El incivismo, el gamberrismo y otros «ismos» del mismo estilo tienen su origen en una educación deficiente. Se dan otros problemas que proceden de una insuficiencia educativa. Fui testigo de un conato de pelea entre dos personas de la «tercera edad» por algo tan nimio como el horario de jugar al billar. ¿Qué fallo educativo encontramos en el joven incívico que se dedica a quemar contenedores o en el gamberro que se deleita en decir sandeces a las chicas? ¿Qué le ha faltado al proceso educativo de estas dos personas maduras que quieren solucionar a puñetazos sus pequeñas diferencias?
No confundamos educación con sabiduría. Hoy podemos dar gracias al Señor por la universalización del sistema educativo. Las aulas están abiertas a toda la población en edad escolar. Ironías de la vida. Los centros educativos no se distinguen precisamente por el civismo de los alumnos que asisten a las aulas. Lo que entendemos por educación es el aprendizaje de materias que no transforman a los alumnos en personas educadas. La formación de un carácter ejemplar depende de algo mucho más profundo que aprender inglés o matemáticas.
En nombre de una supuesta defensa de las libertades personales, de nuestro vocabulario prácticamente se ha borrado el adverbio NO. Esta eliminación es la causante del comportamiento indeseable esbozado al inicio de este escrito. NO, no es un trabalenguas que nos haga difícil pronunciarlo. Es una de las primeras palabras que los niños aprenden a decir para oponerse a los deseos de sus padres. Se debe recuperar su uso en el sentido pedagógico positivo.
Quienes trabajan con niños, maestros y sicólogos, piensan que una generación de padres se ha olvidado de decir NO. Con el resultado que a medida que crecen los hijos, les falta el autocontrol necesario para gestionar con éxito la vida adulta. Jane Cassidy, sicoterapeuta infantil , afirma: “Los niños necesitan tener la experiencia de un adulto que les diga NO. Si siempre te rindes, no aprenden cómo se puede resistir, así que, cuando son adolescentes y adultos no saben decir NO cuando los compañeros los presionan en cuestión de drogas, delincuencia o sexo”.
Por lo que hace a disciplina, se llega a la conclusión que los padres están muy mal disciplinados. Dicen a sus hijos que no deberían tener aquello que quieren, pero ante sus protestas se rinden. La mayoría de los padres no saben decir NO. No saben poner límites. No saben aceptar las consecuencias que llegan después de decir NO. Los hijos no saben quien manda. Así que cogen ellos las riendas.
Una filosofía dominante hoy es que no se debe castigar a los hijos. Si al niño se le niega algo y grita, entonces se le dice: haz lo que quieras. Los hijos mandan. Otra filosofía prevaleciente en nuestros días es la del pensamiento positivo que enseña: «Intenta decir sí, procura evitar el NO debido a la negatividad que conlleva este adverbio. Desde hace unos treinta o cuarenta años se ha ido perdiendo el uso del NO. Una de las causas de la mutilación del vocabulario puede deberse a que la vorágine de nuestro tiempo induce a no querer malgastar el precioso tiempo del que uno dispone para enfrentarse a las rabietas de los hijos. Las hipotecas y otros créditos que se unifican para afrontar con «mayor comodidad» los pagos, exigen que los padres dediquen muchas horas al trabajo y pocas al cuidado de los hijos, para poder ganar el dinero que necesitan para sufragar la deuda. Cuando regresan a casa no tienen ganas de decir a los hijos lo que tienen que hacer o dejar de hacer. Abandonan su responsabilidad de disciplinar a sus hijos que dan conatos de indisciplina. Se rinden, diciendo: “Está bien, haz lo que quieras”.
La filosofía de la libertad que impide decir NO en nombre de una supuesta libertad personal, lo que está haciendo es impedir que se pongan límites, no sólo entre padres e hijos, sino también entre éstos y la otra gente. Decir NO ayuda a que los hijos entiendan porque los padres dicen NO, porque pueden decir NO y porque pueden dejar de decir NO. Si los hijos han de ser felices han de entender las reglas de la convivencia. Saber que existe el NO ayuda a hacerlo. Es para su bien. Si los hijos entienden desde un principio que los padres tienen las ideas claras y que no les retiran su amor cuando se les corrige, se ponen unos cimientos firmes que les ayudarán en los años complicados que se les avecinan.
No debemos olvidar quien es un niño. Es un adulto en ciernes, faltado de madurez. Debido a ello es de suponer que desafiará a los padres. Está aprendiendo unas reglas que no le gustan y que espera poder eludirlas. Permitid padres que vuestros hijos tengan rabietas. Terminarán aprendiendo que cuando se les dice NO quiere decir NO.
Muchos padres se equivocan a la hora de querer corregir el comportamiento equivocado de sus hijos. No todo consiste en disciplina. Antes, los padres deben de haberse ganado el respeto de sus hijos. Los padres no quieren que sus hijos se peleen, pero los acribillan a porrazos. Les molesta que griten, y se pretende que se callen gritando más fuerte que ellos. Los padres deben ser modelos a imitar. Los hechos hablan más fuerte que las palabras. Los niños no necesariamente escuchan. Se les puede decir diez veces que se les ama, pero si no se está con ellos manifestándoles amor, las palabras se las lleva el viento.
La generación del SÍ debe aprender a decir el NO educativo. He aquí el quid de la cuestión. ¿Cómo pueden los padres aprender a decir el NO instructivo? Se es padre o madre por delegación de Dios. Cuando Dios creó al hombre, diseñó que la manera de instruir correctamente a las generaciones futuras era mediante el esfuerzo educativo de los progenitores. Debido al pecado que hizo acto de presencia en el Paraíso cuando Adán desobedeció a Dios comiendo el fruto del árbol que estaba en medio del huerto, se inició la tendencia de hacer el mal. Por esta razón los padres, en primer lugar deben corregir su propio comportamiento con la ayuda de la Biblia que les enseña como deben comportarse. Adquirido este conocimiento básico que les devuelve el gozo de la salvación, se hacen suyo el proverbio. “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (29:17). Saber la importancia que tiene la corrección, no sólo para ahora, sino también la trascendencia que tiene también para el futuro, los padres aprenderán a decir el NO que significa NO.
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