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“Por un clavo se pierde una herradura y por una herradura un caballo, y por un caballo un caballero” Proverbio español

¿Podrá sobrevivir España a sus políticos?

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Cuando una nación se ve enfrentada a varias llamadas a las urnas, durante el corto periodo de un año, es muy posible que se produzca una sobresaturación de presión propagandística, una intolerancia a mítines y declaraciones públicas y un empacho de promesas, propuestas y demagogia por parte de los aspirantes a los distintos cargos públicos; que sean capaces de acabar por producir en los ciudadanos dolorosos cólicos mentales de resistencia a todo aquello que tenga algo que ver con electoralismo, votaciones o luchas entre partidos por alcanzar el poder. Y es que, señores, después de una crisis de más de siete años, cuando los españoles ya estamos hartos de que, unos y otros, se echen mutuamente las culpas sobre a quien le corresponde la mayor responsabilidad por los años de restricciones y problemas económicos que nos hemos visto obligados a soportar, bien a nuestro pesar, amén de recortes salariales, falta de trabajo, despidos, restricciones crediticias, aumentos de impuestos y, en el mejor de los casos, un retroceso en el modus vivendi; asumiendo que nunca más, al menos durante bastantes años, se van a reproducir las condiciones económicas, financieras y sociales de las que vinimos gozando antes de que, en el 2007, se iniciase la crisis que nos ha venido azotando durante tantos años.

Por si no nos bastara que se produzcan elecciones municipales, autonómicas y legislativas sólo separadas por unos pocos meses, nos encontramos con el añadido de que, los separatistas catalanes, están empeñados en llevar adelante su propia batalla convocando las elecciones municipales para el 27 de septiembre, con la intención de convertirlas en lo que ellos han dado por denominar “plebiscitarias”, es decir que, en el supuesto de una victoria de los partidos imbricados en la coalición separatista catalana, para ellos constituiría la base suficiente para el inicio de una declaración unilateral de independencia, de Catalunya, del resto de la nación; con independencia de lo establecido en la Constitución y de la opinión de los españoles no consultados.

Si ello no fuera suficiente para confundir, despistar o crear una situación de incertidumbre entre la ciudadanía; al contrario de lo que venía ocurriendo con las votaciones autonómicas, municipales o las propias legislativas de otras ocasiones, en este caso, como consecuencia del mal estar provocado por la crisis, aprovechando el disgusto de los electores con aquellos partidos a los a que acostumbraban a votar y dándose la circunstancia de que, aunque haya empezando a amainar la crisis, que se empiecen a vislumbrar horizontes mejores y que, en algunos sectores, ya se note la reactivación de su producción y sus pedidos; algunas nuevas formaciones de izquierdas, nacidas de aquellas semillas revolucionarias que empezaron a germinar entre los del 15M, han aprovechado el que, una gran cantidad ciudadanos, especialmente de la clase media y obrera, todavía no hayan percibido los beneficios en sus economías de esta incipiente reactivación y, valiéndose de la impaciencia de muchos españoles a los que la crisis ha situado en una grave situación familiar; han irrumpido con fuerza, ayudados por cadenas televisivas como la 4 y la 6ª, y han conseguido, con sus propuestas rompedoras y su discurso antisistema, enganchar a muchos ciudadanos que ven en ellos la savia nueva con la que piensan que se puede solucionar, de un plumazo, la situación española y, particularmente, la suya propia.

El peligro que entraña toda esta “movida” de tipo político, es que viene aderezada y salpimentada por la afloración, durante los últimos años, de una serie de irregularidades, administrativas y económicas, detectadas entre los dirigentes de los partidos tradicionales, especialmente los que en algún momento han tenido o tienen responsabilidad de gobierno, que ha puesto a la luz varios casos escandalosos en los que han aparecido, sea dentro de la misma Administración, en los Sindicatos, en los gobiernos autonómicos o en los mismos partidos políticos, cuestiones importantes de corrupción que han puesto sobre la mesa actuaciones poco respetuosas con la legalidad en las que, en ocasiones, los dineros de todos los españoles, derivados de sus impuestos, han acabado en manos de quienes tenían la obligación de darles el destino adecuado, que han sido desviados fraudulentamente hacia sindicatos, gobiernos autonómicos, en unas ocasiones para beneficiar a los propios partidos y en muchos casos para enriquecer a quienes los han manejado.

Es posible y podríamos decir que, en la mayoría de casos de apropiaciones de caudales públicos, de desviaciones de fondos, de corrupción de funcionarios, de omisión de control etc., aunque se han descubierto ahora, fruto de una actuación más diligente de nuestra policía o de la Hacienda pública; sus orígenes, los momentos en los que los delitos tuvieron lugar que, salvo en los continuados, se cometieron en años y legislaturas pasadas y nada tienen que ver con los actuales gobernantes. Pero, señores, esto es muy difícil de explicar al pueblo, que tiene la sensación de que, los actuales políticos, aquellos a los que se eligió para gobernar, no han sabido evitar estos temas de corrupción y, en consecuencia tienden a culparles de ello. ¿Qué esto se debe a la falta de información a los ciudadanos por parte de los gobernantes? Por supuesto y esta faceta es la que, en varias ocasiones, hemos reprochado al actual Gobierno que si, es verdad ha hecho cosas muy buenas para España, en general, no las ha sabido explicar, para que los españoles lo entendiéramos así, como tampoco ha tenido la valentía de asumir sus responsabilidades en casos tan lamentables como es el Gurtel.

