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¡Viva la infidelidad... comercial!

Mikel Agirregabiria
Redacción
jueves, 22 de mayo de 2008, 04:38 h (CET)
Sea usted leal a una caja de ahorros, o a un proveedor de telefonía, y dejará de ser considerado cliente para convertirse en olvidado y cautivo siervo de la gleba.

A través de unos amigos me entero ayer de una fiesta de la banca en el Palacio Euskalduna. Voy con su invitación y compruebo que es mi propia caja de ahorros, la de toda la vida, quien desde hace años agasaja a gente que apenas lleva con ellos unos meses, con unas nóminas y capitales similares a los nuestros… Me encuentro allí de bruces con mi “asesor personal”… que nunca me había obsequiado, ni comentado semejante festejo. Incapaz de articular palabra sólo balbucea que “creía que este tipo de saraos no nos interesaba”. Paso a enviarle la siguiente misiva por e-mail (que ellos son muy modernos,… cuando les da la gana).

Mi estimado ex – asesor personal: Tiene usted toda la razón. No me interesa una banca que favorezca a clientes recién llegados a costa de personas como nosotros, con cuarenta años de antigüedad, que no les hemos dado sino beneficios continuos, para sólo lograr algún asterisco junto a nuestro nombre que nos clasifica como: * Idiotas incapaces de escapar de nuestro corral por más que les maltratemos… Así que, vista su manifiesta y pervertida política de (in)fidelización, le ruego me prepare la liquidación final de todas nuestras nóminas familiares, cartillas, tarjetas, fondos de inversión y de pensiones. Quizá volvamos dentro de unos años, para recalar por unos meses en su indigna entidad, a fin de beneficiarnos de esas magníficas condiciones que ustedes reservan para los trashumantes clientes, infieles y espabilados.

Conclusión: Las compañías, especialmente las grandes, sólo quieren arrebatarse mutuamente clientela. Esta captación de nuevos usuarios ha corrompido el sistema. Se prima al mutante listillo, y se desaira al tonto cliente fiel. La única respuesta que nos queda, aparte de meter el dinero en el calcetín, consiste en rotar de entidad bancaria cada pocos meses, ante cualquier oferta, aunque sea una porquería… Siempre será mejor que el pésimo servicio que prestan al cliente perseverante. ¡Ah, y los peores son los que apelan a intangibles (somos de aquí, los de siempre), que simplemente ofrecen humo en lugar de interés y ventajas palpables!

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