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Busca, como objetivo principal, la salvaguardia cultural

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Uno de los hechos más relevantes del siglo pasado, culturalmente hablando, pudo ser el asentamiento de las bases, de La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, denominada “UNESCO”, y particularmente ya en este siglo, en su 32ª reunión, celebrada en París en 2003, donde se consideró la importancia que reviste el patrimonio cultural inmaterial, como mosaico de la diversidad cultural y como garante del desarrollo sostenible, así como de suscitar un mayor nivel de conciencia, mejorando y completando los acuerdos, recomendaciones y resoluciones internacionales existentes en materia de patrimonio cultural y natural mediante nuevas disposiciones relativas al patrimonio cultural inmaterial, como factor de acercamiento, de intercambio y entendimiento entre los seres humanos.


Por lo que podemos entender que la UNESCO busca principalmente la salvaguardia cultural, entendiendo por salvaguarda las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización y transmisión, básicamente a través de la enseñanza formal y no formal al igual que la revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos (Artículo 2.3).


La inclusión de las prácticas tradicionales tales como las narraciones, los cantos, las técnicas artesanales, el folclore local etc… deben tomar, la forma de "protección simbólica", basada en la documentación y en la investigación (Heinich 2009).


Aunque pocas o ninguna de las herramientas de que disponen las instituciones del patrimonio está pensada para tener en cuenta la dimensión dinámica del elemento y para asegurar ante todo la "viabilidad" y sostenibilidad para su permuta en el tiempo, lo que nos tendría que dar lugar a la reflexión de qué lugar ocupan las instituciones en la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Al igual que no se desarrollan las bases de cómo se gestionarán estas en el futuro, y sobre todo que papel jugaran los actores principales en la salvaguarda y en la transmisión de estas a las futuras generaciones que la UNESCO ha considerado como “prioridad”.


Los gobiernos autonómicos, locales y estatales están inmersos en una carrera por presentar estas candidaturas como promoción turística, la lista del patrimonio mundial, al igual que esta de España, goza de la apreciación de los activistas del patrimonio al igual que es objeto de las críticas de sus analistas.


Estos últimos denuncian que se produce una “escaparatización” que es una forma de amaestramiento taxonomista y de normalización cultural (Nas 2002; Noyes 2006) ya que, al extender los procedimientos museológicos al espacio social de vida de los individuos, los introduciría en una nueva relación, ya no sólo cultural sino meta cultural, con las prácticas culturales que antaño “se daban por sentado” (Kirshenblatt-Gimblett 2004).


Esta cosificación patrimonial que acompaña a la incorporación de la cultura oficial implica el efecto de normalización del análisis de Valdimar Tr. Hafstein (2011) señalado también por Laurent Sébastien Fournier (2011) con respecto a la patrimonialización, como puede ser La Tarasca

 Vemos como esta, muestra la pérdida de la fuerza simbólica de este rito festivo y de sus componentes socialmente marginales, condición esencial para el acceso al nuevo estatus del patrimonio transformación de los portadores de la Tarasca, que tenían reputación de “borrachos”, en “embajadores”, corresponde a la normalización de los aspectos subversivos de la comunidad.


Esta patrimonialización, diferenciada de la transmisión cultural, que se entendía como el producto “natural” de la cultura, y que podía estar aislado del mismo para asegurar su protección, el Patrimonio Cultural Inmaterial se ha autodefinido como la selección deliberada a manos de un grupo de expertos de los elementos que darían a conocer su cultura para la patrimonialización. Por lo que la transformación de esta en patrimonio solo debería de hacerse posible cuando la cultura proceda de lo cotidiano y de sus portadores, y no desarrollando una relación a distancia con esta “cultura” utilizada como herramienta de identificación, productora de una identidad colectiva, al servicio de la venta de esta cultura beneficiándose solo las instituciones.

