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Rafa Esteve-Casanova

La catalanofobia sigue cabalgando

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La pasada semana pude comprobar por mi mismo que el fenómeno de la catalanofobia sigue enquistado en España mucho más allá de los típicos chistes sobre la avaricia de los catalanes. En una rueda de prensa celebrada en Barcelona con la actriz Sofía Loren una periodista que cubría la misma para un programa de Catalunya Ràdio pidió la palabra e inició su pregunta explicando a la actriz para que medio trabajaba, todo ello en catalán ya que esta emisora emite en dicho idioma, para a continuación hacer la pregunta en italiano. Un tremendo abucheo, muestra del más rancio nacionalismo españolista, acogió las primeras palabras de la periodista a quien, prácticamente se impidió seguir hasta que cesó el griterío de los energúmenos defensores del pensamiento único y centralista. Allí habían cerca de doscientos periodistas llegados desde las redacciones de medio mundo: ingleses, italianos, chilenos, argentinos….y, naturalmente españoles. Y fue una gran parte de estos últimos los que mostraron su repulsa a que en Barcelona se empleará la lengua propia de los catalanes, reconocida como oficial en el Estatut. Los periodistas de otros países, con los ojos como platos, ponían cara de no entender nada de lo que allí estaba pasando, pero, al menos, respetuosamente guardaban silencio esperando su turno de preguntar. Unos lo hicieron en castellano, otros en italiano y otros en inglés, y ninguno de ellos fue pasto de los abucheos de los acérrimos defensores de las “esencias patrias”. A la vista de lo ocurrido la periodista catalana en sus posteriores intervenciones lo hizo en italiano y a pesar de que cuando tomaba la palabra se iniciaba un coro rumoroso no volvieron a reproducirse los gritos, al fin y al cabo para aquellos energúmenos del grito y la protesta hablar en italiano en Barcelona está bien visto, lo que les molestaba era el empleo del catalán aunque las palabras fueran posteriormente traducidas al italiano.

Y es que Catalunya sigue siendo la gran desconocida en la llamada piel de toro, a pesar de los versos de Salvador Espriu y de los muchos AVES y puentes aéreos que unen Barcelona con Madrid, y esto no es fruto de ninguna improvisación, el anticatalanismo, la catalanofobia vende y hace llenar muchas urnas. Y de esto en el País Valencià sabemos bastante, en estas tierras que dejaron de ser región para pasar a País y que ahora ya no se si tan sólo son Comunitat, sin el calificativo de valenciana, en plena transición se creo un partido político con el único objetivo de arrebatar votos a la izquierda mediante la agitación del espantajo del anticatalanismo. Aquel partido, Unión Valenciana, hoy desaparecido, le sirvió al Partido Popular para alcanzar las poltronas del poder en tierras valencianas y hoy algunos de sus antiguos jerifaltes calientan los escaños que, como una limosna por sus favores, los “populares” les han entregado cual las migajas que se dan a un menesteroso.

A lo largo de los años hemos conocido boicots a los productos catalanes, cualquier excusa era buena para hacerlo y más de un productor de cava etiquetó sus productos con etiquetas valencianas para sacar adelante su producción, aunque ni unos ni otros reconocerán este hecho. El Partit Socialista del País Valencià estuvo a punto hace unos meses de perder ese “País Valencià” que lleva en su logo desde hace tiempo aunque no suelen publicitarlo, y es que incluso entre las filas de la socialdemocracia ha incubado el miedo a todo aquello que la derecha puede utilizar como arma arrojadiza en época electoral. En su día, con Joan Lerma al frente, se fueron aceptando todas las tesis y demandas de la derecha, se aceptó el himno que tan sólo sirve para “ofrendar nuevas glorias a España”, se renunció a la bandera y al nombre del país y en cada colada íbamos perdiendo un par de sabanas que la derecha se apresuraba a recoger para su uso y abuso. Y se equivocaron y buena muestra de ello es que la socialdemocracia viene perdiendo elección tras elección sin dar señales de levantar cabeza.

Ahora desde ese “tripartito” de la Brunete mediática que forman La Razón, El Mundo y el ABC, a los que hay que añadir la COPE se vuelve a atizar el fuego de la catalanofobia con motivo de la nueva financiación autonómica y se miente, a sabiendas, sobre la primacía de Catalunya sobre el resto de comunidades en el reparto de los fondos de esa caja común olvidando que los catalanes y las Islas Baleares son quienes más aportan a la misma, 15.000 millones de euros es el dinero que desde Catalunya viaja hasta Madrid y, naturalmente, no vuelve en la misma proporción. Tal vez esto podría solucionarse si Catalunya tuviera un concierto económico similar al que tienen vascos y navarros donde, por cierto, tanto los dirigentes del PSOE como los del PP no elevan voz alguna de protesta por ello mientras que cuando alguien lo insinúa para los catalanes los dos partidos mayoritarios se ponen de acuerdo en negarlo.

Nunca creí que en Catalunya alguien fuera abucheado por hablar en su lengua, pero esto ha ocurrido con lo que se demuestra que frente a los nacionalismos periféricos existe un fuerte y larvado sentimiento de nacionalismo español cuyos deseos son que todos seamos como ellos, son todos aquellos que desearían seguir viviendo en aquella España “una, grande y libre” de tiempos más negros, tristes y sangrientos. O tal vez muchos de los que tienen fuertes y repetidos ataques de catalanofobia lo único que sienten es una fuerte envidia ante un país con lengua, cultura y economía propias.

