El pobre ciudadano español, lo de “pobre” todavía no es mayoritario pese a la crisis y tan sólo se usa en el sentido de corriente y moliente, acusa la misma bajo dos aspectos en particular. El primero, en sus angustias para llegar a final de mes, así como en las sucesivas “cuestas de enero”, febrero, marzo, y etc... que va a tener que superar este nuevo año. El segundo aspecto es menos personal, más difícil de comprender, pero mucho más comprometido, y de “escalofrío”, en la medida en que se puede llegar a asimilar.
Consiste en que sin tener conocimientos de economía financiera, ni de la otra, sino sólo de la normal, es decir, la de la “cuenta de la vieja”, ha de digerir cómo ZP va resolviendo “a lo grande” los temas que afectan a los Bancos, a las grandes empresas, a los editores, y a las Comunidades Autónomas en su parte alícuota de la crisis. A todos les ha resuelto los problemas “aflojando” enormes cantidades de dinero que escapan a todo cálculo en millones de euros, y ya no digamos si se multiplica, como dicen, por las “antiguas pesetas” que sería una manera más asequible de hacerse una remotísima idea. El total debe ser inconmensurable, pero, ha tenido la virtud de que todos hayan salido tan contentos de su visita a La Moncloa. ¡Qué dolor, que tan prodigioso despacho no esté abierto hasta para el último español con problemas de dinero...!, (por ejemplo: pensionista no contributivo, 300 euros al mes)
Recuerda esa mágica actitud de resolver dificultades, a la satisfacción de las gentes que en la mañana de sorteo del Gordo de Navidad, al ser interrogados sobre qué van a hacer con su correspondiente “pellizco”, responden, que, ¡“tapar agujeros”!... ZP se ve que dispone de un enorme “Gordo” con el que está tapando todos los agujeros de los grandes capitostes económicos y políticos.
No se sabe de que, en efecto, exista tal premio, luego ese dinero estaba ahí, o es a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Como dicen los enterados, de la Deuda. O sea, que unos salen contentos, y el resto de los españoles y sus descendientes se quedan endeudados hasta las cejas, y para los siglos de los siglos. Pero el agujero se ha tapado. Así, cualquiera. Hasta este columnista, que desde las nevadas cumbres ha oteado minuciosamente el trasiego de entrar y salir de “cochazos” y bien trajeados señores con cheques en el bolsillo del despacho presidencial se siente capacitado para sustituir al Presidente. Ya dejó de ser médico para meterse a columnista día a día, y no parece más difícil ocupar ese despacho con una buena chequera sobre la mesa.
Este es un país difícil de tomar en serio -más bien produce un estremecimiento una vez que se recorre la galería de personajes que toman las decisiones del “Gobierno de España”-, desde la Presidencia hasta la última “boutade” de la ministra de Defensa, más pendiente de llamar la atención con su pintoresco atuendo que de defender a España, o de pacificar lo que sea, según se vea. Parecen más bien muñecos de un “pin, pan, pun” de feria para entretenimiento de columnistas, y de condumio a la vez -de los que por ello cobren, por uno u otro motivo, en los medios de comunicación- que exposición de serios cuadros en un pasillo de las Cortes Generales.