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No a los malos tratos, a la maldad. No al dolor inaugurado ni a la terquedad

​Párrafos que no irán a ninguna parte

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La pistola blanca…

No provocaba heridas, pero transformaba almas. Esa pistola era magia.


La poseía un poeta y gastaba todas sus balas, nadie sabe si esa historia fue real o fantasía, un invento que contaban las vecinas de allá arriba. A aquellos que ha apuntado la defienden y protegen pues ahora no son villanos, sino duendes muy valientes.


¿Quién podrá tenerla ahora?, ¿qué poeta la tendrá?, si alguno sabe donde está que por favor me lo cuente que por mí, nadie lo sabrá.


No escribiré antes de morir… eres mi amor…


Fui incapaz de contarte los secretos de mi vida, miedos, errores, por eso te escribí, pero esa carta jamás se envió.


Fui incapaz de mirarte a los ojos y te llamé por teléfono, pero al contestarme tú, lo colgaba. Fui incapaz de acariciarte el pelo, pero te envié un peluche a una dirección equivocada para que durmieras con el. No logré descubrir cual era tu perfume pues no me acercaba a ti, pero esa supuesta fragancia fue sustituida por la de rosas y claveles en una tienda de mi pueblo.


¿Sabes?, lo he perdido todo por miedo a un fracaso que se anunciaba día a día con tu desprecio. Fue una pena haberme equivocado y bueno fue disimularlo, pero esperando a un nuevo amor me pasaron los años... Con el tiempo supe de ti, tenías rosas y claveles en tu jardín, enviaste tantas cartas que ya no podían contarse a un destinatario inexistente, recibí muchas llamadas de números desconocidos... ¿Sabes por qué?... porque tú eras mío y yo tuya, pero nos separaron los astros, las diferencias, el interés y por eso: "Ahora somos dos barcos que navegan sin rumbo en medio del océano y pronunciando vamos nuestros nombres, en silencio, para que el otro... no pueda escucharlo".


A pesar de eso, Jamás escribiré: "Que has sido mi amor".


Menos mal que los santos existen…


Y que saben bien quien soy. Menos mal que ellos me cuidan, aunque por mi falta de fe, "no acepto pensar en ellos, no rezo en ninguna parte, no llevo a Dios por delante no visito las iglesias y... no permito el confesarme ante un "señor de Dios".


Pero aquellos que fueron santos muy dentro de mí, están... por eso, ellos, menos mal, que comprenden estas faltas, que tenerlas está bien, se puede vivir sin fe y sus historias leer... Se puede no creer y sin embargo, tener a esos seres por amigos.


Se puede de tantas formas ser de ellos, estar con ellos, que ellos sabrán elegir aquella manera correcta, que no necesita iglesia, que decir de la oración, aquella que no se confiesa y sin embargo, aquella que obtiene el perdón. Esa es mi fe, esa es mi religión. Por eso, "menos mal que ellos existen".


Y estos párrafos no irán a ninguna parte porque no creo que la gente cambie por leer poesía, ni que se deba recordar los amores fallidos y menos que ellos, los santos, nos respondan a tiempo.

Fin.

​Párrafos que no irán a ninguna parte

No a los malos tratos, a la maldad. No al dolor inaugurado ni a la terquedad
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
martes, 18 de julio de 2023, 09:41 h (CET)

La pistola blanca…

No provocaba heridas, pero transformaba almas. Esa pistola era magia.


La poseía un poeta y gastaba todas sus balas, nadie sabe si esa historia fue real o fantasía, un invento que contaban las vecinas de allá arriba. A aquellos que ha apuntado la defienden y protegen pues ahora no son villanos, sino duendes muy valientes.


¿Quién podrá tenerla ahora?, ¿qué poeta la tendrá?, si alguno sabe donde está que por favor me lo cuente que por mí, nadie lo sabrá.


No escribiré antes de morir… eres mi amor…


Fui incapaz de contarte los secretos de mi vida, miedos, errores, por eso te escribí, pero esa carta jamás se envió.


Fui incapaz de mirarte a los ojos y te llamé por teléfono, pero al contestarme tú, lo colgaba. Fui incapaz de acariciarte el pelo, pero te envié un peluche a una dirección equivocada para que durmieras con el. No logré descubrir cual era tu perfume pues no me acercaba a ti, pero esa supuesta fragancia fue sustituida por la de rosas y claveles en una tienda de mi pueblo.


¿Sabes?, lo he perdido todo por miedo a un fracaso que se anunciaba día a día con tu desprecio. Fue una pena haberme equivocado y bueno fue disimularlo, pero esperando a un nuevo amor me pasaron los años... Con el tiempo supe de ti, tenías rosas y claveles en tu jardín, enviaste tantas cartas que ya no podían contarse a un destinatario inexistente, recibí muchas llamadas de números desconocidos... ¿Sabes por qué?... porque tú eras mío y yo tuya, pero nos separaron los astros, las diferencias, el interés y por eso: "Ahora somos dos barcos que navegan sin rumbo en medio del océano y pronunciando vamos nuestros nombres, en silencio, para que el otro... no pueda escucharlo".


A pesar de eso, Jamás escribiré: "Que has sido mi amor".


Menos mal que los santos existen…


Y que saben bien quien soy. Menos mal que ellos me cuidan, aunque por mi falta de fe, "no acepto pensar en ellos, no rezo en ninguna parte, no llevo a Dios por delante no visito las iglesias y... no permito el confesarme ante un "señor de Dios".


Pero aquellos que fueron santos muy dentro de mí, están... por eso, ellos, menos mal, que comprenden estas faltas, que tenerlas está bien, se puede vivir sin fe y sus historias leer... Se puede no creer y sin embargo, tener a esos seres por amigos.


Se puede de tantas formas ser de ellos, estar con ellos, que ellos sabrán elegir aquella manera correcta, que no necesita iglesia, que decir de la oración, aquella que no se confiesa y sin embargo, aquella que obtiene el perdón. Esa es mi fe, esa es mi religión. Por eso, "menos mal que ellos existen".


Y estos párrafos no irán a ninguna parte porque no creo que la gente cambie por leer poesía, ni que se deba recordar los amores fallidos y menos que ellos, los santos, nos respondan a tiempo.

Fin.

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