La catalanofobia sigue cabalgando

Rafa Esteve-Casanova
Rafa Esteve-Casanova
domingo, 19 de julio de 2009, 06:07 h (CET)
La pasada semana pude comprobar por mi mismo que el fenómeno de la catalanofobia sigue enquistado en España mucho más allá de los típicos chistes sobre la avaricia de los catalanes. En una rueda de prensa celebrada en Barcelona con la actriz Sofía Loren una periodista que cubría la misma para un programa de Catalunya Ràdio pidió la palabra e inició su pregunta explicando a la actriz para que medio trabajaba, todo ello en catalán ya que esta emisora emite en dicho idioma, para a continuación hacer la pregunta en italiano. Un tremendo abucheo, muestra del más rancio nacionalismo españolista, acogió las primeras palabras de la periodista a quien, prácticamente se impidió seguir hasta que cesó el griterío de los energúmenos defensores del pensamiento único y centralista. Allí habían cerca de doscientos periodistas llegados desde las redacciones de medio mundo: ingleses, italianos, chilenos, argentinos….y, naturalmente españoles. Y fue una gran parte de estos últimos los que mostraron su repulsa a que en Barcelona se empleará la lengua propia de los catalanes, reconocida como oficial en el Estatut. Los periodistas de otros países, con los ojos como platos, ponían cara de no entender nada de lo que allí estaba pasando, pero, al menos, respetuosamente guardaban silencio esperando su turno de preguntar. Unos lo hicieron en castellano, otros en italiano y otros en inglés, y ninguno de ellos fue pasto de los abucheos de los acérrimos defensores de las “esencias patrias”. A la vista de lo ocurrido la periodista catalana en sus posteriores intervenciones lo hizo en italiano y a pesar de que cuando tomaba la palabra se iniciaba un coro rumoroso no volvieron a reproducirse los gritos, al fin y al cabo para aquellos energúmenos del grito y la protesta hablar en italiano en Barcelona está bien visto, lo que les molestaba era el empleo del catalán aunque las palabras fueran posteriormente traducidas al italiano.

Y es que Catalunya sigue siendo la gran desconocida en la llamada piel de toro, a pesar de los versos de Salvador Espriu y de los muchos AVES y puentes aéreos que unen Barcelona con Madrid, y esto no es fruto de ninguna improvisación, el anticatalanismo, la catalanofobia vende y hace llenar muchas urnas. Y de esto en el País Valencià sabemos bastante, en estas tierras que dejaron de ser región para pasar a País y que ahora ya no se si tan sólo son Comunitat, sin el calificativo de valenciana, en plena transición se creo un partido político con el único objetivo de arrebatar votos a la izquierda mediante la agitación del espantajo del anticatalanismo. Aquel partido, Unión Valenciana, hoy desaparecido, le sirvió al Partido Popular para alcanzar las poltronas del poder en tierras valencianas y hoy algunos de sus antiguos jerifaltes calientan los escaños que, como una limosna por sus favores, los “populares” les han entregado cual las migajas que se dan a un menesteroso.

A lo largo de los años hemos conocido boicots a los productos catalanes, cualquier excusa era buena para hacerlo y más de un productor de cava etiquetó sus productos con etiquetas valencianas para sacar adelante su producción, aunque ni unos ni otros reconocerán este hecho. El Partit Socialista del País Valencià estuvo a punto hace unos meses de perder ese “País Valencià” que lleva en su logo desde hace tiempo aunque no suelen publicitarlo, y es que incluso entre las filas de la socialdemocracia ha incubado el miedo a todo aquello que la derecha puede utilizar como arma arrojadiza en época electoral. En su día, con Joan Lerma al frente, se fueron aceptando todas las tesis y demandas de la derecha, se aceptó el himno que tan sólo sirve para “ofrendar nuevas glorias a España”, se renunció a la bandera y al nombre del país y en cada colada íbamos perdiendo un par de sabanas que la derecha se apresuraba a recoger para su uso y abuso. Y se equivocaron y buena muestra de ello es que la socialdemocracia viene perdiendo elección tras elección sin dar señales de levantar cabeza.

Ahora desde ese “tripartito” de la Brunete mediática que forman La Razón, El Mundo y el ABC, a los que hay que añadir la COPE se vuelve a atizar el fuego de la catalanofobia con motivo de la nueva financiación autonómica y se miente, a sabiendas, sobre la primacía de Catalunya sobre el resto de comunidades en el reparto de los fondos de esa caja común olvidando que los catalanes y las Islas Baleares son quienes más aportan a la misma, 15.000 millones de euros es el dinero que desde Catalunya viaja hasta Madrid y, naturalmente, no vuelve en la misma proporción. Tal vez esto podría solucionarse si Catalunya tuviera un concierto económico similar al que tienen vascos y navarros donde, por cierto, tanto los dirigentes del PSOE como los del PP no elevan voz alguna de protesta por ello mientras que cuando alguien lo insinúa para los catalanes los dos partidos mayoritarios se ponen de acuerdo en negarlo.

Nunca creí que en Catalunya alguien fuera abucheado por hablar en su lengua, pero esto ha ocurrido con lo que se demuestra que frente a los nacionalismos periféricos existe un fuerte y larvado sentimiento de nacionalismo español cuyos deseos son que todos seamos como ellos, son todos aquellos que desearían seguir viviendo en aquella España “una, grande y libre” de tiempos más negros, tristes y sangrientos. O tal vez muchos de los que tienen fuertes y repetidos ataques de catalanofobia lo único que sienten es una fuerte envidia ante un país con lengua, cultura y economía propias.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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