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El libro se titula 'Vivir después de Matar'

Once etarras disidentes narran su salida de ETA y su rechazo a la violencia

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Once etarras disidentes de la veintena que se acogieron a la denominada Vía Nanclares han aceptado contar su historia en un libro titulado 'Vivir después de Matar' (La esfera de los libros) que narra la experiencia personal de los terroristas que decidieron romper con la banda y emprender el camino que va desde el rechazo de la violencia hasta recuperar la libertad.

"Nadie sabe lo que pasa fuera ni como la realidad política ha ido cambiando. Sobrevivir en la cárcel es más sencillo si uno piensa que fuera es considerado un héroe. Romper ese espejismo sería abandonar la idea de que la lucha armada ha servido para algo. Por eso ETA defiende con uñas y dientes su territorio e intenta que sus presos se mantengan dentro de la utopía, dentro de un mundo ideal donde los terroristas son gudaris y donde la Vía Nanclares es un peligro".

Este es uno de los muchos testimonios recogidos por la periodista Ana Terradillos a través de un libro que retrata las presiones que ejerce ETA y su Colectivo de Presos (EPPK) sobre sus internos para mantener férrea la disciplina. La Vía Nanclares es el nombre que recibieron los presos que optaron por romper con la banda de forma individual y por escrito a cambio de ser acercados a una cárcel de Álava y optar a beneficios como permisos de salida o progresiones de grado.

La autora es especialista en la información sobre terrorismo y aborda de lleno la polémica sobre si el arrepentimiento de los presos de Nanclares es sincero. En el capítulo 'Los mal llamados arrepentidos' explica cómo estos internos disidentes están dispuestos a pedir perdón a sus víctimas, pero sin embargo rechazan el término de arrepentidos. "Esa palabra suena mal. En nuestro terreno es un término tabú", admite uno de los entrevistados.

ARREPENTIMIENTO
Terradillos concluye que "los presos de ETA no se arrepienten de haber defendido una Euskadi independiente. Creen que la sociedad en la que vivieron se merecía salir del control centralista para convertirse en un estado autónomo. Con lo que los presos de la Vía Nanclares no comulgan -al menos ahora- es con la consecución de estas metas por la vía de las armas. He aquí la doble moral, el juego del lenguaje".

Este trabajo da voz a además a otros protagonistas como el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, uno de los artífices de la Vía Nanclares.

Sobre la cuestión, el juez opina que se trata de un "arrepentimiento por haber matado. Es cierto que a ese arrepentimiento se puede llegar también por vías indirectas. Alguien puede pensar que después de veinte años en la cárcel no ha conseguido nada y que no ha merecido la pena el daño que ha causado".

Para acceder a algunos beneficios penitenciarios como el tercer grado o la libertad condicional la Ley marca a los condenados por terrorismo una serie de requisitos como la colaboración con la Justicia para esclarecer atentados sin resolver. Sobre este punto Terradillos relata que los presos de Nanclares "piden perdón a las víctimas, reconocen el daño causado, pero sólo unos pocos presos de ETA han colaborado con la Justicia señalando a algún compañero de la banda terrorista".

"NADIE QUIERE SER EL CHIVATO"
Explica que eso se debe muchas veces a que "nadie quiere ser el chivato" o a la escasa información que tienen los etarras más allá de las acciones de su propio comando. No obvia la periodista que los etarras que tenían puestos de responsabilidad en la banda sí que tenían acceso a toda la estructura.

Por su parte el juez argumenta que "la administración penitenciaria hace un estudio muy exhaustivo sobre la circunstancia del preso antes de conceder la libertad condicional". "A día de hoy sólo tres de los veintitrés de Nanclares han colaborado para esclarecer otros atentados", precisa Terradillos.

La páginas del libro también da voz a víctimas que han aceptado sentarse frente a sus verdugos, algunas de ellas en talleres restaurativos organizados por la Administración durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Destaca la conversación entre Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jauregui, gobernador civil de Guipúzcoa asesinado por ETA en el año 2000.

Lasa conversó con uno de los asesinos de su marido Ibon Etxezarreta: "Le dije lo mismo que le había dicho años antes a Carrasco (otro etarra): 'Prefiero ser la viuda de Juan Mari, que ser tu madre'. Y él me contestó: 'Yo también hubiese preferido ser Juan Mari a ser yo'. Te entiendo, le dije, porque si fueses Juan Mari no tendrías por qué arrepentirte de nada".

