Forman una piña, se agrupan, se ponen de espaldas una contra la otra y sacan a relucir sus bien cuidadas uñas para defenderse de sus seculares enemigos, de los enemigos ancestrales del feminismo, de sus depredadores naturales los hombres. Y es que la ministras de cupo del PSOE saben que su mamandurria depende de que, el señor Zapatero, las mantenga, aunque sea suspendidas de un trapecio porque, si es que queremos hablar de méritos propios para el puesto que ocupan, más bien andan justitas, las pobres, y la retahíla de despropósitos que ya han ido acumulando, durante esta y la pasada legislatura, hubieran sido excusa bastante para que hicieran el hatillo y se hubieran retirado a sus respectivos domicilios, donde es seguro que tendrían más éxito y no nos incordiarían más con su incompetencia y sus desplantes de verduleras de zarzuela.
Y este preámbulo se debe a que, por si no tuviéramos bastante con las “hazañas” de la señora ministra de Fomento, si no hubiera cometido suficientes torpezas en el mal ejercicio de su trabajo como ministra; para acabar de redondear su currículo y cerrar con broche de oro su andadura por el ministerio cuya jefatura ostenta, no ha tenido mejor ocurrencia, no ha encontrado momento más oportuno y no se le ha ocurrido idea más brillante que imitar a su compañero en los bancos azules del Parlamento, el señor Fernández Bermejo ( felizmente desaparecido del ministerio de Justicia) y ha decidido echar la casa por la ventana para hacer unas cuantas reformas, seguramente “muy necesarias” e “imprescindibles” en la planta séptima del ministerio de Fomento.
Seguramente, los ciudadanos de a pie no tenemos una visión correcta de lo que está ocurriendo en nuestra patria. Es posible que lo de la recesión económica, que lleva enviando al paro a más de cuatro millones de trabajadores y que, la falta de créditos bancarios y las quiebras de industrias y comercios que cada día se producen, en un goteo descorazonados y persistente; solo sean un espejismo, un fenómeno óptico fruto de nuestra imaginación que nos hace ver las cosas de forma distinta a como la contemplan los políticos de nuestro Gobierno. Debe ser así, porque sería muy difícil de entender que, aparte de los despilfarros del Gobierno en partidas tan absurdas como el pago de subvenciones por lo de la Alianza de Civilizaciones, las ayudas a los bancos en crisis (que debieran haber servido para que estos abrieran las espitas crediticias) y, con independencia de los despilfarros del anterior gobierno gallego, presidido por el señor Touriño –que fue quien inició el camino de las inversiones suntuarias del socialismo español –; hete aquí que reaparece la señora Álvarez quien, después del regreso de su periplo por las heladas estepas rusas y del cursillo intensivo que debió recibir para aprender a encasquetarse debidamente el tradicional gorro de piel ruso llamado “chapka”; todavía no sabemos lo que se trajo para solucionar la terrible catástrofe de que, en Barajas, de uvas a peras, caigan dos centímetros del blanco elemento. Deberíamos conocer lo que ha costado este viaje y lo que le ha aprovechado a esta ministra que, si queremos ser sinceros, parece una imitación del famoso Mister Gadget de los tebeos.
Por si nos sobraran los euros, esta hacendosa mujer ha decidido mejorar la estructura física y orgánica de su ministerio. Donde había dos secretarías de Estado ahora habrá una más y por si no fuera suficiente dividida en una Secretaría General y en tres direcciones generales. No hay duda de que todavía quedan muchos socialistas que no han conseguido instalarse a costa del Erario público y hay que ayudarles a hacerlo. Claro que, estos cambios, los han hecho a la chita callando porque, a los ciudadanos más sensatos, les pudiera parecer un gasto excesivo, dado lo poco que ya vienen pencando los habituales ocupantes de los ministerios. Ahora, en el momento más culminante de la crisis, parece que a la señora Álvarez le han entrado delirios de grandeza, ideas megalómanas o, también pudiera ser, el simple impulso hortera, tan propio de los nuevos ricos, de exhibir ante sus huestes la importancia de su presencia como ministra, envolviéndose en la suntuosidad y ampulosidad de un palacio real. Sea como fuere no pierdan ripio, porque las obras proyectadas en la planta séptima del edificio del ministerio de Fomento están presupuestas en la cifra de 734.544 euros que, si no me falla la calculadora, pudiera ser que fueran la friolera de 122.217.840 de las antigua pesetas.
Naturalmente la mentada planta 7ª corresponde a la de los despachos de los altos jefes porque, los de abajo, los currantes, para lo que hacen… En total 645 m2 en los que se derribarán tabiques; se construirán otros nuevos; se reformarán los baños; se habilitarán nuevos pasillos y se construirá un baño para cada despacho, no fuera que los directores generales se tuvieran que resfriar para acudir a un servicio común. También se va a renovar la instalación eléctrica y se instalaran unidades de climatización independientes para cada despacho. ¡Ah! Aparte y en otro presupuesto se pondrán los gastos de decoración. Un pequeño inconveniente, deberán soportar cinco meses de incomodidades por las obras. Yo propondría que, visto lo que pintan toda esta caterva de mandos, se los podría enviar de vacaciones a Rusia para que aprendieran como evitar que los aeropuertos queden colapsados por las nevadas y si, de paso, alguno se quiere quedar allí, ¡miel sobre hojuelas!
|