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Compartiendo diálogos conmigo mismo

Con ser amor, soy de Dios

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Para conciliar hay que reconciliarse,
cada cual consigo y junto a los demás.
También para vivir hay que vivirse,
cada día como si fuera el último.
Tan importante como abrirse el alma
es reabrirse al amor para alegrarse.
Sólo quien sabe amar sabe quererse,
y ha de hacerlo hasta el extremo de ser.
Porque quien es amor no se posee,
se dona hasta si es preciso agonizar.

Todo es compartir, pedir perdón,
con el valor de perdonarse perdonando,
de arrepentirse arrepintiéndose,
pues nada somos por sí mismos,
cuando pensamos ser algo fallecemos,
tan corto es el andar que no llegamos,
tan largo es el camino que no avanzamos,
y únicamente de generación en generación,
alcanzamos el horizonte, abrazamos la luz,
dejemos entrar a Dios para crecernos.

Aunque penitentes somos, la esperanza
es el sueño requerido con desvelo,
la clemencia que el Creador nos injerta
a la especie, lo que requiere compasión
de unos a otros y de otros a unos,
ya que todo es de Dios y ha de volver
a Él, pues todo es por Él, y en Él
se embellece con espíritu naciente,
como dador de alientos y receptor
de deseos; de este ser-amor, para ser de Dios.

Con ser amor, soy de Dios

Compartiendo diálogos conmigo mismo
Víctor Corcoba
domingo, 7 de febrero de 2016, 03:06 h (CET)
Para conciliar hay que reconciliarse,
cada cual consigo y junto a los demás.
También para vivir hay que vivirse,
cada día como si fuera el último.
Tan importante como abrirse el alma
es reabrirse al amor para alegrarse.
Sólo quien sabe amar sabe quererse,
y ha de hacerlo hasta el extremo de ser.
Porque quien es amor no se posee,
se dona hasta si es preciso agonizar.

Todo es compartir, pedir perdón,
con el valor de perdonarse perdonando,
de arrepentirse arrepintiéndose,
pues nada somos por sí mismos,
cuando pensamos ser algo fallecemos,
tan corto es el andar que no llegamos,
tan largo es el camino que no avanzamos,
y únicamente de generación en generación,
alcanzamos el horizonte, abrazamos la luz,
dejemos entrar a Dios para crecernos.

Aunque penitentes somos, la esperanza
es el sueño requerido con desvelo,
la clemencia que el Creador nos injerta
a la especie, lo que requiere compasión
de unos a otros y de otros a unos,
ya que todo es de Dios y ha de volver
a Él, pues todo es por Él, y en Él
se embellece con espíritu naciente,
como dador de alientos y receptor
de deseos; de este ser-amor, para ser de Dios.

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El grito que se escuchó al fondo no fue lo suficientemente claro para saber si era de alegría, para pedir auxilio o simple exclamación de quien no puede contener el impulso y tiene que ir más allá de los límites de la comunicación cotidiana.

Poco a poco se va alejando, pero sigo escuchando su corazón latir. Todavía domina mi cuerpo pero su actuación, pronto terminará. El escritor se muere, se apagará para siempre, no volverá a nacer, yo espero que no, pues nació de un parto difícil y pocas cosas aportó.

2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008: siete años que no nos deja la lluvia, siete años llevándolo y es mucho tiempo en que no comprendo la razón. ¿Cuándo acabará ésto?, tendré paciencia. Lulita, hijita, coge el paraguas, soy la de la sombrilla en que descansas, la de las sábanas blancas, la que consigue el amor cuando la lluvia le cae encima de manera despiadada.

 
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