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Miguel Massanet

¿Es humano un feto de 15 cm.,con rostro humano?

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Señores, mucho me temo que hayamos entrado en un periodo en el que las ansias del ejecutivo del señor Zapatero, hayan desatado en algunos de sus miembros la necesidad de justificar el puesto que tiene asignado, aunque para ello deban acudir a procedimientos de marketing, basados en decisiones cuestionables y cuestionadas que, por el revuelo que causan en la ciudadanía y por los sentimientos encontrados que suscitan, según sea la valoración ética y moral que se haga de ellos; son capaces de causar alarma social en una gran parte de la población ( incluso entre las filas de los propios socialistas), que, de pronto, se ha de enfrentar a la posibilidad de que algo que viene constituyendo un grave delito en el Código Penal vigente, el aborto, y que, evidentemente, constituye un atentado contra los derechos de todo ser viviente de naturaleza humana a nacer y vivir tal y como los hemos tenido todos los humanos que estamos sobre la faz de la tierra. No obstante, fuere por la necesidad de hacer ruido de alharacas que distraiga a la población de las malas noticias económicas que se van sucediendo, sin solución de continuidad o, fuere debido a la necesidad de dar satisfacción a otros partidos políticos más radicales y batalladores en contra de la moral vigente o, acaso, por la presión de colectivos feministas que quieren convertir en derechos lo que, a todas luces, no se pueden considerar más que actos contrarios al sentido común, canallescos, antinaturales y constitutivos de la más abyecta depravación moral; sin que, en su defensa, se pueda argumentar que en ello tenga nada que ver la religión profesada por los detractores de tales prácticas, porque es lógico que todo ataque a un ser humano en ciernes, que acabe violentamente con su vida, es algo capaz de remover las tripas a cualquier persona con un mínimo de conciencia y de sentido de la equidad sin que tenga nada que ver con su condición de ateo, agnóstico o creyente.

Cuando se creó el ministerio de Igualdad fueron muchos los ciudadanos que pensaron que se trataba de un gasto innecesario, que la igualdad ya estaba garantizada por la Constitución y que, los tribunales, ya eran los que estaban capacitados para proteger este derecho fundamental. Otros, más desconfiados, pensaron que era muy posible que se le asignaran otras tareas destinadas, no a establecer una igualdad de oportunidades que tratase por igual a hombres y mujeres, sino que se trataba de una mera delegación del feminismo “zapateril”, con la misión concreta de destruir, precisamente, esta igualdad para primar a las mujeres que renegaran de la maternidad y buscar la manera de que pudieran transformar en un derecho ( el famoso derecho sobre su propio cuerpo) lo que, desde siempre, se había considerado un delito abominable: el aborto. Por eso no nos extraña que el señor Zapatero, inmerso en una etapa de radicalismo de izquierdas, ante la evidencia de que es incapaz de hacer otra cosa que vociferar en contra de la oposición y renegar de aquellos que critican sus métodos, abjuran de sus decisiones y le piden la renuncia a su cargo, por su manifiesta incompetencia demostrada en el manejo de la economía nacional, pretendiendo solucionarla, vean ustedes la majadería , con lo que él califica como: una “economía verde”; sin tener en cuenta que, todo esto de las energías renovables, no es algo que se pueda aplicar de inmediato y que, la adaptación de la economía a ellas va a requerir un largo periodo de transformación que permita adaptar la estructura de las empresas y la preparación de la mano de obra al cambio que, forzosamente, supondrá su instauración. Pero ya sabemos como se las gasta ZP cuando siente el dogal en el cuello.

Veamos, si decimos “Salud sexual y reproductiva” cualquiera entendería que se trata de una rama de la medicina dedicada a velar por la salud de las madres y de sus posibilidades de reproducirse; pues no, lo siento, para estos señores de la ONU, que han constituido una comisión para, bajo este lema, controlar la población mundial; no buscan defender la salud sexual, sino el aborto libre y, por supuesto, la masacre de millones de posibles seres humanos. Por eso, Zapatero, no quiere que los padres intervengan en la decisión de abortar de sus hijas, porque dice que es una interferencia de la familia y, en consecuencia, es mejor que las menores no hablen de ello con sus padres. Si, señores, es mejor que nuestras hijas se vayan a que cualquier matasanos les practique el aborto y, luego, regresen a casa a ver la TV con sus padres ¡pero que no se enteren de que han abortado! Este es el tipo de relación familiar que nos proponen los socialistas, que cada miembro tire por su lado, como si los padres fueran enemigos de los hijos y sus consejos fueran para fastidiarles. Es “mejor”, sin duda, el consejo de la amiga, o del autor del desaguisado o de la enfermera de turno o del médico abortista que, naturalmente lo que busca es ganarse una pasta.

