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Entre un señor mayor con gafas, un zombi, un veleta y Heidi con coleta

Debate para vates

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El debate es una controversia o discusión sobre algo concreto entre dos o más personas. También puede entenderse como la contienda, lucha o combate entre ellas.

Conviene la precisión antes de entrar en el anunciado como primer e “Histórico debate a cuatro” de la democracia nacional celebrado en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid entre cuatro candidatos a presidir el gobierno de España tras las elecciones del 26-D: Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera.

El debate, discusión y contienda entre ellos, evidentemente de carácter verbal, aunque calibrado en aspectos sobre escenarios, atriles, tiempos y otras mandangas, sólo estaba previsto como una actividad electoral entre candidatos para hablar de unos temas, cuatro, de supuesto interés para un electorado que ha de decidir a cuál de ellos encomendarle la presidencia del Gobierno.

El debate podría haberse hecho sobre las Propuestas Electorales de cada candidato; y la actividad podría haber consistido en analizar y contrastar las propuestas de cada uno. Pero estaba previsto así. Y más por interés de los candidatos, que lo acordaron y organizaron, que para proporcionar datos y conocimientos a los electores.

A priori, se supone que en este tipo de actos cada candidato expondrá sus propuestas de gobierno; y que de la discusión entre ofertas surgirá la información que apetece el electorado. Pero la realidad es distinta. La realidad, de este debate y de la mayoría de los debates políticos, es que el acto se convierte en una mera representación teatral en la que todo se supedita al interés del orador. Consecuentemente, la apetencia de conocimientos del elector se ve subordinada a la avidez de los oradores para “apañar” votos.

Surge así toda una colección de buenas intenciones que, aun sin fundamento, se edulcoran con datos parciales y afirmaciones de parte para componer unas especiales “Propuestas electorales” aptas para “buenistas”, “adanistas”, “partidistas” y demás “istas” e “itas” que se lanzan a la audiencia sin que nadie las contraste; ni someta a discusión si son posibles con datos, análisis y razonamientos.

En el que nos ocupa, a falta de debates sobre Propuestas Electorales con análisis serios y opiniones personales - que no existieron-, los candidatos se dedicaron a meras disputas dialécticas con más contenido sentimental y semántico que consistencia real, donde la actividad se redujo a una administración de minidiscursos pre-elaborados para cada tema, verdaderos rollos a veces soporíferos e infumables, salpimentados de controversias preparadas, que recuerdan la romana costumbre de “Pan y circo” para una plebe del Siglo XXI convertida en espectadora tele-vidente.

De esta forma, se hurtó la discusión y el debate sobre lo que realmente debería importar: Las propuestas electorales presentadas a los espectadores (sufridores y pagadores) a los que va dirigido?

Además, para dar apariencia de contenido informativo a las suministradas como “Presupuestas Electorales” - que nadie analiza - y exhibir equidad, ha surgido la figura de “moderador ecuánime” que reduce su actividad no a moderar entre los intereses de candidatos y electores, en beneficio de estos, sino a interponerse entre candidatos con dos intenciones: Reparto de equidad (supuesta). Y búsqueda de “picante” atractivo y noticioso para que la audiencia, aburrida y harta, no cambie de canal.

Tras el “Histórico Debate a Cuatro”, a falta de Propuestas Electorales que contrastar, la noticia hoy no es el debate entre propuestas, la falta de ellas, la calidad del debate, la utilidad del mismo, o la profesionalidad de unos moderadores (periodistas) que no en todos los casos tuvieron presente que su obligación profesional es “contar” o “hacer que se cuente” la realidad a la sociedad.

La noticia sobre el Debate a cuatro, hoy (textualmente) unos medios la trasmitieron así:

Diario El Mundo: «Sánchez desaprovecha su oportunidad. Rajoy: Hay mucho ruido. Iglesias redobla la presión a Sánchez. Rivera se reivindica».

Diario El País: «El balance del PP tras el debate: “Un zombi, un veleta y Heidi con coleta».

El Confidencial «Se cumplió el guión. Rajoy presumió de experiencia en gestión, Iglesias polarizó para desplazar a Sánchez, que se ‘reactivo’ muy tarde. Rivera encontró un espacio para destacar. El debate entierra a Pedro Sánchez y afianza la polarización entre PP y Podemos».

A partir de ahí, se han elaborado toda suerte de opiniones, encuestas sobre vencedores y vencidos, prospecciones de votos, intenciones de voto, otras previsiones de futuro; y hasta de comparación entre las formas y modos de los moderadores de este último debate y anteriores.

Con el tiempo, se conocerá el costo del acto, por qué se retrasó el comienzo, a qué fueron debidos los que Sergio Espí calificaba de “Problemas muy graves de realización, indignos para un evento como el Debate 13-J... Con el que la Academia de la TV vuelve a castigarnos con un debate tedioso, mal realizado y con un Piqueras Insufrible”... Y hasta las pequeñas cosas que lo rodearon.

Faltará por conocer el resultado que produce en el electorado un contraste de propuestas, que no hubo; y que en el mejor de los casos ha de quedar para entretenimiento y uso del conjunto de adivinos que, a falta de conocimientos, son los únicos que tienen sitio en lo que fue: Un debate para vates entre un señor mayor con gafas, un zombi, un veleta y Heidi con coleta.

