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¿Soberanía popular?

Raúl Sempere (Alicante)
Redacción
sábado, 12 de enero de 2008, 08:14 h (CET)
En una verdadera democracia los ideales de los ciudadanos deberían verse reflejados en el parlamento. No ocurre así en España, donde existe un preocupante alejamiento entre lo que quiere el pueblo y lo que quieren los políticos. Pero eso no es de ahora, viene de lejos. ¿Acaso los votantes de Aznar querían perpetuar las matanzas de las clínicas abortistas, instaurar la píldora abortiva como método anticonceptivo o crear la ley de parejas de hecho?

Y en estos cuatro años, con Zapatero, igualito que con el PP. Queda demostrado con los intentos de aplicación de muy diversas leyes que de ninguna forma pide la sociedad: el aborto, la eutanasia, la ley del canon de la SGAE , la implantación obligatoria de la educación para la ciudadanía, el matrimonio homosexual, la rendición ante ETA…

Esta vergonzosa separación entre lo que quieren los votantes y lo que hacen los políticos también queda demostrada en los elevados índices de abstención de las diferentes convocatorias electorales: estatuto catalán, constitución europea, etc. Está cada vez más claro y acentuado: los partidos van por un lado y los ciudadanos vamos por otro. Lo que prometen en campaña lo incumplen cuando gobiernan. Lo que callan en campaña lo aplican por decreto desde el poder. Creo que va siendo hora de dar paso a los grandes ideales de nuevos partidos como Familia y Vida y otros. No podemos seguir siendo ninguneados por políticos sin vergüenza. Esta vez es nuestro deber votar en conciencia.

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Una rotonda es el espejo de una sociedad. Cuando quieras saber cómo es un país, fíjate en cómo se aborda una rotonda, cómo se incorpora la gente y cómo se permite –o no– hacerlo a los demás. Ahí aparece la noción de ceda el paso, esa concesión al dinamismo de la existencia en comunidad, la necesidad de que todo esté en movimiento, de que fluya la comunicación y que todo el mundo quede incorporado a la rueda de la vida.

Con la fiebre secesionista de una parte de los catalanes, a algunos se les infló el “patriotismo regional” después de que Pedro Sánchez se sacara de la manga la plurinacionalidad de España. Aunque más que de plurinacionalidad cabría hablar de “tetra nacionalidad” (cuatro nacionalidades), porque para Sánchez hay, al menos, cuatro naciones: Cataluña, Galicia, Euskadi y la propia España.

Separar la política de la moral y la ética, es corrupción. Y separarla de los ciudadanos, es nazismo. Según el Papa Pío XI, “la política es la más alta forma de caridad”; excepto cuando se hace de ella la más alta forma de maltrato social, por endiosamiento del político. Ese endiosamiento es nazi.

 
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