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Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

¡Vendo Sábanas barratas!

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No, la doble erre del final no es una errata. Cuando era muy pequeño pasaba por casa un señor hindú que, a voz en grito, anunciaba “¡Vendo sábanas barratas!, ¡Muy barratas!”. A mi lo que me gustaba de él era su color de piel, y el olor que desprendía que, como niño que era, mi imaginación asociaba a los reyes magos, por lo del incienso y la mirra. También llevaba tohallas, calcentines, jerseys, camisas, trajes de señora, relojes… Y la realidad es que no era nada “barrato”. Cómodo sí, porque, como decía mi madre para justificar sus compras, se ahorraba uno el tener que bajar a la ciudad a buscar ciertas cosas. No sé que tal sería la calidad de la mercancía que vendía. Mi memoria no llega a tanto. Lo cierto es que ese reclamo, el de ¡Vendo sábanas barratas!, junto al exotismo de aquel hombre alto, fuerte, de ojos marrón claro y pelo lacio y negro como el carbón, hacía estragos en las economías familiares de la zona - las malas lenguas añadían que hacía estragos en alguna que otra cosa familiar, o por lo menos las vecinas se pasaban las siguientes semanas hasta su vuelta sacándole las túnicas de pellejo a alguna incauta que lo invitaba a pasar a su casa a tomar agua-.

Somos latinos y, como pueblo, cuando escuchamos eso de ¡Vendo sábanas barratas! el vello de los brazos se nos eriza mientras nos relamemos pensando que podemos encontrar el chollo ese del que vende duros a cuatro pesetas. Para darnos cuenta luego, claro, que los duros valen 5 pesetas y a nosotros nos han costado diez, no cuatro. Pero lo disfrutamos igual. Tiene que ver con nuestra idiosincracia.

Rajoy no tiene la pinta de aquel vendedor de mi infancia, no se acerca ni de lejos, pero, en esta última convención política, ante un abarrotado pabellón Madrid Arena, ha usado el grito de ¡Vendo sábanas barratas! Aunque alguien debería decirle que eso funciona cuando la inmediatez y cercanía del furgón donde se tiene el género abobanca a quien quiere comprar. Para las elecciones generales todavía quedan unos cuantos meses, y hay tiempo más que de sobra para reflexionar sobre en que quiere uno gastarse los fistulines, y si compensa el gastárselos en el género del vendedor ambulante.

A bote pronto sólo hay que echar un vistazo a la anterior propuesta hecha por el PP, guarderías gratuitas para todo el mundo, para darse cuenta de que si se lleva adelante esa rebaja del IRPF que Rajoy ha prometido para aquellas personas que ganen menos de 16.000 euros, la financiación de la primera propuesta recaerá en lo que recauden los ayuntamientos para llevarla adelante. Es decir, no hay que ser Einstein para darse cuenta de que si la rebaja del IRPF propuesta resta al Estado sobre los 5.000 millones de euros, esos ingresos tendrán que ser recaudados por la vía de la cercanía municipal. Todos pagamos contribución urbana y basura, los que cobran menos de 16.000 euros también, de eso nadie queda excento. Y, por poner un ejemplo, en el ayuntamiento de Salamanca ya se han puesto las pilas. El consistorio municipal quiere subir un 85% el bonobus, 45 euros más de contribución, 17 euros más de basura y un 14% de subida para el agua.

De igual forma, si el Estado recauda 5.000 millones de euros menos al año, tampoco habrá que ser muy avispado para darse cuenta de que habrá servicios públicos que se resentirán. Hagan memoria. Ahora mismo, para conseguir que la Educación Pública vuelva a los niveles de cobertura en becas y servicio que tenía en 1996 tendrán que pasar 10 años - dicho por Solbes, que de otra cosa no, pero de números sabe un montón-, porque es tal la desafectación y falta de inversión que sufrieron durante los ocho años de gobierno del PP que es imposible arreglarlo en una legislatura. Pero no crean que eso sólo pasó con la Educación pública, también la Sanidad, servicios como mantenimiento de carreteras, fuerzas de seguridad del Estado, o las cuadrillas anti incendios - en este último caso la drástica reducción presupuestaria costó vidas-, se vieron afectados.

Eso sí, la propuesta de Rajoy esconde una bajada del 3% para las rentas más altas - no podía ser de otra manera viniendo de quien viene-. Alguien dirá “hombre, si es un 3% de mierda” (¡Ja!). 3% sí, pero de mierda nada. Les voy a poner un ejemplo para que lo entiendan: En una renta alta de unos veinte millones de las antiguas pesetas al año, la reducción es de seiscientas mil pesetas. Vamos, que Rajoy quiere pagarle las vacaciones a alguien que gana 20 millones de pesetas al año con la pensión anual de un pensionista que cobra una no contributiva. Toda una aportación fiscal que seguro interesa a esa mayoría silenciosa que cobra 20 millones de las antiguas pesetas al año.

Ustedes verán. Hagan cuentas y si les compensa, pues ya saben.

Suena de fondo “If i was a rich girl”, de Guen Stefani Feat.

Buenas noches, y buena suerte…

¡Vendo Sábanas barratas!

