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No puedes llevar ciclomotor pero sí auto-pastillarte

Ana Carmen Trujillano
Redacción
sábado, 5 de abril de 2008, 07:00 h (CET)
Los datos del SAS anuncian que en el pasado 2007 dispensaron gratis 10.608 píldoras abortivas, un 4,5% más que el año anterior, teniendo en cuenta que el 37% de las jóvenes que acuden a este método de emergencia están comprendidas entre los 14 y los 20 años.

Pocas voces se alzan contrarias a la distribución de esta píldora, las jóvenes desconocen los efectos, su contenido es agresivo. Los poderes públicos argumentan que es una forma de prevenir los embarazos de adolescentes. Sin embargo los datos lo desmienten. Aunque su ignorancia es relativa: saben que con esta píldora probablemente no se van a quedar embarazadas; pero ignoran lo qué pasa en su cuerpo, con su ciclo y con su fertilidad.

La Agencia Internacional de Investigación en Cáncer, ha calificado de altamente cancerígenos a las píldoras anticonceptivas. Pero los grupos abortistas se empeñan en calificar de “mitos” estas advertencias, sometiendo a estas jóvenes a un claro peligro de contraer una enfermedad grave e incluso la muerte.

Les dicen: No puedes llevar ciclomotor pero sí auto-pastillarte con concentrados hormonales abortivos.

¿Si los alientan a abstenerse del tabaco y las drogas, porque están convencidos de que es perjudicial, porque no los educan en la castidad?

Una vez más, los promotores de la “cultura de la muerte” anteponen sus negocios multimillonarios a la vida y a la salud de millones de seres humanos. Ya solo falta hacerla obligatoria los lunes por la mañana.

¡Ah! tengo 22 años, tengo novio y no tengo relaciones sexuales, por mis principios. Entre otras cosas, sé que es pecado mortal y no estoy dispuesta a jugarme el alma.

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No se refiere la expresión “terruño” solo a lo que el término denota, en su acepción como espacio físico que nos vio nacer o crecer, sino, asimismo, yendo más allá, al “gueto” metafórico que muchas veces vamos construyendo en nuestra mente como amparo frente la fragilidad, reconocida o no, que nos caracteriza.

Aunque a veces nos encontramos acoquinados por las estrecheces, en las andanzas diarias registramos un sinfín de impresiones con curiosas repercusiones sobre aquello que entendemos de la vida; como es natural, se trata de experiencias individuales intransferibles.

Una cosa es la vida y cosa distinta la existencia, y cualquiera de nosotros sabe que lo primero es algo objetivo, como neutral. Lo segundo un atrevimiento, lo subjetivo, es decir, un querer lanzarse escalera abajo pero con contención y bajando dignamente, como explicaba don Torcuato Luca de Tena en 1958 en su libro “Edad prohibida”.

 
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