A mediados de la década de los noventa y en los primeros años del siglo XXI, los juegos online en Internet experimentaron un boom de popularidad tremendo. Después de unos años en los que los smartphones, las aplicaciones móviles y otros novedosos dispositivos tecnológicos les arrebataran el protagonismo, parece que vuelven por sus fueros. Desde las videoconsolas de última generación con títulos de presupuesto “hollywoodiense” hasta en nuestros navegadores de internet, con divertidas propuestas como la de los juegos tragamonedas gratis de Slot, nos encontramos con que las partidas online están en plena forma.
Para los más jóvenes las palabras vídeo o ciberclub pueden sonar a chino. La idea de un lugar donde la gente se reunía para alquilar un ordenador durante un periodo de tiempo determinado (normalmente desde 15 minutos a 2 horas) parece prehistórica, pero nada más lejos de la realidad. Hace tan solo 10 años estos lugares eran la auténtica moda y el fervor entre los jóvenes por los juegos online en estos lugares era fascinante.
Estos sitios eran la cuna de los juegos online por Internet. La gente se concentraba en ellos para conectarse y jugar competiciones con gente de todo el mundo y se convirtieron en una referencia sobre todo para los adolescentes. Entre los títulos más destacados y que marcaron una época en este género, encontramos sagas tan míticas como la de Counter Strike. Uno de los pocos videojuegos que ha tenido más éxito en su plataforma de PC online que en las distintas versiones creadas para las distintas consolas.
Lo cierto es que, técnicamente, se puede hablar de que esta época pertenece al siglo pasado, pero es mucho más cercana de lo que parece. A pesar de que en el mundo de la tecnología la longevidad de los elementos es muy corta y perecen en cuanto llega otra más mejorada y preparada, los juegos online se han mantenido en un segundo plano sin desaparecer. Peor suerte corrieron esos lugares donde estos juegos gestaron sus primeras semillas y donde se focalizó su éxito. El avance tecnológico y la llegada de los ordenadores a la inmensa mayoría de los hogares provocó la inutilidad de las salas que se abastecían del alquiler de los mismos.