Claro que la oposición tampoco puede alardear, como lo hace, en un ejercicio de la más flagrante cara dura, el señor Pedro Sánchez del PSOE, que teniendo en Andalucía uno de los casos más vergonzoso de aprovechamiento de sus directivos de la Junta en perjuicio de los obreros a los que iba destinado el dinero, tiene la osadía y falta de vergüenza de reprochar al PP de ser corrupto, cuando ellos tienen casos más numerosos y por importes muy superiores, derivados de la corrupción de los suyos. En fin, señores, que el personal anda soliviantado y, en estas condiciones, es muy difícil pedirles a los que sean sensatos, que mediten sus decisiones, que valores las consecuencias de un error en la elección de quienes los han de gobernar, de la trascendencia que, tanto respecto a Europa como a lo referente a nuestra financiación exterior, tiene el que se pudiera producir la situación de que, un gobierno de algún grupo extremista de izquierdas o de una coalición de ellos, representaría para un país que, a duras penas, ha sabido sacar la nariz del agua, Si, a las primeras inhalaciones de aire puro que uno que se ahoga consigue aspirar, se le vuelve a hundir en el agua, es muy posible que ya se quede definitivamente en las profundidades, sin posibilidades de ser rescatado con vida.

No se puede pedir a la gente a la que se le ha hecho creer que la culpa de todo lo malo que ha ocurrido en España es del PP que, a los últimos meses de legislatura, piense con lógica y serenidad cuando, durante lo que llevamos de legislatura se ha prescindido de darle explicaciones entendibles, se ha mantenido una actitud de superioridad y se ha actuado, en ocasiones, dando la sensación de que lo que pensaba la ciudadanía no importaba. Mucho nos tememos que el señor Rajoy y su partido tiene por delante una misión harto complicada, si ha de convencer al electorado que debe volverle a votar para impedir que España acabe en las catacumbas de la miseria.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que el tiempo corre demasiado deprisa y que, quien debiera tomar decisiones rápidas, sigue empeñado en mantenerse tranquilamente sentado en la poltrona, esperando que el destino le de la razón. Una peligrosa actitud.

¿Podrá sobrevivir España a sus políticos?

“Por un clavo se pierde una herradura y por una herradura un caballo, y por un caballo un caballero” Proverbio español
Miguel Massanet
domingo, 3 de mayo de 2015, 00:38 h (CET)
Cuando una nación se ve enfrentada a varias llamadas a las urnas, durante el corto periodo de un año, es muy posible que se produzca una sobresaturación de presión propagandística, una intolerancia a mítines y declaraciones públicas y un empacho de promesas, propuestas y demagogia por parte de los aspirantes a los distintos cargos públicos; que sean capaces de acabar por producir en los ciudadanos dolorosos cólicos mentales de resistencia a todo aquello que tenga algo que ver con electoralismo, votaciones o luchas entre partidos por alcanzar el poder. Y es que, señores, después de una crisis de más de siete años, cuando los españoles ya estamos hartos de que, unos y otros, se echen mutuamente las culpas sobre a quien le corresponde la mayor responsabilidad por los años de restricciones y problemas económicos que nos hemos visto obligados a soportar, bien a nuestro pesar, amén de recortes salariales, falta de trabajo, despidos, restricciones crediticias, aumentos de impuestos y, en el mejor de los casos, un retroceso en el modus vivendi; asumiendo que nunca más, al menos durante bastantes años, se van a reproducir las condiciones económicas, financieras y sociales de las que vinimos gozando antes de que, en el 2007, se iniciase la crisis que nos ha venido azotando durante tantos años.

Por si no nos bastara que se produzcan elecciones municipales, autonómicas y legislativas sólo separadas por unos pocos meses, nos encontramos con el añadido de que, los separatistas catalanes, están empeñados en llevar adelante su propia batalla convocando las elecciones municipales para el 27 de septiembre, con la intención de convertirlas en lo que ellos han dado por denominar “plebiscitarias”, es decir que, en el supuesto de una victoria de los partidos imbricados en la coalición separatista catalana, para ellos constituiría la base suficiente para el inicio de una declaración unilateral de independencia, de Catalunya, del resto de la nación; con independencia de lo establecido en la Constitución y de la opinión de los españoles no consultados.

