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Raúl Tristán

¿Periodistas? No, demagógicos esbirros zapateriles

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Me gustaba escuchar Onda Cero, y a periodistas de profesionalidad contrastada, aunque a veces parcial, como Carlos Herrera, o verdaderamente neutros, como su homónimo Alsina, y a sus contertulios, magníficos conocedores de sus respectivos terrenos: Carlos Rodríguez Braun, Pedro Fraile, Ignacio Rodríguez Burgos, Iñaki Garay, José Ramón Iturriaga, Federico Quevedo, el reverso...

Pero amigos lectores, la progresía más progre se ha instalado entre las filas de esta emisora, en forma de féminas, de amazonas, como Isabel Gemio, a quien no le gusta que le lleven la contraria, y aprovecha cualquier ocasión para sacar a relucir sus dorados ribetes de apoyo a las causas de la España de Zapatero (este domingo tachaba a Dragó de derechas, con lo que demostraba la ignorancia tan atrevida, osada del insulto hacia un tertuliano al que demuestra no conocer en absoluto). Eso es desprecio, señora Gemio, desprecio al otro, pues usted da por válida tan solo su sesgada visión del mundo de AliciaZP y sus comparsas de circo. Dragó no es, esto o aquello, pues no necesita etiquetas, como no las necesitamos quienes nos sabemos libres, independientes, no sometidos, no vasallos.

Pero peor aún resulta la patética defensa a lo leona herida que ha realizado hoy Julia Otero, que ha saltado cual resorte maleducado, sin atender a razones, en cuanto se ha tratado el tema del "género", y la políticamente correcta costumbre del "compañeros y compañeras", y demás palurda complacencia en la demagogia feministoide, sexística y antieconomía del lenguaje. Echando en cara a Dragó y a De Prada un machismo inexistente, ignorando a la RAE, haciendo caso omiso a las reglas del lenguaje, a la economía que impone, ha demostrado una vez más, con su prepotencia, lo que ya en su día demostró, cuando defendió a un tal "rufianes", en su programa encerezado.

El Ministerio de Igualdad ha dado orden a las inspecciones de trabajo para que obliguen a las empresas a cumplir sus criterios mínimos de igualitarismo barato: donde ponga mozo, moza ponga también; donde viejo, vieja; donde amo, ama; donde payaso, payasa, y el que fuere bombero, bombera sea. Esto es todo lo que se le puede ocurrir a un señor al que presidente del gobierno llaman, y de manipulador de mentes no pasa.

¿Dónde están los periodistas no vendidos? ¿Dónde la lógica y la razón? La España de la demagogia está en marcha, y lo peor de todo es que, con la transformación antieducativa que están haciendo los gobiernos socialistas, en pocas generaciones tendremos los ciudadanos más imbéciles pero más progretas del mundo.

¿Periodistas? No, demagógicos esbirros zapateriles

Raúl Tristán
Redacción
viernes, 28 de noviembre de 2008, 10:28 h (CET)
Me gustaba escuchar Onda Cero, y a periodistas de profesionalidad contrastada, aunque a veces parcial, como Carlos Herrera, o verdaderamente neutros, como su homónimo Alsina, y a sus contertulios, magníficos conocedores de sus respectivos terrenos: Carlos Rodríguez Braun, Pedro Fraile, Ignacio Rodríguez Burgos, Iñaki Garay, José Ramón Iturriaga, Federico Quevedo, el reverso...

Pero amigos lectores, la progresía más progre se ha instalado entre las filas de esta emisora, en forma de féminas, de amazonas, como Isabel Gemio, a quien no le gusta que le lleven la contraria, y aprovecha cualquier ocasión para sacar a relucir sus dorados ribetes de apoyo a las causas de la España de Zapatero (este domingo tachaba a Dragó de derechas, con lo que demostraba la ignorancia tan atrevida, osada del insulto hacia un tertuliano al que demuestra no conocer en absoluto). Eso es desprecio, señora Gemio, desprecio al otro, pues usted da por válida tan solo su sesgada visión del mundo de AliciaZP y sus comparsas de circo. Dragó no es, esto o aquello, pues no necesita etiquetas, como no las necesitamos quienes nos sabemos libres, independientes, no sometidos, no vasallos.

Pero peor aún resulta la patética defensa a lo leona herida que ha realizado hoy Julia Otero, que ha saltado cual resorte maleducado, sin atender a razones, en cuanto se ha tratado el tema del "género", y la políticamente correcta costumbre del "compañeros y compañeras", y demás palurda complacencia en la demagogia feministoide, sexística y antieconomía del lenguaje. Echando en cara a Dragó y a De Prada un machismo inexistente, ignorando a la RAE, haciendo caso omiso a las reglas del lenguaje, a la economía que impone, ha demostrado una vez más, con su prepotencia, lo que ya en su día demostró, cuando defendió a un tal "rufianes", en su programa encerezado.

El Ministerio de Igualdad ha dado orden a las inspecciones de trabajo para que obliguen a las empresas a cumplir sus criterios mínimos de igualitarismo barato: donde ponga mozo, moza ponga también; donde viejo, vieja; donde amo, ama; donde payaso, payasa, y el que fuere bombero, bombera sea. Esto es todo lo que se le puede ocurrir a un señor al que presidente del gobierno llaman, y de manipulador de mentes no pasa.

¿Dónde están los periodistas no vendidos? ¿Dónde la lógica y la razón? La España de la demagogia está en marcha, y lo peor de todo es que, con la transformación antieducativa que están haciendo los gobiernos socialistas, en pocas generaciones tendremos los ciudadanos más imbéciles pero más progretas del mundo.

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