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Eta y el lehendakari

Eamon Sheeran (Murcia)
Redacción
lunes, 10 de marzo de 2008, 07:38 h (CET)
Tengo la impresión de que el subconsciente del Predidente del Gobierno Vasco le ha traicionado. Cito de El País (7 marzo 2008): "El presidente del Gobierno vasco, Juan José Ibarretxe, ha condenado solemnemente el asesinato del ex concejal socialista de Arraste-Mondragón, Isaías Carrasco, tiroteado este mediodía a la puerta de su casa. "ETA ha perdido el norte definitivamente", ha declarado el lehendakari."

¡"Ha perdido el norte ETA"! Es decir, en algún momento, y no debe de ser hace mucho, no estaba mal encaminado. Y a continuación dice: "sobra, estorba y además mata" ¿No se habrá equivocado en el orden de las palabras? Yo diría que sobra el "además" y que "mata" es la palabra con que debería haber empezado su frase el ínclito Ibarretxe al hablar de esta pandilla de asesinos descerebrados . Tratarles como personas normales me parece un error grave: están en otro mundo. Y este señor es todo un lince. ¡Se ha dado cuenta de que ETA sobra! Pues yo pienso que personajes como él sí que sobran por muy "solemnemente" que condenen los actos de cobarde de esa pandilla de asesinos que no tienen los c*****s de enfrentarse ni a la policia ni a nadie, sino que matan a gente indefensa de toda condición y siempre a tración. Y si hay 80,000 vascos, incluso aunque hubiera un millón, que apoyen a esta pandilla de matones de mala muerte, deberían sentir una verguenza, si es que saben lo que es formar parte de la raza humana: la única que hay. La única negociación que se puede tener con esa gentuza es una donde los "gudaris" (¿Sabrán estos matoncillos lo que es un guerrero?) de ETA se entreguen las armas y cumplan las condenas correspondientes.

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La sociedad española respira hoy un aire denso, cargado de indignación y desencanto. La sucesión de escándalos de corrupción que salpican al partido en el Gobierno, el PSOE, y a su propia estructura ejecutiva, investigados por la Guardia Civil, no son solo casos aislados como nos dicen los voceros autorizados. Son síntomas de una patología profunda que corroe la confianza ciudadana.

Frente a las amenazas del poder, siempre funcionaron los contrapesos. Hacen posible la libertad individual, que es la única real, aunque veces no seamos conscientes de la misma, pues se trata de una condición, como la salud, que solo se valora cuando se pierde. Los tiranos, o aspirantes a serlo, persiguen siempre el objetivo de concentrar todos los poderes. Para evitar que lo logren, están los contrapesos.

Es curioso cuánto se habla de la dignidad personal sin estar plenamente identificados con dicha entidad. En la referencia exclusiva al hecho de haber nacido, como portadores de condiciones esenciales en concreto, aún no habremos intervenido en su configuración. Tiene su miga hablar de esa dignidad, si prescindimos de la valoración de las características básicas de la persona.

 
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