Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Copo | Sociedad

“Me duelo yo”

|

La indiferencia reina en mí, y con ella el dolor que no sé si es corporal o de eso que los más atrevidos llaman alma. Una mosca descansa en la pantalla del ordenador, soplo aire desvanecido sobre ella y abate por un instante sus alas, pero persiste en acompañarme.

He despertado temprano, casi al alba, y me hubiese gustado regodearme en la cama, pero no puedo por más que insisto en ello. Y desvanecido, a la espera de lo me pueda deparar este luminoso día, he incorporado mi cuerpo para hacerle frente al día; pero ya, antes de que “el Coro” abra la pescadería y exponga las bailas y doradas me sé derrotado de antemano porque no podré conseguir que cambie nada.

Tengo todo eso que se conoce por Atlántico a casi un tiro de piedra, no más de ochenta metros, pero sé de antemano que no pisaré la blanca arena ni mis tobillos recibirán las salpicaduras de la espuma que besa la orilla en ese ir y venir constante y eterno.

Cambia lo externo a mí, pero mi interior -esa cueva que nunca he transitado en su totalidad- permanecerá en estado de quietud permanente; nada mutará mi estado anímico porque presiento con más claridad el fin que el nacimiento de una posible felicidad.

Y yo, insensato de mí, creí que el cambiar de aires y de quiosquero me iba a traer una cierta ilusión por el corto o largo futuro que me queda de existencia; sin embargo nada cambia aunque todo sea diferente, porque yo permanezco en la certeza de que el final de la carrera está próximo, tanto o más que hace tres días cuando visitaba el Gran Vía para tomarme un par de güisquis y olvidarme del futuro para “vivir” tan sólo el presente en compañía de vidrios y amigos de mostrador.

“Me duelo yo” era y sigue siendo el nombre de un poema que escribí hace años y que hoy, aunque entonces fuese verdad, se convierte en un dogma absoluto; pero bueno, como no soy muy creyente ya buscaré las artimañas necesarias para pasar este trance que ahora mismo me atenaza.

La mosca, como entendiendo este mensaje, ha volado hacia otros parajes más alegres; pero ignoro si ha virado a levante o poniente.

“Me duelo yo”

José García Pérez
miércoles, 29 de julio de 2015, 07:13 h (CET)
La indiferencia reina en mí, y con ella el dolor que no sé si es corporal o de eso que los más atrevidos llaman alma. Una mosca descansa en la pantalla del ordenador, soplo aire desvanecido sobre ella y abate por un instante sus alas, pero persiste en acompañarme.

He despertado temprano, casi al alba, y me hubiese gustado regodearme en la cama, pero no puedo por más que insisto en ello. Y desvanecido, a la espera de lo me pueda deparar este luminoso día, he incorporado mi cuerpo para hacerle frente al día; pero ya, antes de que “el Coro” abra la pescadería y exponga las bailas y doradas me sé derrotado de antemano porque no podré conseguir que cambie nada.

Tengo todo eso que se conoce por Atlántico a casi un tiro de piedra, no más de ochenta metros, pero sé de antemano que no pisaré la blanca arena ni mis tobillos recibirán las salpicaduras de la espuma que besa la orilla en ese ir y venir constante y eterno.

Cambia lo externo a mí, pero mi interior -esa cueva que nunca he transitado en su totalidad- permanecerá en estado de quietud permanente; nada mutará mi estado anímico porque presiento con más claridad el fin que el nacimiento de una posible felicidad.

Y yo, insensato de mí, creí que el cambiar de aires y de quiosquero me iba a traer una cierta ilusión por el corto o largo futuro que me queda de existencia; sin embargo nada cambia aunque todo sea diferente, porque yo permanezco en la certeza de que el final de la carrera está próximo, tanto o más que hace tres días cuando visitaba el Gran Vía para tomarme un par de güisquis y olvidarme del futuro para “vivir” tan sólo el presente en compañía de vidrios y amigos de mostrador.

“Me duelo yo” era y sigue siendo el nombre de un poema que escribí hace años y que hoy, aunque entonces fuese verdad, se convierte en un dogma absoluto; pero bueno, como no soy muy creyente ya buscaré las artimañas necesarias para pasar este trance que ahora mismo me atenaza.

La mosca, como entendiendo este mensaje, ha volado hacia otros parajes más alegres; pero ignoro si ha virado a levante o poniente.

Noticias relacionadas

A quienes estamos convencidos de la iniquidad intrínseca de Sánchez, no nos va a confundir la supuesta “carta de amor” de este cateto personaje a su Begoña amada, redactada de su “puño y letra” (con sus tradicionales errores y faltas gramaticales) y exceso de egolatría.

Recuerdo con nostalgia la época en la que uno terminaba sus estudios universitarios y metía de lleno la cabeza en el mundo laboral. Ya no había marchas atrás. Se terminaron para siempre esos años de universitario, nunca más ya repetibles. Las conversaciones sobre cultura, sobre política, sobre música. Los exámenes, los espacios de relajamiento en la pradera de césped recién cortado que rodeaba la Facultad, los vinos en Argüelles, las copas en Malasaña...

Tras su inicial construcción provisional, el Muro de Berlín acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, reforzado en su interior por cables de acero para así acrecentar su firmeza. Se organizó, asimismo, la denominada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto