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Óscar Arce Ruiz

Nunca digas nunca

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Es célebre el aforismo conocido como la ‘Revelación de Sturgeon’ en el que el escritor dice que con total seguridad el noventa por ciento de la literatura de ciencia ficción es una basura, sencillamente porque ‘el noventa por ciento de todo es una basura’.

Creo que es éste uno de los ejemplos que más claramente ilustran la tendencia al extremo en el uso de los cuantificadores universales en el lenguaje y en el pensamiento. Me refiero a los términos ‘todo’, ‘nada’ y a las variantes y expresiones análogas que puedan hacerse.

La exhaustividad del ‘todo’, que implica que desde el primer hasta el último caso ha de cumplir una determinada condición, no deja espacio alguno para la prudencia.

En este caso, si el noventa por ciento de todo es una auténtica porquería, ¿no habría de serlo también el noventa por ciento del diez por ciento restante? Es decir, ¿no es también ese diez por ciento parte del conjunto ‘todo’?

Y aún más, ¿no tendríamos la tentación entonces de rizar el rizo y caminar en círculos separando en cada vuelta el noventa por ciento de un resto infinito? No sería difícil vernos corriendo tras el extremo infinitamente cercano, como Aquiles tras la tortuga, ansiando darle caza. Al fin y al cabo, todo es todo.

Por eso creo que cuando alguien dice que el noventa por ciento de todo es una basura, lo que dice realmente es que todo es una basura y, como dije, los universales no dejan lugar a la prudencia.

Es cierto que es bastante más cómodo englobar todas las situaciones y darles un nombre y unas características comunes y diferenciadas -¿cómo si no ha sido posible el avance de la ciencia?-. Pero siendo algo modestos, por otra parte, no sería difícil asumir que es poco probable que un ser humano llegue a conocerlo todo.

Quizás el noventa por ciento de lo que Sturgeon llegó a conocer merecía ser depositado en el contenedor de residuos orgánicos, pero no puedo evitar que ‘todo’ me siga pareciendo demasiado.

Sucumbo sin embargo al papel de los universales como directores de la realidad y aunque reconozco que algo como ‘al menos una de las cosas que conozco es realmente basura’ se ajustaría más a lo estadísticamente cuantificable que el noventa por ciento de más arriba, entiendo que la realidad no entiende de diagramas de barras. Nunca lo ha hecho.

Nunca digas nunca

Óscar Arce Ruiz
Óscar Arce
domingo, 3 de agosto de 2008, 21:23 h (CET)
Es célebre el aforismo conocido como la ‘Revelación de Sturgeon’ en el que el escritor dice que con total seguridad el noventa por ciento de la literatura de ciencia ficción es una basura, sencillamente porque ‘el noventa por ciento de todo es una basura’.

Creo que es éste uno de los ejemplos que más claramente ilustran la tendencia al extremo en el uso de los cuantificadores universales en el lenguaje y en el pensamiento. Me refiero a los términos ‘todo’, ‘nada’ y a las variantes y expresiones análogas que puedan hacerse.

La exhaustividad del ‘todo’, que implica que desde el primer hasta el último caso ha de cumplir una determinada condición, no deja espacio alguno para la prudencia.

En este caso, si el noventa por ciento de todo es una auténtica porquería, ¿no habría de serlo también el noventa por ciento del diez por ciento restante? Es decir, ¿no es también ese diez por ciento parte del conjunto ‘todo’?

Y aún más, ¿no tendríamos la tentación entonces de rizar el rizo y caminar en círculos separando en cada vuelta el noventa por ciento de un resto infinito? No sería difícil vernos corriendo tras el extremo infinitamente cercano, como Aquiles tras la tortuga, ansiando darle caza. Al fin y al cabo, todo es todo.

Por eso creo que cuando alguien dice que el noventa por ciento de todo es una basura, lo que dice realmente es que todo es una basura y, como dije, los universales no dejan lugar a la prudencia.

Es cierto que es bastante más cómodo englobar todas las situaciones y darles un nombre y unas características comunes y diferenciadas -¿cómo si no ha sido posible el avance de la ciencia?-. Pero siendo algo modestos, por otra parte, no sería difícil asumir que es poco probable que un ser humano llegue a conocerlo todo.

Quizás el noventa por ciento de lo que Sturgeon llegó a conocer merecía ser depositado en el contenedor de residuos orgánicos, pero no puedo evitar que ‘todo’ me siga pareciendo demasiado.

Sucumbo sin embargo al papel de los universales como directores de la realidad y aunque reconozco que algo como ‘al menos una de las cosas que conozco es realmente basura’ se ajustaría más a lo estadísticamente cuantificable que el noventa por ciento de más arriba, entiendo que la realidad no entiende de diagramas de barras. Nunca lo ha hecho.

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