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Cosas de las que debaten poco los políticos

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Esta variopinta campaña electoral tuvo ayer con un bronco y desagradable cara a cara entre el Presidente del Gobierno y el representante socialista Sr. Sánchez Castejón, pero hay algunas cuestiones de las que no se habla, como si hubiera un tácito acuerdo de no hacerlo o dando por supuesto que no son de interés para los oyentes y espectadores, aunque realmente son los medios de comunicación los que en verdad deciden lo que los ciudadanos tenemos que pensar, saber y querer.

Han hablado de economía, de las pensiones, de la ley de dependencia y del manoseado estado de bienestar, pero ninguno señala lo que habría que hacer ante nuestro grave problema demográfico, ante el envejecimiento constante de la población y la falta de relevo generacional con una natalidad exigua.

Se ha publicado que en el pasado año decreció la población, ya que hubo más personas fallecidas que nacimientos, pero nadie cuenta los más de cien mil abortos anuales.

¿Por qué son abortados tantos niños? Pues porque la familia está en vías de extinción, porque los derechos “emergentes”, la ideología de género y una legislación anti-familiarista han blindado la situación para evitar cualquier intento de rectificación, que sería mal vista.

Todos los partidos, sea cual sea su color, defienden el aborto, el matrimonio homosexual, el divorcio exprés, una sexualidad rampante y descomprometida, pero lo peor es que la sociedad en su conjunto ha metabolizado todo esto y lo admite si protesta. Ya hasta se andan apuntando los partidos a regular la aberración de los vientres de alquiler.

Hablan de leyes de conciliación de la vida laboral y familiar pero habría que preguntarse si sigue existiendo una vida familiar estable que proteger. En cuanto a la ley de dependencia, de la que hacen bandera, lo que pone de manifiesto es el fracaso del estado de bienestar, con poca pensión y sin familia, ¿qué podemos esperar los mayores?, aunque mejor es que traten de financiar la dependencia a que piensen que es más barato regular la “muerte digna”.

En cuanto a la educación no se abordó la situación del creciente fracaso escolar, ni el derecho de los padres a elegir el centro que prefieren para sus hijos. Parece que lo único importante, para muchos políticos, es si se mantiene o no la enseñanza concertada, si se suprime la religión o se impone la educación para la ciudadanía.

La propuesta de ampliar el periodo educativo obligatorio hasta los 18 años muestra la falta de perspectivas para la gente joven. Un pacto escolar que saque la educación de los avatares políticos parece tan urgente como inalcanzable. La implantación de una enseñanza profesional adecuada no será posible sin la implicación de los empresarios.

Tenemos muchas universidades pero pocas que destaquen a nivel europeo y nadie habla de las escasas salidas que tienen nuestros graduados, salvo que opten por emigrar a otros países.

El libro blanco de la educación que prepara José Antonio Marina ¿será tenido en cuenta? No se sabe.

También existe una cierta fijación en algunos políticos por romper los acuerdos con la iglesia y marginarla, sin reconocer su aportación a la convivencia ni la importancia de su acción asistencial. No se explica la aversión de algunos partidos a nuestras tradiciones religiosas, ni a presentarse como creyentes. Nadie se confiesa abiertamente como católico. Claro que sería incongruente serlo y mantener determinadas posturas.

Esperemos a ver lo que nos depara el próximo 20 de diciembre.

Cosas de las que debaten poco los políticos

Francisco Rodríguez
miércoles, 16 de diciembre de 2015, 00:42 h (CET)
Esta variopinta campaña electoral tuvo ayer con un bronco y desagradable cara a cara entre el Presidente del Gobierno y el representante socialista Sr. Sánchez Castejón, pero hay algunas cuestiones de las que no se habla, como si hubiera un tácito acuerdo de no hacerlo o dando por supuesto que no son de interés para los oyentes y espectadores, aunque realmente son los medios de comunicación los que en verdad deciden lo que los ciudadanos tenemos que pensar, saber y querer.

Han hablado de economía, de las pensiones, de la ley de dependencia y del manoseado estado de bienestar, pero ninguno señala lo que habría que hacer ante nuestro grave problema demográfico, ante el envejecimiento constante de la población y la falta de relevo generacional con una natalidad exigua.

Se ha publicado que en el pasado año decreció la población, ya que hubo más personas fallecidas que nacimientos, pero nadie cuenta los más de cien mil abortos anuales.

¿Por qué son abortados tantos niños? Pues porque la familia está en vías de extinción, porque los derechos “emergentes”, la ideología de género y una legislación anti-familiarista han blindado la situación para evitar cualquier intento de rectificación, que sería mal vista.

Todos los partidos, sea cual sea su color, defienden el aborto, el matrimonio homosexual, el divorcio exprés, una sexualidad rampante y descomprometida, pero lo peor es que la sociedad en su conjunto ha metabolizado todo esto y lo admite si protesta. Ya hasta se andan apuntando los partidos a regular la aberración de los vientres de alquiler.

Hablan de leyes de conciliación de la vida laboral y familiar pero habría que preguntarse si sigue existiendo una vida familiar estable que proteger. En cuanto a la ley de dependencia, de la que hacen bandera, lo que pone de manifiesto es el fracaso del estado de bienestar, con poca pensión y sin familia, ¿qué podemos esperar los mayores?, aunque mejor es que traten de financiar la dependencia a que piensen que es más barato regular la “muerte digna”.

En cuanto a la educación no se abordó la situación del creciente fracaso escolar, ni el derecho de los padres a elegir el centro que prefieren para sus hijos. Parece que lo único importante, para muchos políticos, es si se mantiene o no la enseñanza concertada, si se suprime la religión o se impone la educación para la ciudadanía.

La propuesta de ampliar el periodo educativo obligatorio hasta los 18 años muestra la falta de perspectivas para la gente joven. Un pacto escolar que saque la educación de los avatares políticos parece tan urgente como inalcanzable. La implantación de una enseñanza profesional adecuada no será posible sin la implicación de los empresarios.

Tenemos muchas universidades pero pocas que destaquen a nivel europeo y nadie habla de las escasas salidas que tienen nuestros graduados, salvo que opten por emigrar a otros países.

El libro blanco de la educación que prepara José Antonio Marina ¿será tenido en cuenta? No se sabe.

También existe una cierta fijación en algunos políticos por romper los acuerdos con la iglesia y marginarla, sin reconocer su aportación a la convivencia ni la importancia de su acción asistencial. No se explica la aversión de algunos partidos a nuestras tradiciones religiosas, ni a presentarse como creyentes. Nadie se confiesa abiertamente como católico. Claro que sería incongruente serlo y mantener determinadas posturas.

Esperemos a ver lo que nos depara el próximo 20 de diciembre.

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