La visita guiada a la exposición ARTE DEL TIBET que patrocina la Fundación la Caixa pone de manifiesto la importancia que tiene en la filosofía & religión budista buscar la sabiduría. Para sus seguidores tiene un gran valor llegar a ser uno con el Absoluto y alcanzar el Nirvana. Llegar a esta meta es obtener la plenitud que se desea. El cristianismo también le da un gran énfasis a la sabiduría. Si el lector dedica un poco de tiempo para leer el libo de Proverbios, que no contiene dogmatismos teológicos que puedan hacer pensar que es de difícil lectura, descubrirá que es un elogio a la sabiduría y una denuncia a la necedad. “Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (1.7). “El conocimiento de Dios es la inteligencia” (9:10). Asimismo encontrará que es un manual práctico de ética muy útil para mejorar la convivencia tan deteriorada en nuestros días.
Job, aquel personaje de la antigüedad conocido por su paciencia hace un resumen de las actividades humanas que se distinguen de las que hacen los animales (28:1-11). Acto seguido dice: “Mas, ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿En dónde reside la inteligencia? No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes. El Abismo y la Muerte dicen sólo hemos oído hablar de oídas” (28:12-22). A continuación el patriarca declara donde encontrarla: “Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar. Porque Él mira hasta los fines de la Tierra, y ve cuanto hay bajo los cielos. Al dar peso al viento, y poner las aguas por medida. Cuando Él dio ley a la lluvia y camino al relámpago de los truenos. Entonces la veía y la manifestaba” (28:23-27).
El patriarca, con un lenguaje poético fácil de entender para que el lector no se tenga que romper la cabeza en el intento de descifrar su significado, nos dice que la sabiduría se encuentra en Dios. El Dios de la Biblia no es un absoluto impersonal ni una fuerza espiritual mecánica. Es una persona que se revela en las páginas de la Escritura y, de la manera más clara que puedan absorber nuestros ojos actuales, en la persona de Jesús, que dice de sí mismo: “quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan,14:9). Este Dios único que se revela en Jesús, es el Dios que conoce el camino que conduce a la sabiduría y nos dice donde podemos hallarla.
Una vez que Job ha declarado que la sabiduría se encuentra en Dios, dice. “He aquí que la reverencia al Señor es la sabiduría y apartarse del mal, la inteligencia” (28:28). La gente, normalmente no busca la sabiduría, ni la natural ni la trascendental porque en el camino se tropieza con el esfuerzo y la disciplina. De estas cosas la gente no quiere oír hablar de ello. Salomón, con la percepción que tiene de la condición humana escribe: “El que corrige al necio se acarrea afrenta, el que corrige al malvado atrae injurias. No reprendas al necio, que te aborrecerá; corrige al sabio y te amará” (Proverbios,9:7,8).
La Biblia nos habla de dos tipos de sabiduría: la humana y la divina. La primera es la que se adquiere con las facultades naturales y tiene que ver con aspectos temporales. Como mucho especula con las cosas verdaderamente importante, las trascendentales, pero sin llegar a entenderlas porque son demasiado profundas para que la mente pueda captarlas. La segunda, la divina, se adquiere por revelación y nos dice como son estas cosas que importan verdaderamente porque son trascendentales: “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros (los creyentes en Cristo), por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios” (I Corintios,2.9,10). Es cierto que ningún mortal ha penetrado plenamente hasta lo profundo de Dios porque la condición actual del hombre se lo impide. La revelación que hace el Espíritu Santo a quien ama a Dios es la garantía de que lo profundo de Dios que se empieza a vislumbrar un día será plenamente diáfano a sus ojos.
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