Pero la señora Bibiana Aído, con toda la desfachatez propia de aquellos que tienen ideas fijas, nos pontifica diciendo que “ un feto de 13 semanas no es un ser humano”, reconoce, menos mal, que es un ser vivo, pero no humano, porque “eso no tiene ninguna base científica”, ¿qué entenderá esta señora por una base científica? Puede que haya consultado con la señora Pilar Bardén o con el doctor Morín y sus ayudantas, las señoras de limpieza, para hacer tan “acertado” diagnóstico. Pero ¿existe alguna base científica que diga lo contrario? Porque, los modestos ciudadanos de a pie, solemos acudir al diccionario de la RAE para averiguarlo la significación de las palabras y; así resulta que el término “humano” se define como: “perteneciente al hombre o propio de él”. Por tanto, cuando nos referimos al semen del hombre lo calificamos de semen humano y si nos referimos al del animal hablamos de semen animal. Por este mismo razonamiento, si hablamos del cigoto implantado en el útero de una mujer, nunca hablaríamos de un cigoto de perro o de elefante, hablamos de un cigoto humano; lo que quiere decir que, antes incluso de la división que lo convierta en embrión, ya nos referimos a él como algo humano, no bestial ni inorgánico.

En la especie humana, se llama embrión al “producto de la concepción hasta fines del tercer mes de embarazo”. En fin, que la señora Bibiana, no hay duda de que, si se equivoca en algo tan sencillo, ¡qué no hará en un tema tan complejo, desde el punto de vista legal y ético, como es el del aborto! Si acudimos a la enciclopedia vemos que, a fines del segundo mes la cabeza del embrión ya ha adquirido un tamaño “desproporcionado”, debido al gran desarrollo del cerebro y, por si no bastara, también aparecen los genitales. Todo ello en miniatura, porque sólo mide 3 centímetros. Pero la señora Aído nos habla de 13 semanas, que son tres meses y, con este tiempo, el feto ya alcanza los 15 centímetros, pesa 113 g. y tiene diferenciados los dedos de las manos y los pies., Un perfecto facsímile, a escala, de un niño humano. Se añade que, por lo general, se aprecian sus movimientos y su sexo ya es claramente visible mientras su rostro, si señora ministra, “su rostro es humano” así queda nítidamente expresado en la explicación de la enciclopedia. Espero que nos diga la “base científica” que nos contradiga y afirme que, un feto de 15 centímetros, a las 13 semanas no es un ser humano ¿qué es entonces?, ¿un alienígena? Y es que, como afirmaba R. Browning la ignorancia, señora ministra, “no es inocencia, sino pecado” A veces, así es.

¿Es humano un feto de 15 cm.,con rostro humano?

Miguel Massanet
Miguel Massanet
miércoles, 20 de mayo de 2009, 08:08 h (CET)
Señores, mucho me temo que hayamos entrado en un periodo en el que las ansias del ejecutivo del señor Zapatero, hayan desatado en algunos de sus miembros la necesidad de justificar el puesto que tiene asignado, aunque para ello deban acudir a procedimientos de marketing, basados en decisiones cuestionables y cuestionadas que, por el revuelo que causan en la ciudadanía y por los sentimientos encontrados que suscitan, según sea la valoración ética y moral que se haga de ellos; son capaces de causar alarma social en una gran parte de la población ( incluso entre las filas de los propios socialistas), que, de pronto, se ha de enfrentar a la posibilidad de que algo que viene constituyendo un grave delito en el Código Penal vigente, el aborto, y que, evidentemente, constituye un atentado contra los derechos de todo ser viviente de naturaleza humana a nacer y vivir tal y como los hemos tenido todos los humanos que estamos sobre la faz de la tierra. No obstante, fuere por la necesidad de hacer ruido de alharacas que distraiga a la población de las malas noticias económicas que se van sucediendo, sin solución de continuidad o, fuere debido a la necesidad de dar satisfacción a otros partidos políticos más radicales y batalladores en contra de la moral vigente o, acaso, por la presión de colectivos feministas que quieren convertir en derechos lo que, a todas luces, no se pueden considerar más que actos contrarios al sentido común, canallescos, antinaturales y constitutivos de la más abyecta depravación moral; sin que, en su defensa, se pueda argumentar que en ello tenga nada que ver la religión profesada por los detractores de tales prácticas, porque es lógico que todo ataque a un ser humano en ciernes, que acabe violentamente con su vida, es algo capaz de remover las tripas a cualquier persona con un mínimo de conciencia y de sentido de la equidad sin que tenga nada que ver con su condición de ateo, agnóstico o creyente.

