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En favor de la vida

Raúl Sempere (Alicante)
Redacción
miércoles, 23 de enero de 2008, 11:00 h (CET)
Ya sabíamos todos lo que estaba pasando en las clínicas de abortos. Y por supuesto nadie podía creerse que realmente corriera peligro la vida de tantas y tantas madres –también víctimas de esta barbarie-. Hemos visto los cuerpecitos de niños ‘no deseados’ que primero han sido descuartizados para después triturarlos y evacuarlos por el desagüe: desperdicio humano.

Los políticos inventaron este supuesto derecho al aborto. ¿Qué hacen ahora mirando para otro lado? ¿Dónde está esa defensa de los más débiles de la que tanto alardean? Calla el PSOE y ¡calla también el PP! Ninguno tiene agallas para frenar la matanza de inocentes y apoyar a las madres a que traigan a sus hijos a este mundo. Si esas madres vieran cómo se mueven sus hijos dentro de su vientre ni se plantearían el aborto. Si esas madres recibieran el apoyo moral y económico necesario no se verían abocadas al desastre del aborto: un drama que las marcará para toda la vida.

Juan Pablo II nos previno sabiamente: "este horizonte de luces y sombras debe hacernos a todos plenamente conscientes de que estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida... Estamos no sólo "ante" sino necesariamente "en medio" de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida". Todos.

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Raúl Sempere Durá, del partido Familia y Vida Alicante.

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Hay noticias que rayan el insulto y el desprecio hacia quienes se dirigen. Que son asumidas como una verdad irrefutable y que en ese globo sonda enviado no tiene la menor respuesta indignada de quienes las reciben. El problema, por tanto, no es la noticia en sí, sino la palpable realidad de que han convertido al ciudadano en un tipo pusilánime. En un mendigo de migajas a quien los grandes poderes han decidido convertirle, toda su vida, en un esclavo del trabajo.

La sociedad española respira hoy un aire denso, cargado de indignación y desencanto. La sucesión de escándalos de corrupción que salpican al partido en el Gobierno, el PSOE, y a su propia estructura ejecutiva, investigados por la Guardia Civil, no son solo casos aislados como nos dicen los voceros autorizados. Son síntomas de una patología profunda que corroe la confianza ciudadana.

Frente a las amenazas del poder, siempre funcionaron los contrapesos. Hacen posible la libertad individual, que es la única real, aunque veces no seamos conscientes de la misma, pues se trata de una condición, como la salud, que solo se valora cuando se pierde. Los tiranos, o aspirantes a serlo, persiguen siempre el objetivo de concentrar todos los poderes. Para evitar que lo logren, están los contrapesos.

 
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