Debate para vates

Entre un señor mayor con gafas, un zombi, un veleta y Heidi con coleta
José Luis Heras Celemín
miércoles, 15 de junio de 2016, 08:33 h (CET)
El debate es una controversia o discusión sobre algo concreto entre dos o más personas. También puede entenderse como la contienda, lucha o combate entre ellas.

Conviene la precisión antes de entrar en el anunciado como primer e “Histórico debate a cuatro” de la democracia nacional celebrado en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid entre cuatro candidatos a presidir el gobierno de España tras las elecciones del 26-D: Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera.

El debate, discusión y contienda entre ellos, evidentemente de carácter verbal, aunque calibrado en aspectos sobre escenarios, atriles, tiempos y otras mandangas, sólo estaba previsto como una actividad electoral entre candidatos para hablar de unos temas, cuatro, de supuesto interés para un electorado que ha de decidir a cuál de ellos encomendarle la presidencia del Gobierno.

El debate podría haberse hecho sobre las Propuestas Electorales de cada candidato; y la actividad podría haber consistido en analizar y contrastar las propuestas de cada uno. Pero estaba previsto así. Y más por interés de los candidatos, que lo acordaron y organizaron, que para proporcionar datos y conocimientos a los electores.

A priori, se supone que en este tipo de actos cada candidato expondrá sus propuestas de gobierno; y que de la discusión entre ofertas surgirá la información que apetece el electorado. Pero la realidad es distinta. La realidad, de este debate y de la mayoría de los debates políticos, es que el acto se convierte en una mera representación teatral en la que todo se supedita al interés del orador. Consecuentemente, la apetencia de conocimientos del elector se ve subordinada a la avidez de los oradores para “apañar” votos.

Surge así toda una colección de buenas intenciones que, aun sin fundamento, se edulcoran con datos parciales y afirmaciones de parte para componer unas especiales “Propuestas electorales” aptas para “buenistas”, “adanistas”, “partidistas” y demás “istas” e “itas” que se lanzan a la audiencia sin que nadie las contraste; ni someta a discusión si son posibles con datos, análisis y razonamientos.

En el que nos ocupa, a falta de debates sobre Propuestas Electorales con análisis serios y opiniones personales - que no existieron-, los candidatos se dedicaron a meras disputas dialécticas con más contenido sentimental y semántico que consistencia real, donde la actividad se redujo a una administración de minidiscursos pre-elaborados para cada tema, verdaderos rollos a veces soporíferos e infumables, salpimentados de controversias preparadas, que recuerdan la romana costumbre de “Pan y circo” para una plebe del Siglo XXI convertida en espectadora tele-vidente.

De esta forma, se hurtó la discusión y el debate sobre lo que realmente debería importar: Las propuestas electorales presentadas a los espectadores (sufridores y pagadores) a los que va dirigido?

Además, para dar apariencia de contenido informativo a las suministradas como “Presupuestas Electorales” - que nadie analiza - y exhibir equidad, ha surgido la figura de “moderador ecuánime” que reduce su actividad no a moderar entre los intereses de candidatos y electores, en beneficio de estos, sino a interponerse entre candidatos con dos intenciones: Reparto de equidad (supuesta). Y búsqueda de “picante” atractivo y noticioso para que la audiencia, aburrida y harta, no cambie de canal.

Tras el “Histórico Debate a Cuatro”, a falta de Propuestas Electorales que contrastar, la noticia hoy no es el debate entre propuestas, la falta de ellas, la calidad del debate, la utilidad del mismo, o la profesionalidad de unos moderadores (periodistas) que no en todos los casos tuvieron presente que su obligación profesional es “contar” o “hacer que se cuente” la realidad a la sociedad.

La noticia sobre el Debate a cuatro, hoy (textualmente) unos medios la trasmitieron así:

Diario El Mundo: «Sánchez desaprovecha su oportunidad. Rajoy: Hay mucho ruido. Iglesias redobla la presión a Sánchez. Rivera se reivindica».

Diario El País: «El balance del PP tras el debate: “Un zombi, un veleta y Heidi con coleta».

El Confidencial «Se cumplió el guión. Rajoy presumió de experiencia en gestión, Iglesias polarizó para desplazar a Sánchez, que se ‘reactivo’ muy tarde. Rivera encontró un espacio para destacar. El debate entierra a Pedro Sánchez y afianza la polarización entre PP y Podemos».

A partir de ahí, se han elaborado toda suerte de opiniones, encuestas sobre vencedores y vencidos, prospecciones de votos, intenciones de voto, otras previsiones de futuro; y hasta de comparación entre las formas y modos de los moderadores de este último debate y anteriores.

Con el tiempo, se conocerá el costo del acto, por qué se retrasó el comienzo, a qué fueron debidos los que Sergio Espí calificaba de “Problemas muy graves de realización, indignos para un evento como el Debate 13-J... Con el que la Academia de la TV vuelve a castigarnos con un debate tedioso, mal realizado y con un Piqueras Insufrible”... Y hasta las pequeñas cosas que lo rodearon.

Faltará por conocer el resultado que produce en el electorado un contraste de propuestas, que no hubo; y que en el mejor de los casos ha de quedar para entretenimiento y uso del conjunto de adivinos que, a falta de conocimientos, son los únicos que tienen sitio en lo que fue: Un debate para vates entre un señor mayor con gafas, un zombi, un veleta y Heidi con coleta.

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