UNESCO

Busca, como objetivo principal, la salvaguardia cultural
Miguel Jesús Castillo Garrido
miércoles, 15 de febrero de 2023, 09:17 h (CET)

Uno de los hechos más relevantes del siglo pasado, culturalmente hablando, pudo ser el asentamiento de las bases, de La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, denominada “UNESCO”, y particularmente ya en este siglo, en su 32ª reunión, celebrada en París en 2003, donde se consideró la importancia que reviste el patrimonio cultural inmaterial, como mosaico de la diversidad cultural y como garante del desarrollo sostenible, así como de suscitar un mayor nivel de conciencia, mejorando y completando los acuerdos, recomendaciones y resoluciones internacionales existentes en materia de patrimonio cultural y natural mediante nuevas disposiciones relativas al patrimonio cultural inmaterial, como factor de acercamiento, de intercambio y entendimiento entre los seres humanos.


Por lo que podemos entender que la UNESCO busca principalmente la salvaguardia cultural, entendiendo por salvaguarda las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización y transmisión, básicamente a través de la enseñanza formal y no formal al igual que la revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos (Artículo 2.3).


La inclusión de las prácticas tradicionales tales como las narraciones, los cantos, las técnicas artesanales, el folclore local etc… deben tomar, la forma de "protección simbólica", basada en la documentación y en la investigación (Heinich 2009).


Aunque pocas o ninguna de las herramientas de que disponen las instituciones del patrimonio está pensada para tener en cuenta la dimensión dinámica del elemento y para asegurar ante todo la "viabilidad" y sostenibilidad para su permuta en el tiempo, lo que nos tendría que dar lugar a la reflexión de qué lugar ocupan las instituciones en la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Al igual que no se desarrollan las bases de cómo se gestionarán estas en el futuro, y sobre todo que papel jugaran los actores principales en la salvaguarda y en la transmisión de estas a las futuras generaciones que la UNESCO ha considerado como “prioridad”.


Los gobiernos autonómicos, locales y estatales están inmersos en una carrera por presentar estas candidaturas como promoción turística, la lista del patrimonio mundial, al igual que esta de España, goza de la apreciación de los activistas del patrimonio al igual que es objeto de las críticas de sus analistas.


Estos últimos denuncian que se produce una “escaparatización” que es una forma de amaestramiento taxonomista y de normalización cultural (Nas 2002; Noyes 2006) ya que, al extender los procedimientos museológicos al espacio social de vida de los individuos, los introduciría en una nueva relación, ya no sólo cultural sino meta cultural, con las prácticas culturales que antaño “se daban por sentado” (Kirshenblatt-Gimblett 2004).


Esta cosificación patrimonial que acompaña a la incorporación de la cultura oficial implica el efecto de normalización del análisis de Valdimar Tr. Hafstein (2011) señalado también por Laurent Sébastien Fournier (2011) con respecto a la patrimonialización, como puede ser La Tarasca

 Vemos como esta, muestra la pérdida de la fuerza simbólica de este rito festivo y de sus componentes socialmente marginales, condición esencial para el acceso al nuevo estatus del patrimonio transformación de los portadores de la Tarasca, que tenían reputación de “borrachos”, en “embajadores”, corresponde a la normalización de los aspectos subversivos de la comunidad.


Esta patrimonialización, diferenciada de la transmisión cultural, que se entendía como el producto “natural” de la cultura, y que podía estar aislado del mismo para asegurar su protección, el Patrimonio Cultural Inmaterial se ha autodefinido como la selección deliberada a manos de un grupo de expertos de los elementos que darían a conocer su cultura para la patrimonialización. Por lo que la transformación de esta en patrimonio solo debería de hacerse posible cuando la cultura proceda de lo cotidiano y de sus portadores, y no desarrollando una relación a distancia con esta “cultura” utilizada como herramienta de identificación, productora de una identidad colectiva, al servicio de la venta de esta cultura beneficiándose solo las instituciones.

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