Santi Benítez
Santi Benítez
jueves, 22 de noviembre de 2007, 04:48 h (CET)
No, la doble erre del final no es una errata. Cuando era muy pequeño pasaba por casa un señor hindú que, a voz en grito, anunciaba “¡Vendo sábanas barratas!, ¡Muy barratas!”. A mi lo que me gustaba de él era su color de piel, y el olor que desprendía que, como niño que era, mi imaginación asociaba a los reyes magos, por lo del incienso y la mirra. También llevaba tohallas, calcentines, jerseys, camisas, trajes de señora, relojes… Y la realidad es que no era nada “barrato”. Cómodo sí, porque, como decía mi madre para justificar sus compras, se ahorraba uno el tener que bajar a la ciudad a buscar ciertas cosas. No sé que tal sería la calidad de la mercancía que vendía. Mi memoria no llega a tanto. Lo cierto es que ese reclamo, el de ¡Vendo sábanas barratas!, junto al exotismo de aquel hombre alto, fuerte, de ojos marrón claro y pelo lacio y negro como el carbón, hacía estragos en las economías familiares de la zona - las malas lenguas añadían que hacía estragos en alguna que otra cosa familiar, o por lo menos las vecinas se pasaban las siguientes semanas hasta su vuelta sacándole las túnicas de pellejo a alguna incauta que lo invitaba a pasar a su casa a tomar agua-.

Somos latinos y, como pueblo, cuando escuchamos eso de ¡Vendo sábanas barratas! el vello de los brazos se nos eriza mientras nos relamemos pensando que podemos encontrar el chollo ese del que vende duros a cuatro pesetas. Para darnos cuenta luego, claro, que los duros valen 5 pesetas y a nosotros nos han costado diez, no cuatro. Pero lo disfrutamos igual. Tiene que ver con nuestra idiosincracia.

Rajoy no tiene la pinta de aquel vendedor de mi infancia, no se acerca ni de lejos, pero, en esta última convención política, ante un abarrotado pabellón Madrid Arena, ha usado el grito de ¡Vendo sábanas barratas! Aunque alguien debería decirle que eso funciona cuando la inmediatez y cercanía del furgón donde se tiene el género abobanca a quien quiere comprar. Para las elecciones generales todavía quedan unos cuantos meses, y hay tiempo más que de sobra para reflexionar sobre en que quiere uno gastarse los fistulines, y si compensa el gastárselos en el género del vendedor ambulante.

A bote pronto sólo hay que echar un vistazo a la anterior propuesta hecha por el PP, guarderías gratuitas para todo el mundo, para darse cuenta de que si se lleva adelante esa rebaja del IRPF que Rajoy ha prometido para aquellas personas que ganen menos de 16.000 euros, la financiación de la primera propuesta recaerá en lo que recauden los ayuntamientos para llevarla adelante. Es decir, no hay que ser Einstein para darse cuenta de que si la rebaja del IRPF propuesta resta al Estado sobre los 5.000 millones de euros, esos ingresos tendrán que ser recaudados por la vía de la cercanía municipal. Todos pagamos contribución urbana y basura, los que cobran menos de 16.000 euros también, de eso nadie queda excento. Y, por poner un ejemplo, en el ayuntamiento de Salamanca ya se han puesto las pilas. El consistorio municipal quiere subir un 85% el bonobus, 45 euros más de contribución, 17 euros más de basura y un 14% de subida para el agua.

De igual forma, si el Estado recauda 5.000 millones de euros menos al año, tampoco habrá que ser muy avispado para darse cuenta de que habrá servicios públicos que se resentirán. Hagan memoria. Ahora mismo, para conseguir que la Educación Pública vuelva a los niveles de cobertura en becas y servicio que tenía en 1996 tendrán que pasar 10 años - dicho por Solbes, que de otra cosa no, pero de números sabe un montón-, porque es tal la desafectación y falta de inversión que sufrieron durante los ocho años de gobierno del PP que es imposible arreglarlo en una legislatura. Pero no crean que eso sólo pasó con la Educación pública, también la Sanidad, servicios como mantenimiento de carreteras, fuerzas de seguridad del Estado, o las cuadrillas anti incendios - en este último caso la drástica reducción presupuestaria costó vidas-, se vieron afectados.

Eso sí, la propuesta de Rajoy esconde una bajada del 3% para las rentas más altas - no podía ser de otra manera viniendo de quien viene-. Alguien dirá “hombre, si es un 3% de mierda” (¡Ja!). 3% sí, pero de mierda nada. Les voy a poner un ejemplo para que lo entiendan: En una renta alta de unos veinte millones de las antiguas pesetas al año, la reducción es de seiscientas mil pesetas. Vamos, que Rajoy quiere pagarle las vacaciones a alguien que gana 20 millones de pesetas al año con la pensión anual de un pensionista que cobra una no contributiva. Toda una aportación fiscal que seguro interesa a esa mayoría silenciosa que cobra 20 millones de las antiguas pesetas al año.

Ustedes verán. Hagan cuentas y si les compensa, pues ya saben.

Suena de fondo “If i was a rich girl”, de Guen Stefani Feat.

Buenas noches, y buena suerte…

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