Cuando se creó el ministerio de Igualdad fueron muchos los ciudadanos que pensaron que se trataba de un gasto innecesario, que la igualdad ya estaba garantizada por la Constitución y que, los tribunales, ya eran los que estaban capacitados para proteger este derecho fundamental. Otros, más desconfiados, pensaron que era muy posible que se le asignaran otras tareas destinadas, no a establecer una igualdad de oportunidades que tratase por igual a hombres y mujeres, sino que se trataba de una mera delegación del feminismo “zapateril”, con la misión concreta de destruir, precisamente, esta igualdad para primar a las mujeres que renegaran de la maternidad y buscar la manera de que pudieran transformar en un derecho ( el famoso derecho sobre su propio cuerpo) lo que, desde siempre, se había considerado un delito abominable: el aborto. Por eso no nos extraña que el señor Zapatero, inmerso en una etapa de radicalismo de izquierdas, ante la evidencia de que es incapaz de hacer otra cosa que vociferar en contra de la oposición y renegar de aquellos que critican sus métodos, abjuran de sus decisiones y le piden la renuncia a su cargo, por su manifiesta incompetencia demostrada en el manejo de la economía nacional, pretendiendo solucionarla, vean ustedes la majadería , con lo que él califica como: una “economía verde”; sin tener en cuenta que, todo esto de las energías renovables, no es algo que se pueda aplicar de inmediato y que, la adaptación de la economía a ellas va a requerir un largo periodo de transformación que permita adaptar la estructura de las empresas y la preparación de la mano de obra al cambio que, forzosamente, supondrá su instauración. Pero ya sabemos como se las gasta ZP cuando siente el dogal en el cuello.

Veamos, si decimos “Salud sexual y reproductiva” cualquiera entendería que se trata de una rama de la medicina dedicada a velar por la salud de las madres y de sus posibilidades de reproducirse; pues no, lo siento, para estos señores de la ONU, que han constituido una comisión para, bajo este lema, controlar la población mundial; no buscan defender la salud sexual, sino el aborto libre y, por supuesto, la masacre de millones de posibles seres humanos. Por eso, Zapatero, no quiere que los padres intervengan en la decisión de abortar de sus hijas, porque dice que es una interferencia de la familia y, en consecuencia, es mejor que las menores no hablen de ello con sus padres. Si, señores, es mejor que nuestras hijas se vayan a que cualquier matasanos les practique el aborto y, luego, regresen a casa a ver la TV con sus padres ¡pero que no se enteren de que han abortado! Este es el tipo de relación familiar que nos proponen los socialistas, que cada miembro tire por su lado, como si los padres fueran enemigos de los hijos y sus consejos fueran para fastidiarles. Es “mejor”, sin duda, el consejo de la amiga, o del autor del desaguisado o de la enfermera de turno o del médico abortista que, naturalmente lo que busca es ganarse una pasta.

Pero la señora Bibiana Aído, con toda la desfachatez propia de aquellos que tienen ideas fijas, nos pontifica diciendo que “ un feto de 13 semanas no es un ser humano”, reconoce, menos mal, que es un ser vivo, pero no humano, porque “eso no tiene ninguna base científica”, ¿qué entenderá esta señora por una base científica? Puede que haya consultado con la señora Pilar Bardén o con el doctor Morín y sus ayudantas, las señoras de limpieza, para hacer tan “acertado” diagnóstico. Pero ¿existe alguna base científica que diga lo contrario? Porque, los modestos ciudadanos de a pie, solemos acudir al diccionario de la RAE para averiguarlo la significación de las palabras y; así resulta que el término “humano” se define como: “perteneciente al hombre o propio de él”. Por tanto, cuando nos referimos al semen del hombre lo calificamos de semen humano y si nos referimos al del animal hablamos de semen animal. Por este mismo razonamiento, si hablamos del cigoto implantado en el útero de una mujer, nunca hablaríamos de un cigoto de perro o de elefante, hablamos de un cigoto humano; lo que quiere decir que, antes incluso de la división que lo convierta en embrión, ya nos referimos a él como algo humano, no bestial ni inorgánico.

En la especie humana, se llama embrión al “producto de la concepción hasta fines del tercer mes de embarazo”. En fin, que la señora Bibiana, no hay duda de que, si se equivoca en algo tan sencillo, ¡qué no hará en un tema tan complejo, desde el punto de vista legal y ético, como es el del aborto! Si acudimos a la enciclopedia vemos que, a fines del segundo mes la cabeza del embrión ya ha adquirido un tamaño “desproporcionado”, debido al gran desarrollo del cerebro y, por si no bastara, también aparecen los genitales. Todo ello en miniatura, porque sólo mide 3 centímetros. Pero la señora Aído nos habla de 13 semanas, que son tres meses y, con este tiempo, el feto ya alcanza los 15 centímetros, pesa 113 g. y tiene diferenciados los dedos de las manos y los pies., Un perfecto facsímile, a escala, de un niño humano. Se añade que, por lo general, se aprecian sus movimientos y su sexo ya es claramente visible mientras su rostro, si señora ministra, “su rostro es humano” así queda nítidamente expresado en la explicación de la enciclopedia. Espero que nos diga la “base científica” que nos contradiga y afirme que, un feto de 15 centímetros, a las 13 semanas no es un ser humano ¿qué es entonces?, ¿un alienígena? Y es que, como afirmaba R. Browning la ignorancia, señora ministra, “no es inocencia, sino pecado” A veces, así es.

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