La renuencia de Occidente a ratificar la versión enmendada del Tratado FACE (Fuerzas Armadas Convencionales en Europa) no era más que un pretexto aprovechado por Rusia para suspender su participación en este acuerdo.
En realidad, el FACE ya es un lastre incompatible con los objetivos que persiguen tanto Rusia como la OTAN.
Vladímir Putin decretó la moratoria sobre el cumplimiento del FACE el 12 de junio, tras lo cual políticos, analistas y expertos militares de la vernácula se pusieron a explicar, a cuál más, los motivos de la decisión tomada por el presidente ruso. Resumiendo sus argumentos, podríamos destacar cuatro factores fundamentales que provocan el descontento de Moscú.
Primero, Occidente incumple el compromiso de acelerar la ratificación de la variante modificada del FACE.
Segundo, la OTAN ha sobrepasado notablemente, gracias a su expansión hacia el Este, las cuotas numéricas previstas para la Alianza en un principio. Su arsenal de armas convencionales "triplica o cuadruplica al de Rusia, superioridad que todos los libros del arte militar indican como necesaria para atacar al adversario e iniciar una guerra", advierte el experto militar Víctor Litovkin.
Tercero, EEUU planea emplazar tropas de combate considerables en sus bases de Bulgaria y Rumania, cosa que el Tratado prohíbe hacer.
Y, cuarto, Estonia, Letonia y Lituania siguen hasta la fecha sin adherirse al FACE a pesar de que su participación es una de las condiciones que Rusia había puesto a la OTAN previamente al ingreso de los países bálticos en la Alianza.
Los miembros de la OTAN, a su vez, justifican la negativa de ratificar la versión enmendada por el hecho de que Rusia incumple los Acuerdos de Estambul y todavía mantiene tropas en Transnistria y Georgia. Serguei Oznóbischev, director del Instituto ruso de evaluaciones estratégicas, sostiene que la retirada militar de Rusia desde estos países "no guarda relación jurídica con los Acuerdos de Estambul". En su opinión, es un tema de acuerdos bilaterales que Moscú tiene con Tbilisi y Chisinau.
Antón Mázur, jefe del área de Control de Armas Convencionales en el Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, piensa que la demanda de sacar las tropas rusas desde Georgia y Transnistria es un pretexto de turno para no ratificar la variante modificada del Tratado FACE. "Ante todo, por motivos políticos. EEUU aprovecha el FACE como una palanca para conseguir sus intereses geopolíticos", opina él. El objetivo fundamental de EEUU, según este experto, es expulsar a Rusia desde el espacio postsoviético.
"También existe un aspecto militar que explica la renuencia estadounidense a la ratificación del acuerdo enmendado. Éste contempla un mayor grado del intercambio de información. Cuando EEUU tuvo que trasladar sus bases europeas para la operación en Irak, se dio cuenta de que la versión modificada del FACE supondría complicaciones considerables. De aquí, su deseo de congelar el proceso de la ratificación", precisa él.
La moratoria decretada por Rusia difícilmente empujará a los países miembros de la OTAN a ratificar urgentemente el acuerdo enmendado. Tampoco disuadirá a EEUU de instalar el sistema DAM en Polonia y República Checa. Y no es que Occidente esté tramando una ofensiva militar contra Rusia. "En lo militar, nadie amenaza a Rusia desde fuera ni hace siquiera el menor intento por imponerle con el uso de la fuerza algunos intereses propios", considera Serguei Oznóbischev. "El mayor peligro para Rusia es una democracia sin consolidar: las instituciones democráticas están subdesarrolladas, mientras que las amenazas externas se han visto reducidas al mínimo, si dejamos aparte el terrorismo y la proliferación del armamento nuclear que a día de hoy son amenazas globales", piensa él.
En la actualidad, la OTAN centra sus esfuerzos militares justamente en la respuesta a estos retos globales. El secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer, hizo el otro día un repaso de las amenazas fundamentales. La primera es el terrorismo global que ha dejado víctimas en Rusia, EEUU, Bali, España y Turquía; la segunda es la propagación del armamento de exterminio en masa, así como de las tecnologías de misiles; y la tercera viene de países inestables, ante todo, Irak y Afganistán.
Todas las amenazas que se erigen ante la OTAN se encuentran fuera del Viejo Continente, de modo que Europa, Rusia incluida, debería hacer lo posible para protegerse contra estos factores externos. Cuando Vladímir Putin propuso a George W. Bush usar la estación de Gabala en vez del radar que EEUU pretende instalar en República Checa, el mandatario estadounidense observó que sería conveniente aprovechar ambas instalaciones. Scheffer cree que la iniciativa rusa es un testimonio de que Moscú reconoce la amenaza procedente de Irán. Diez misiles interceptores emplazados en Polonia no representan, según él, peligro alguno para Rusia, con las tecnologías de misiles que tiene. Todo el mundo conoce que en Europa ya existen radares de largo alcance, por ejemplo, el de Audrini en Letonia, que son capaces de controlar el territorio ruso hasta los montes Urales.
Siguiendo esta lógica, es de entender que la moratoria rusa sobre el Tratado FACE haya causado desconcierto en Occidente. En su opinión, Rusia admite que hay peligros reales, como el terrorismo internacional o la amenaza nuclear por parte de Irán.
Serguei Oznóbischev explica por qué Moscú se resiste a interpretar como adversario hipotético a Irán: "Las relaciones especiales con Teherán se basan en una impresión subjetiva que tienen políticos rusos, acostumbrados a pensar desde los tiempos soviéticos que Irán es un amigo. De aquí, su rechazo tradicional a cualquier tipo de solución militar con respecto al problema nuclear iraní. Aunque, en realidad, Irán representa una amenaza que es mucho mayor para Rusia que para EEUU, por lo menos, debido a su proximidad a las fronteras rusas. El problema iraní hay que interpretarlo en el contexto del terrorismo nuclear o la proliferación de las tecnologías de misiles. La presencia de numerosos mercenarios árabes en la guerrilla chechena debería habernos enseñado dónde se esconden las amenazas auténticas para Rusia".
Alexandr Sharavin, director del Instituto de análisis político y militar, sostiene que la cooperación entre Moscú y los llamados "países parias" es atribuible también a la influencia por parte de grandes grupos industriales financieros, "interesados en la venta de importantes cantidades de armamento a dichas naciones". "Es por ello porque Rusia mantiene contactos con Irán y algunos países árabes. En Occidente suelen decir que los intereses de una nación son los intereses de sus grandes corporaciones pero no siempre coinciden cuando se trata de cuestiones geopolíticas. La situación es paradójica: Rusia reconoce que el programa nuclear de Irán es peligroso, y que el terrorismo internacional es una amenaza, pero no tiene prisa por defenderse para no asustar a los socios potenciales en aquellos países, de donde emanan tales amenazas", observa el experto.
Al mismo tiempo, la moratoria sobre el Tratado FACE y el eventual abandono de este acuerdo en el futuro permiten a Rusia incrementar el arsenal de armas convencionales y emplazar las tropas en el sur y en el noroeste del país. Por un lado, ello ayudaría a combatir el terrorismo internacional; y por otro, supondría una herramienta extra para presionar a las antiguas repúblicas soviéticas que se han pasado hacia Occidente. Una encuesta que Fonitel realizó en Lituania a mediados de julio, después de proclamada la moratoria rusa, demuestra que el 52,3% de la población en este país báltico espera una agresión por parte de Moscú.
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Narguiz Asádova, para RIA Novosti.
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