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C. Sedeño, Málaga

Educación, ¿otro enfoque?

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Hay personas que tienen la costumbre de anotar experiencias y reflexiones de una manera continuada en el tiempo y la verdad es que resulta muy útil en momentos determinados. Esto es lo que, al parecer, suele hacer la holandesa Ángela Crott, historiadora, profesora y madre de dos hijos. Cuenta que una parte de esas anotaciones le sirvió para contar a Fabián y Rutger, sus hijos, cómo habían sido de pequeños. Según cuenta, no estaba en su cabeza publicar nada sobre su experiencia como madre y educadora pero las noticias abundantes sobre el fracaso escolar entre chicos, la feminización de la enseñanza y los conflictos que se producían debido a chicos que se sentían incomprendidos, todo ello la condujo a escribir un libro con un título algo llamativo: “¿Es mi hijo un macho? Educación a chicos”.

Este es un párrafo de su libro: “Nací en el seno de una familia de tres hijas. Educada en los años sesenta y setenta del pasado siglo, estaba convencida de que la diferencia entre chicas y chicos eran el resultado de la educación. Cuando empecé a dar clases y, más tarde, al tener hijos, me di cuenta de que no era así. Y nadie muestra de un modo más claro esta diferencia que un niño.” Ella opina que sería ventajoso un poco de distancia entre chicas y chicos pues la coeducación tampoco los acerca de verdad. Habría que dar separada la clase de gimnasia por la misma razón de que los deportes son para hombres o para mujeres. Pero en otras asignaturas también puede mejorar el aprendizaje si se realiza de forma diferenciada.

Según Ángela Crott, el problema comienza en la enseñanza básica en donde hay más mujeres llevando una clase y donde predomina la visión femenina en los criterios de evaluación y de disciplina. Habla de cómo ha disminuido el esfuerzo por avanzar en la escuela, acoquinados los chicos por los niveles que alcanzan las niñas. A ellos se les exige que su conducta sea igual a la de las chicas en clase, que estén tranquilitos y dispuestos a recortar, pegar, coser. Desde pequeños, en la guardería se encuentran con mujeres; la canguro suele ser una estudiante mujer; la profesora es mujer y la voluntaria que vigila el comedor, también. Por otra parte, cada vez hay más chicos que son educados solo por la madre, como consecuencia del problema del divorcio o por otras causas. A ella le parece que toda esta situación merece una atención por parte de todos. Y que, en la lucha por la igualdad, se ha olvidado, o no se quiere aceptar, que los chicos son diferentes y que esto debería tenerse en cuenta a la hora de educar.

Ángela Crott cuenta su experiencia como madre y expone que, por ejemplo, su hijo menor no se podía concentrar en clase durante el verano, con las niñas medio vestidas. Por cierto, un día muy caluroso, él fue a clase con un pantalón muy corto, cosa que hacían las chicas, y ellas le pusieron verde cuando le vieron vestido así…? Otra de sus afirmaciones, como profesora, es que los chicos necesitan un hombre como modelo, entre los 9 y los 14 años. Y en la misma línea que Ángela Crott se manifiesta Luis Tavecchio, catedrático de Educación Infantil en la Universidad de Ámsterdam quien promovió un programa de asesoramiento con el fin de alcanzar el equilibrio en el profesorado. Dice que los chicos son más activos y afirma: “Corrigiendo o reprimiendo esta actitud se influye en ellos de manera negativa. Las profesoras tienden, inconscientemente, a valorar de forma positiva el comportamiento femenino. Los investigadores hablan sobre el predominio de normas femeninas, dada la abundancia de maestras. El equilibrio es importante. Hay que canalizar la energía de los chicos, por ejemplo, con actividades en la naturaleza.” Luis Tavecchio sugiere extender el debate más allá de la escuela. Él dice: “Los hombres tienen que preocuparse de la educación de los hijos porque el desarrollo de la identidad sexual es determinante para la formación de la personalidad. A partir de los 3 años, el chico no debe tener como modelo una mujer.”

Otros estudiosos del tema opinan que la mujer luchó por liberarse y que la actual amenaza es la pérdida de la masculinidad del hombre incluso antes de que la mujer se haya liberado. La psicóloga y publicista, Martine Delfos, dice que la emancipación debería seguir la corriente biológica ya que la diferencia entre chicos y chicas es profunda y se manifiesta en muchos aspectos. Es destacable reseñar que esto lo manifiesta, no un hombre, sino una mujer, basada en su experiencia.

Educación, ¿otro enfoque?

C. Sedeño, Málaga
Lectores
martes, 2 de febrero de 2016, 11:00 h (CET)
Hay personas que tienen la costumbre de anotar experiencias y reflexiones de una manera continuada en el tiempo y la verdad es que resulta muy útil en momentos determinados. Esto es lo que, al parecer, suele hacer la holandesa Ángela Crott, historiadora, profesora y madre de dos hijos. Cuenta que una parte de esas anotaciones le sirvió para contar a Fabián y Rutger, sus hijos, cómo habían sido de pequeños. Según cuenta, no estaba en su cabeza publicar nada sobre su experiencia como madre y educadora pero las noticias abundantes sobre el fracaso escolar entre chicos, la feminización de la enseñanza y los conflictos que se producían debido a chicos que se sentían incomprendidos, todo ello la condujo a escribir un libro con un título algo llamativo: “¿Es mi hijo un macho? Educación a chicos”.

Este es un párrafo de su libro: “Nací en el seno de una familia de tres hijas. Educada en los años sesenta y setenta del pasado siglo, estaba convencida de que la diferencia entre chicas y chicos eran el resultado de la educación. Cuando empecé a dar clases y, más tarde, al tener hijos, me di cuenta de que no era así. Y nadie muestra de un modo más claro esta diferencia que un niño.” Ella opina que sería ventajoso un poco de distancia entre chicas y chicos pues la coeducación tampoco los acerca de verdad. Habría que dar separada la clase de gimnasia por la misma razón de que los deportes son para hombres o para mujeres. Pero en otras asignaturas también puede mejorar el aprendizaje si se realiza de forma diferenciada.

Según Ángela Crott, el problema comienza en la enseñanza básica en donde hay más mujeres llevando una clase y donde predomina la visión femenina en los criterios de evaluación y de disciplina. Habla de cómo ha disminuido el esfuerzo por avanzar en la escuela, acoquinados los chicos por los niveles que alcanzan las niñas. A ellos se les exige que su conducta sea igual a la de las chicas en clase, que estén tranquilitos y dispuestos a recortar, pegar, coser. Desde pequeños, en la guardería se encuentran con mujeres; la canguro suele ser una estudiante mujer; la profesora es mujer y la voluntaria que vigila el comedor, también. Por otra parte, cada vez hay más chicos que son educados solo por la madre, como consecuencia del problema del divorcio o por otras causas. A ella le parece que toda esta situación merece una atención por parte de todos. Y que, en la lucha por la igualdad, se ha olvidado, o no se quiere aceptar, que los chicos son diferentes y que esto debería tenerse en cuenta a la hora de educar.

Ángela Crott cuenta su experiencia como madre y expone que, por ejemplo, su hijo menor no se podía concentrar en clase durante el verano, con las niñas medio vestidas. Por cierto, un día muy caluroso, él fue a clase con un pantalón muy corto, cosa que hacían las chicas, y ellas le pusieron verde cuando le vieron vestido así…? Otra de sus afirmaciones, como profesora, es que los chicos necesitan un hombre como modelo, entre los 9 y los 14 años. Y en la misma línea que Ángela Crott se manifiesta Luis Tavecchio, catedrático de Educación Infantil en la Universidad de Ámsterdam quien promovió un programa de asesoramiento con el fin de alcanzar el equilibrio en el profesorado. Dice que los chicos son más activos y afirma: “Corrigiendo o reprimiendo esta actitud se influye en ellos de manera negativa. Las profesoras tienden, inconscientemente, a valorar de forma positiva el comportamiento femenino. Los investigadores hablan sobre el predominio de normas femeninas, dada la abundancia de maestras. El equilibrio es importante. Hay que canalizar la energía de los chicos, por ejemplo, con actividades en la naturaleza.” Luis Tavecchio sugiere extender el debate más allá de la escuela. Él dice: “Los hombres tienen que preocuparse de la educación de los hijos porque el desarrollo de la identidad sexual es determinante para la formación de la personalidad. A partir de los 3 años, el chico no debe tener como modelo una mujer.”

Otros estudiosos del tema opinan que la mujer luchó por liberarse y que la actual amenaza es la pérdida de la masculinidad del hombre incluso antes de que la mujer se haya liberado. La psicóloga y publicista, Martine Delfos, dice que la emancipación debería seguir la corriente biológica ya que la diferencia entre chicos y chicas es profunda y se manifiesta en muchos aspectos. Es destacable reseñar que esto lo manifiesta, no un hombre, sino una mujer, basada en su experiencia.

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