Once etarras disidentes narran su salida de ETA y su rechazo a la violencia

El libro se titula 'Vivir después de Matar'
Redacción
domingo, 24 de abril de 2016, 12:23 h (CET)
Once etarras disidentes de la veintena que se acogieron a la denominada Vía Nanclares han aceptado contar su historia en un libro titulado 'Vivir después de Matar' (La esfera de los libros) que narra la experiencia personal de los terroristas que decidieron romper con la banda y emprender el camino que va desde el rechazo de la violencia hasta recuperar la libertad.

"Nadie sabe lo que pasa fuera ni como la realidad política ha ido cambiando. Sobrevivir en la cárcel es más sencillo si uno piensa que fuera es considerado un héroe. Romper ese espejismo sería abandonar la idea de que la lucha armada ha servido para algo. Por eso ETA defiende con uñas y dientes su territorio e intenta que sus presos se mantengan dentro de la utopía, dentro de un mundo ideal donde los terroristas son gudaris y donde la Vía Nanclares es un peligro".

Este es uno de los muchos testimonios recogidos por la periodista Ana Terradillos a través de un libro que retrata las presiones que ejerce ETA y su Colectivo de Presos (EPPK) sobre sus internos para mantener férrea la disciplina. La Vía Nanclares es el nombre que recibieron los presos que optaron por romper con la banda de forma individual y por escrito a cambio de ser acercados a una cárcel de Álava y optar a beneficios como permisos de salida o progresiones de grado.

La autora es especialista en la información sobre terrorismo y aborda de lleno la polémica sobre si el arrepentimiento de los presos de Nanclares es sincero. En el capítulo 'Los mal llamados arrepentidos' explica cómo estos internos disidentes están dispuestos a pedir perdón a sus víctimas, pero sin embargo rechazan el término de arrepentidos. "Esa palabra suena mal. En nuestro terreno es un término tabú", admite uno de los entrevistados.

ARREPENTIMIENTO
Terradillos concluye que "los presos de ETA no se arrepienten de haber defendido una Euskadi independiente. Creen que la sociedad en la que vivieron se merecía salir del control centralista para convertirse en un estado autónomo. Con lo que los presos de la Vía Nanclares no comulgan -al menos ahora- es con la consecución de estas metas por la vía de las armas. He aquí la doble moral, el juego del lenguaje".

Este trabajo da voz a además a otros protagonistas como el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, uno de los artífices de la Vía Nanclares.

Sobre la cuestión, el juez opina que se trata de un "arrepentimiento por haber matado. Es cierto que a ese arrepentimiento se puede llegar también por vías indirectas. Alguien puede pensar que después de veinte años en la cárcel no ha conseguido nada y que no ha merecido la pena el daño que ha causado".

Para acceder a algunos beneficios penitenciarios como el tercer grado o la libertad condicional la Ley marca a los condenados por terrorismo una serie de requisitos como la colaboración con la Justicia para esclarecer atentados sin resolver. Sobre este punto Terradillos relata que los presos de Nanclares "piden perdón a las víctimas, reconocen el daño causado, pero sólo unos pocos presos de ETA han colaborado con la Justicia señalando a algún compañero de la banda terrorista".

"NADIE QUIERE SER EL CHIVATO"
Explica que eso se debe muchas veces a que "nadie quiere ser el chivato" o a la escasa información que tienen los etarras más allá de las acciones de su propio comando. No obvia la periodista que los etarras que tenían puestos de responsabilidad en la banda sí que tenían acceso a toda la estructura.

Por su parte el juez argumenta que "la administración penitenciaria hace un estudio muy exhaustivo sobre la circunstancia del preso antes de conceder la libertad condicional". "A día de hoy sólo tres de los veintitrés de Nanclares han colaborado para esclarecer otros atentados", precisa Terradillos.

La páginas del libro también da voz a víctimas que han aceptado sentarse frente a sus verdugos, algunas de ellas en talleres restaurativos organizados por la Administración durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Destaca la conversación entre Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jauregui, gobernador civil de Guipúzcoa asesinado por ETA en el año 2000.

Lasa conversó con uno de los asesinos de su marido Ibon Etxezarreta: "Le dije lo mismo que le había dicho años antes a Carrasco (otro etarra): 'Prefiero ser la viuda de Juan Mari, que ser tu madre'. Y él me contestó: 'Yo también hubiese preferido ser Juan Mari a ser yo'. Te entiendo, le dije, porque si fueses Juan Mari no tendrías por qué arrepentirte de nada".

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