Si ello no fuera suficiente para confundir, despistar o crear una situación de incertidumbre entre la ciudadanía; al contrario de lo que venía ocurriendo con las votaciones autonómicas, municipales o las propias legislativas de otras ocasiones, en este caso, como consecuencia del mal estar provocado por la crisis, aprovechando el disgusto de los electores con aquellos partidos a los a que acostumbraban a votar y dándose la circunstancia de que, aunque haya empezando a amainar la crisis, que se empiecen a vislumbrar horizontes mejores y que, en algunos sectores, ya se note la reactivación de su producción y sus pedidos; algunas nuevas formaciones de izquierdas, nacidas de aquellas semillas revolucionarias que empezaron a germinar entre los del 15M, han aprovechado el que, una gran cantidad ciudadanos, especialmente de la clase media y obrera, todavía no hayan percibido los beneficios en sus economías de esta incipiente reactivación y, valiéndose de la impaciencia de muchos españoles a los que la crisis ha situado en una grave situación familiar; han irrumpido con fuerza, ayudados por cadenas televisivas como la 4 y la 6ª, y han conseguido, con sus propuestas rompedoras y su discurso antisistema, enganchar a muchos ciudadanos que ven en ellos la savia nueva con la que piensan que se puede solucionar, de un plumazo, la situación española y, particularmente, la suya propia.

El peligro que entraña toda esta “movida” de tipo político, es que viene aderezada y salpimentada por la afloración, durante los últimos años, de una serie de irregularidades, administrativas y económicas, detectadas entre los dirigentes de los partidos tradicionales, especialmente los que en algún momento han tenido o tienen responsabilidad de gobierno, que ha puesto a la luz varios casos escandalosos en los que han aparecido, sea dentro de la misma Administración, en los Sindicatos, en los gobiernos autonómicos o en los mismos partidos políticos, cuestiones importantes de corrupción que han puesto sobre la mesa actuaciones poco respetuosas con la legalidad en las que, en ocasiones, los dineros de todos los españoles, derivados de sus impuestos, han acabado en manos de quienes tenían la obligación de darles el destino adecuado, que han sido desviados fraudulentamente hacia sindicatos, gobiernos autonómicos, en unas ocasiones para beneficiar a los propios partidos y en muchos casos para enriquecer a quienes los han manejado.

Es posible y podríamos decir que, en la mayoría de casos de apropiaciones de caudales públicos, de desviaciones de fondos, de corrupción de funcionarios, de omisión de control etc., aunque se han descubierto ahora, fruto de una actuación más diligente de nuestra policía o de la Hacienda pública; sus orígenes, los momentos en los que los delitos tuvieron lugar que, salvo en los continuados, se cometieron en años y legislaturas pasadas y nada tienen que ver con los actuales gobernantes. Pero, señores, esto es muy difícil de explicar al pueblo, que tiene la sensación de que, los actuales políticos, aquellos a los que se eligió para gobernar, no han sabido evitar estos temas de corrupción y, en consecuencia tienden a culparles de ello. ¿Qué esto se debe a la falta de información a los ciudadanos por parte de los gobernantes? Por supuesto y esta faceta es la que, en varias ocasiones, hemos reprochado al actual Gobierno que si, es verdad ha hecho cosas muy buenas para España, en general, no las ha sabido explicar, para que los españoles lo entendiéramos así, como tampoco ha tenido la valentía de asumir sus responsabilidades en casos tan lamentables como es el Gurtel.

Claro que la oposición tampoco puede alardear, como lo hace, en un ejercicio de la más flagrante cara dura, el señor Pedro Sánchez del PSOE, que teniendo en Andalucía uno de los casos más vergonzoso de aprovechamiento de sus directivos de la Junta en perjuicio de los obreros a los que iba destinado el dinero, tiene la osadía y falta de vergüenza de reprochar al PP de ser corrupto, cuando ellos tienen casos más numerosos y por importes muy superiores, derivados de la corrupción de los suyos. En fin, señores, que el personal anda soliviantado y, en estas condiciones, es muy difícil pedirles a los que sean sensatos, que mediten sus decisiones, que valores las consecuencias de un error en la elección de quienes los han de gobernar, de la trascendencia que, tanto respecto a Europa como a lo referente a nuestra financiación exterior, tiene el que se pudiera producir la situación de que, un gobierno de algún grupo extremista de izquierdas o de una coalición de ellos, representaría para un país que, a duras penas, ha sabido sacar la nariz del agua, Si, a las primeras inhalaciones de aire puro que uno que se ahoga consigue aspirar, se le vuelve a hundir en el agua, es muy posible que ya se quede definitivamente en las profundidades, sin posibilidades de ser rescatado con vida.

No se puede pedir a la gente a la que se le ha hecho creer que la culpa de todo lo malo que ha ocurrido en España es del PP que, a los últimos meses de legislatura, piense con lógica y serenidad cuando, durante lo que llevamos de legislatura se ha prescindido de darle explicaciones entendibles, se ha mantenido una actitud de superioridad y se ha actuado, en ocasiones, dando la sensación de que lo que pensaba la ciudadanía no importaba. Mucho nos tememos que el señor Rajoy y su partido tiene por delante una misión harto complicada, si ha de convencer al electorado que debe volverle a votar para impedir que España acabe en las catacumbas de la miseria.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que el tiempo corre demasiado deprisa y que, quien debiera tomar decisiones rápidas, sigue empeñado en mantenerse tranquilamente sentado en la poltrona, esperando que el destino le de la razón. Una peligrosa actitud.

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