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¿Morir por elección?

Javier Úbeda Ibáñez
Redacción
martes, 20 de noviembre de 2007, 04:18 h (CET)
En estos últimos años, la controversia sobre la eutanasia ha salido del escenario tradicional de episodio dramático provocado por sufrimientos insoportables y terminado con un gesto de compasión inverosímil. Hoy día se propone sobre todo como una elección (death by choice) y se pretende su reconocimiento como expresión del pluralismo, o como una alternativa impuesta por los cambios en la asistencia sanitaria, o como una exigencia de respeto a la voluntad y a la autonomía de quien prefiere la muerte a la vida. Examinemos uno por uno estos tres razonamientos:

1. El factor socio-legal. La legalización de la eutanasia parece lejana, pero ya no se trata de una posibilidad improbable, como lo demuestra el giro legislativo en los distintos países occidentales y algunos sondeos de opinión entre los ciudadanos y la clase médica. Esta perspectiva convierte el debate en algo más concreto, y lleva a las partes a favor y en contra a dar preferencia a los discursos que la gente pueda entender, dejando en segundo plano las argumentaciones de fondo, es decir, los principios de naturaleza antropológica y doctrinal.

La tesis del pluralismo es una falacia, ya que en una sociedad pueden y deben convivir una pluralidad de convicciones y creencias, pero no una pluralidad de leyes.

El ordenamiento jurídico debe ser único y común para todos. Ahora bien, legalizar la eutanasia significa no sólo eliminar las sanciones legales, sino sobre todo predisponer estructuras y procedimientos sanitarios que la hagan accesible y segura para todos. Como ya ha sucedido con el aborto, una ley tolerante ofrecería una solución permisiva incentivando una costumbre inhumana en perjuicio de otras soluciones éticamente más justas.

2. El factor socio-médico. El médico desempeña en la sociedad un papel de servicio a la vida por antonomasia. Este era el espíritu hipocrático, y sigue presente en el vigente código de ética médica aprobado en Ginebra. Sin embargo, en la actualidad se están difundiendo algunas orientaciones dirigidas a modificar el estatuto profesional del médico; tendría que convertirse en instrumento decisivo para la contención del gasto sanitario y para la instauración de una política selectiva fundada sobre el concepto de calidad de la vida.

La crisis del Estado de bienestar, la disminución relativa de los recursos y la consiguiente necesidad de reducir los gastos sanitarios, según algunos, debería llevar a los médicos a excluir algunas categorías de personas –en primer lugar, los ancianos- de las terapias más costosas.

De esta manera entrarían por la puerta de servicio de la práctica hospitalaria procedimientos que tienen muchos puntos en común con la eutanasia.

Del mismo modo, algunos sostienen que, dado que la medicina moderna es responsable de la supervivencia de un número cada vez mayor de personas con discapacidades o con una calidad de vida muy reducida (ancianos, enfermos crónicos, etc.), tendría que cargar sobre sí el deber de aliviar, con las correspondientes medidas –como la suspensión de los tratamientos y de la nutrición e hidratación artificial, la eutanasia involuntaria, etc.-, una carga que se ha hecho insostenible para la sociedad.

3. En cuanto a la cuestión de la libertad individual, es bien sabido el peso que el argumento llamado pro choice tuvo en la legalización del aborto, sobre todo en los Estados Unidos. Sin embargo, respecto a la eutanasia, este razonamiento parece inmediatamente menos eficaz, porque, si bien resulta relativamente fácil pronunciarse a favor de la elección de la mujer contra un minúsculo embrión que no puede defender sus derechos, en cambio no se comprende por qué la voluntad de morir de un paciente tiene que prevalecer por encima de la profesionalidad del médico que dispone de un instrumento eficaz, como es la medicina paliativa.

Por este motivo, los partidarios de la eutanasia se han dado cuenta de que era necesario volver a definir el papel del médico para que no sea él, sino el paciente, el que disponga la acción letal.

Se han acercado así a la noción de suicidio.

De esta forma, el concepto tradicional, pero ambiguo, de mercy killing está cediendo el paso al más racional y engañoso de “suicidio asistido”.

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Javier Úbeda Ibáñez es escritor.


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