Como dirían los seguidores de baloncesto Albert Rivera está “on fire”, pero no son los aros de baloncesto los que ve del tamaño de una piscina, medio donde por cierto, se desenvuelve magníficamente, sino las urnas electorales del 20 de diciembre.

Todas las encuestan sonríen a su formación y revelan además, que el líder de Ciudadanos sería el preferido por los electores de PP y PSOE, para formar una coalición con su partido. En los últimos sondeos, es considerado con diferencia, el político mejor valorado entre los candidatos a la Moncloa, el MVP como dirían los especialistas norteamericanos del basketball, y nadie puede discutir que fuese la auténtica estrella en la pasada Recepción Real del 12 de octubre: la consumación de la apoteosis del naranjito.

Las crónicas sugieren que hubiera suplicado por tener en aquel egregio marco un arcón, para poder transportar las incalculables tarjetas de visita recibidas de los invitados congregados. Aproximarse al dirigente catalán para conversar, saludar o simplemente fotografiarse, resultaba más complicado, que asaltar las infranqueables murallas teodosianas de Constantinopla.

Desde las elecciones catalanas, se está desatando como dicen actualmente los snobs “del tiempo”, una ciclogénesis explosiva de halagos, adulaciones e incienso que me llevan a recordar un célebre pasaje recogido por Dión Casio y que narra un apasionante diálogo entre Mecenas y el emperador Octavio Augusto:

“No permitas que te sean concedidas pródigas y excepcionales distinciones, ni de palabra ni de obra, ni por parte del Senado ni por otro conducto (…) Debes depender de tus buenas acciones para lograr cualquier gloria adicional. Y no permitas, que te hagan imágenes ni de oro ni de plata, pues a más de costosas incitan a su destrucción. Mediante la “euergesía” (donativos desinteresados), pon en los corazones de los hombres otras imágenes que nunca se deshonran ni perecen. Y no permitas que te sean levantados templos, ese dinero sería mejor empleado en otros casos necesarios… pues de los templos no se logra el aumento de la gloria; la virtud es lo que hace a los hombres semejantes a los dioses y nadie llega a ser Dios por votación. Por eso, si eres bueno y gobiernas bien toda la tierra será tu recinto consagrado, todas las ciudades tus templos y todos los hombres tus estatuas. De este modo, serás glorificado y venerado dentro de sus pensamientos”

Sin duda, sabios consejos los que pronuncia el etrusco ¿Seguirá en su quehacer diario las recomendaciones de Mecenas, Albert Rivera? Yo no tengo dudas, no parece que la fatuidad a diferencia de otros presidenciables “emergentes”, sea una mácula que arrastre el barcelonés.