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Quien es causa de la causa…

Miguel Massanet
Miguel Massanet
miércoles, 3 de octubre de 2007, 21:57 h (CET)
Alguien del partido socialista, no me he molestado en intentar averiguar quien ha sido, ha dicho algo así como que “el veneno, en pequeñas dosis, puede ser bueno”. Es la teoría que ha puesto de moda las vacunas y que tan beneficiosa ha sido desde que el doctor Pasteur inventó la vacuna contra la rabia o el doctor Salk la que prevenía contra la poliomielitis; pero todos sabemos que, el quid de la cuestión, está en saber aplicar la dosificación adecuada. Porque, seamos francos, desde la óptica profana de un ciudadano de a pie, esta España de nuestras entretelas no está en su mejor momento. El pretender tender cortinas de humo, como lo hace el Gobierno y su gran cobertura mediática, no puede empañar el hecho de que en esta Nación se están produciendo hechos preocupantes. Podemos decir que la quema de retratos del Rey es cosa de unos cuantos fanáticos; podemos argumentar que las declaraciones del lehendakari Ibarretche están hechas de cara a su clientela vasca y podemos admitir que al Gobierno, (que desde hace unos meses está sumido en un estado cataléptico) tanto le da inclinarse hacia el despilfarro y la dilapidación, como hacia la aparente firmeza ante el terrorismo o, como hemos observado últimamente, hacia una tímida y forzada defensa de la monarquía que no disimula su satisfacción ante la postura de los separatistas pretendiendo poner en jaque a la Monarquía. Todos sabemos la faceta republicana de ZP y sus tendencias frente populistas que, en una ocasión, dejó translucir al decir que el Rey era “muy republicano”, antítesis absurda, pero que refleja su verdadera manera de pensar.

Se habla de una pinza formada por los separatistas y la ultra derecha. Por supuesto que esto ha salido del PSOE, que pretende nadar y guardar la ropa. ¿Acaso es que los comunistas apoyan la Monarquía? No, por supuesto que no, pero fíjense ustedes que se mantienen apartados de la polémica; y CIU, ¿qué pasa con el partido de Mas y Durán? También están agazapados esperando el momento de intervenir, dejándoles a Carot, Puigcercós e Ibarretche el peso de la ofensiva contra el Rey. Pero ¿qué es esta denostada extrema derecha a la que acusan de ir en contra del Rey? Pues, si me lo permiten, yo se lo voy a decir. Esta extrema derecha es, ni más ni menos, la que se ampara en la Constitución de 1978; la que ve horrorizada como en España ha desaparecido la distribución de poderes que tan acertadamente propugnó Montesquieu; la que viene comprobando que, en tres años y medio, la Nación se ha trasmutado de una democracia en la que se respetaba el Estado de Derecho, próspera y ordenada; en un país donde cada autonomía tira para sí y algunas pretenden independizarse de España; en el que se ha permitido que España haya dejado de ser una nación respetada en Europa y América, para convertirse en defensora de Fidel Castro y protectora e impulsora de las veleidades comunistas de países sudamericanos – gobernados por comunistas totalitarios como los señores Chávez, Evo Morales y Correa –; ¡si señores, a estos es a quiénes tildan de extrema derecha todos los de la farándula!, a los que acusan de fascistas sujetos como Victor Manuel( que llama hijo de puta a un obispo) o los Barden, millonarios que se cubren el culo con la manta del progresismo o tantos otros, como el inefable señor López Tena, que apoya el separatismo catalán y, por si fuera poco, le indica al señor Ibarreteche cómo lo ha de hacer para sacar adelante su famoso referendo ( y eso siendo un miembro del Consejo del Poder Judicial, para más INRI).

Pero se equivocan, de pe a pa, quienes pretenden achacar, a esta derecha, animosidad contra la monarquía, porque no es cierto. Vean, yo no me tengo por monárquico, pero no puedo estar conforme con quienes pretenden derrocar la institución a base de quemar las efigies del rey o de la reina; ni tampoco de aquellos que pretenden cambiar el régimen por una república comunista ni tampoco de los energúmenos que en el país vasco queman autobuses o cajeros automáticos. Es decir que, en España, existe una gran parte de la población que no está de acuerdo con estos extremismos y, podría decir, sin temor a equivocarme, que la mayoría de esta clase media española que siempre está a la duras y a las maduras, tampoco acepta estos procedimientos. Pero, así como repudio todos los sistemas que entrañan la fuerza, el desorden o la algarada como medios de presión contra un sistema político; tengo que reconocer que muchos ciudadanos creen que España no debiera de haber llegado a esta situación. El principal culpable de ello ha sido ZP y su gobierno. Se han creado problemas innecesarios; se ha transigido demasiado ante las peticiones nacionalistas que, al fin, han derivado en separatismos virulentos; se ha consentido que algunas autonomías se llevaran la parte del león de los presupuestos, sometiéndose al chantaje de sus gobernantes, y se han establecido abismos entre las unas y las otras como consecuencia de la insolidaridad que el Gobierno ha consentido que se produjese, para asegurarse los votos de aquellas que más le interesaban.

Esta derecha tan criticada, vejada e injustamente vilipendiada, lo que no puede admitir es que ZP haya desmembrado la nación; no puede asimilar que esto haya ocurrido ante la pasividad de las instituciones que la Constitución ha establecido para mantener la unidad de la patria; no puede comprender como se hayan establecido privilegios anticonstitucionales a favor de unos (eliminación del uso del castellano en Cataluña y país vasco; escolarización partidista y separatista; enseñanza amoral y disgregadora; imposición a los padres de asignaturas para sus hijos tan absurda como la Educación para la ciudadanía; ataques continuos a la religión católica y mucho respeto al Islám, etc) y que todo esto ocurra ante la pasividad de la Justicia, la inhibición del TC y la colaboración del gobierno de ZP. Si esto es extrema derecha, debemos reconocer que estamos en ella; pero yo calificaría, sin ningún pudor, que todos estos que se han lanzado como fieras para acusarnos de extremistas deberían echar un vistazo a la España de Aznar, la del 2004 y compararla con ésta en la que estamos viviendo y saquen sus propias conclusiones. Es cierto que, cuando veo a los trotamundos de la progresía tan envalentonados; cuando el libertinaje y la horterada son moneda común entre muchos de nuestros jóvenes; cuando vemos que se favorece el incivismo, a los okupa y a los antisistema en contra de las personas de orden; debo reconocer que dudo de que se cumpla con la Constitución y que quienes deberían ser sus más conspicuos defensores estén cumpliendo con su obligación. Puedo estar equivocado, pero yo lo veo así.

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