero ha quedado abolida de hecho respecto a todo lo demás. De esta abolición se resiente en primer lugar la institución familiar cada vez más inestable, incapaz de hacer un proyecto de vida en común, de tener hijos y educarlos, de afirmarse como la célula básica de la sociedad.

“Liberados” de la moral conyugal solo queda la búsqueda de la satisfacción sexual sin responsabilidad. Las consecuencias están a la vista: se ha hundido la nupcialidad y la natalidad. Mientras que crece el número de abortos, nacen menos personas de las que se mueren, nuestra sociedad envejece y se suicida. ¿Preocupa esto a los que pelean por gobernar el país?

La transmisión de valores morales ha pasado de manos de los padres al estado, prácticamente sin lucha ni discusión. Son las administraciones las que deciden lo que han de aprender los niños desde la guardería a la universidad. Es un adoctrinamiento absoluto en los “nuevos valores progresistas”, como por ejemplo la ideología de género, la elección de sexo, facilitar la promiscuidad desde la adolescencia, inculcar el relativismo que invita a no buscar la verdad ya que todas las opiniones son igualmente aceptables.

Son las leyes de Rodríguez Zapatero y sus ministras que el gobierno siguiente ha mantenido, seguramente porque las comparte. Los padres no pueden castigar a sus hijos y se invita a los hijos a denunciar a los padres. ¿Recuerdan la película “Los gritos del silencio”?

La historia ha dejado de ser el relato veraz de nuestro pasado para reescribirlo de forma interesada, como presintió Orwell en su 1984. Las nuevas generaciones no saben nada de nuestra historia, el pasado es el que le cuentan, no el que podían haberle transmitido sus padres si es que estos lo hubieran sabido. Son ya varias generaciones incapaces de transmitir nada, salvo odios y resentimientos.

Pero como las sociedades necesitan normas y leyes se han fabricado otras que tratar de proteger la salud sexual y reproductiva (aborto), prolongar la vida sin cambiarla pero jaleando el derecho a una muerte digna (eutanasia). También están las leyes que pueden castigarnos si abandonamos al gato, pero no si matamos al concebido en el vientre de su madre, una decidida protección de las especies, excepto la humana.

¿Sobre todo esto han hablado los políticos? ¿Han exigido algo los ciudadanos?

Cosas de las que no se habla antes ni después de las elecciones

La moral parece existir solamente acerca de la rapiña en el comportamiento político pero ha quedado abolida de hecho respecto a todo lo demás
Francisco Rodríguez
miércoles, 29 de junio de 2016, 01:08 h (CET)
Como hay multitud de analistas hablando y escribiendo acerca de las pasadas elecciones, pienso que debo de escribir desde otra perspectiva, seguramente la más olvidada, la recuperación de los valores morales que hacen posible la convivencia.

La regeneración política, de la que todos hablan, se concreta en la lucha contra la corrupción que se ha producido por parte de algunos al aprovecharse del cargo para llevarse lo que no es suyo. Para esto deberían bastar los tribunales de justicia, en cambio para regenerar los valores de toda la sociedad hace falta mucho más.

En primer lugar identificar estos valores y las consecuencias que está produciendo su pérdida en una sociedad que ha optado por seguir una ética de la comodidad, de la satisfacción de los deseos, de la abolición de cualquier deber que pueda exigir esfuerzo.

La moral parece existir solamente acerca de la rapiña en el comportamiento político pero ha quedado abolida de hecho respecto a todo lo demás. De esta abolición se resiente en primer lugar la institución familiar cada vez más inestable, incapaz de hacer un proyecto de vida en común, de tener hijos y educarlos, de afirmarse como la célula básica de la sociedad.

“Liberados” de la moral conyugal solo queda la búsqueda de la satisfacción sexual sin responsabilidad. Las consecuencias están a la vista: se ha hundido la nupcialidad y la natalidad. Mientras que crece el número de abortos, nacen menos personas de las que se mueren, nuestra sociedad envejece y se suicida. ¿Preocupa esto a los que pelean por gobernar el país?

La transmisión de valores morales ha pasado de manos de los padres al estado, prácticamente sin lucha ni discusión. Son las administraciones las que deciden lo que han de aprender los niños desde la guardería a la universidad. Es un adoctrinamiento absoluto en los “nuevos valores progresistas”, como por ejemplo la ideología de género, la elección de sexo, facilitar la promiscuidad desde la adolescencia, inculcar el relativismo que invita a no buscar la verdad ya que todas las opiniones son igualmente aceptables.

Son las leyes de Rodríguez Zapatero y sus ministras que el gobierno siguiente ha mantenido, seguramente porque las comparte. Los padres no pueden castigar a sus hijos y se invita a los hijos a denunciar a los padres. ¿Recuerdan la película “Los gritos del silencio”?

La historia ha dejado de ser el relato veraz de nuestro pasado para reescribirlo de forma interesada, como presintió Orwell en su 1984. Las nuevas generaciones no saben nada de nuestra historia, el pasado es el que le cuentan, no el que podían haberle transmitido sus padres si es que estos lo hubieran sabido. Son ya varias generaciones incapaces de transmitir nada, salvo odios y resentimientos.

Pero como las sociedades necesitan normas y leyes se han fabricado otras que tratar de proteger la salud sexual y reproductiva (aborto), prolongar la vida sin cambiarla pero jaleando el derecho a una muerte digna (eutanasia). También están las leyes que pueden castigarnos si abandonamos al gato, pero no si matamos al concebido en el vientre de su madre, una decidida protección de las especies, excepto la humana.

¿Sobre todo esto han hablado los políticos? ¿Han exigido algo los ciudadanos?

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