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Pactismos (o para qué hacemos lo que hacemos)

Juan Carlos Pérez
Redacción
jueves, 29 de noviembre de 2007, 05:15 h (CET)
Dicen que es recomendable tener claro cual es el lugar adonde queremos llegar. Cuál es la meta en nuestra vida. Y poner todos los medios a nuestra disposición para su consecución. Desde pequeños se nos inculca que el éxito es un objetivo loable. Y podemos ser abogados, médicos, ingenieros, sociólogos, futbolistas o músicos. Según que queramos ser hay instrumentos diferentes a nuestro alcance. Está la universidad. Están las escuelas de formación profesional. Está el sistema de práticas. Y también han abierto el tema de las ETTs, pero ésa es otra historia. Se nos dice que podemos ser todo aquello que queramos ser, solo con aspirarlo y esforzarnos en trabajarlo...

La vida individual es un reflejo en micro de la sociedad, que sería el macro. Se ha teorizado muchas veces acerca de como funciona la sociedad. Si es un mecanismo, un organismo vivo... etc. Pero es cierto que debemos de separar al individuo del colectivo, pero hay muchas conductas que son similares.

A nivel individual yo puedo llegar a acuerdos con el resto de ciudadanos cara a afrontar un negocio o proponer un plan, si hablamos de una cuadrilla. Pero evidentemente si hablo de ir a tal sitio o de comprar tal lonja y al final eso no sucede, bien los amigos no me llamaran para otra quedada o bien el banco, o la policia, me vendran a pedir cuentas. Es evidente que toda acción tiene consecuencias. Y si voy al banco a pedir un credito para constituir una sociedad, es asímismo evidente que se me pediran intereses. Son consecuencias lógicas de un comportamiento a nivel individual.

A nivel macro, de una sociedad, como la vasca, ocurre similar. Las partes pueden llegar a acuerdos. A promesas. A reglamentos. A tratados. A estatutos. A Constituciones. Y hasta a uniones. Si, hay muchas opciones. Pero lo principal es la sinceridad. Como en cualquier relación humana. Sinceridad y juego limpio. Sin tener cartas ocultas para maljugarlas. Sin tener intereses ocultos. Iendo de cara, diciendo toda la verdad. Con claridad. Y es lo que requieren, a mi juicio, toda relacion humana. A todos los niveles.

Es por lo anteriormente citado que considero que cuando afrontamos determinados comportamientos en este país, debemos ser un poco más claros, concretos y sinceros. Clarificando a nuestro entorno y a todas las ciudadanas y ciudadanos que está en juego y en que claves se mueven las diferentes situaciones. Dado que considero que con un poco de pedagogía, la sociedad es capaz de entender los procesos en los que estamos inmersos.

Euskadi afronta, desde hace meses, la palabra “Pactismo”. ¿Que significa? Pues en realidad significa reparto del pastel sin objetivos, sino como medio. Sin un fin para la sociedad, sino de copar las instituciones. Al menos tal y como se ha planteado. Pues como decía antes una relacion entre diferentes ha de ser sincera. Pero también basadas en un mínimo de intereses comunes que favorezcan una cierta empatia que pueda hacer realizables los proyectos que tengamos en mente. Cosa que es dificil si a nuestros ideales, a nuestros proyectos vitales, a nuestras estrategias, le separen algo más que ligeros matices. Y no sólo no seamos del mismo barrio, sino que tengamos diferentes origenes, pensamientos o forma de ser.

Nuestro proyecto, finalmente, debe basarse en que creemos que es el mejor para nuestra vida y la de los que nos rodean. Eso es fundamental. Porque si nos lo creemos seremos capaces de defender nuestras ideas en esta calle y en la de enfrente. A mujeres, hombre, niños, ancianos y demás. Porque si nuestro ideal se extiende, el pactismo cambiaría de sentido. Puede ser la palabra proselitismo. Aunque quiza sea demasiado mal entendida. Quizá la dicha de pedagogía sea mas adecuada. Zabaldu. Marcarnos plazos y medios para lograrlo. Como en nuestra vida cotidiana. Porque igual que nos la jugamos todos los días, en nuestra vida, para poder tener un nivel de vida, digno, peleandonos con cirios y troyanos, igual debemos actuar para defender lo que nos une. Y convencer. Nuestro futuro, como colectivo, está, también, en juego.

Yo lo tengo claro. ¿Y tu?

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Juan Carlos Pérez Álvarez es militante de Eusko Alkartasuna en Getxo.

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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