Según el OJD los medios de comunicación impresos están de capa caída. No sólo se están reduciendo a causa de la crisis los ingresos por publicidad, que son los que permiten al periódico seguir pagando nóminas y salir a la calle, sino que cada vez se venden menos en los quioscos. Así, “La Razón” habría caído en 2008 más de un 9%, “El Mundo” más de un 8%, “El País” un 2% y “ABC” un 4% en venta directa. Sin publicidad institucional y favores políticos (la Generalitat catalana, pionera en cuanta acción liberticida se perpetra, salvó de la quiebra al “Avui” con dinero de los mismos ciudadanos que se niegan sistemáticamente a comprar dicho periódico) muchos de ellos habrían desaparecido hace ya tiempo. Por otro lado, ni que decir tiene que cada vez somos más los españoles que, ya en pleno siglo XXI, leemos la prensa digital. Y si a eso le sumamos el estado de la educación en España que fomenta que los chicos, como mucho, vean los deportes del telediario o lean la portada del “Marca”… la crisis de los medios escritos está servida.
En realidad la crisis afectará tarde o temprano a todos los medios y al propio periodismo, revolucionado, muy a pesar de gente como Juan Luis Cebrián, reliquia del siglo pasado, por internet y la web 2.0 que permite al internauta no sólo informarse, sino también producir o modificar información. Así, la influencia de los grupos de comunicación y hasta de los propios partidos políticos se verá notablemente reducida con la aparición de bloggers, redes sociales y canales de comunicación virtuales.
Si la semana pasada leíamos en los medios que el grupo Zeta, dueño de “Interviú” y “El Periódico” las anda pasando canutas para no tener que declarar el concurso de acreedores, o, lo que es lo mismo, la quiebra unos días después los trabajadores de “El País”, perteneciente al endeudadísimo Grupo PRISA- más de 5.000 millones de deuda de los cuales 2.000 vencen a 31 de marzo y Alierta resistiendo numantinamente- , se han puesto en huelga tras conocer el traslado de empleados a otra de las empresas filiales del grupo. Huelga que, según denuncia el comité de empresa, fue reventada por los altos cargos del diario –ya pueden reventarla con lo que, según ellos mismos han hecho público, cobran- pese a un seguimiento del 90% de los curritos. Ha sido la primera vez que “El País” ha salido a la calle sin edición regional y con la mayoría de informaciones sin firmar. Tanto da. La prensa escrita tiene fecha de caducidad. Y es precisamente ese grupo de comunicación uno de los más reacios a la libertad que supone internet, tal vez porque fue de los que más tarde llegaron a la gran revolución del siglo XXI. O tal vez porque su capacidad como empresarios es paralela a su amor por la libertad (manda narices ostentar un monopolio, decenas de años de favores políticos y estar al borde de la quiebra).
Lo más siniestro de todo este asunto es que los directores de los grandes medios, asustados por la crisis y la caída imparable en ventas, se han puesto a hacer lo que hacen todos los poderosos –y apesebrados- españoles en tiempos de crisis: lloriquearle al gobierno una dádiva o convoluto. No es difícil presuponer que a cambio de portarse bien con el poder. Pretenden esos periodistas que los contribuyentes, que obligatoriamente tanto acaban de hacer por los banqueros y hasta por la ETA vía ayuntamientos gobernados por ANV, pongan la pasta necesaria para salvarles la cara y permitirles seguir influenciando a la opinión pública. Y alguno de esos llorones, no se lo pierdan, presume de liberal.