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Modelos para los hijos

Octavi Pereña
Octavi Pereña
jueves, 19 de julio de 2007, 00:47 h (CET)
Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones ha declarado en la revista británica NME “haber esnifado las cenizas de su padre adornadas con un poco de cocaína” . Añade. “Se lo había incinerado y no he podido resistir la idea de molerlo con un poco de coca”.

Los Rolling Stones son un referente para la juventud y sus componentes en particular también lo son. Ante un hecho como el citado, Keith Richards sienta un precedente entre los admiradores del grupo musical. Cada persona es un modelo para quienes están a su lado. Cuanto más relevante es su papel en la sociedad tanto más profunda es su influencia, para bien o para mal.
Fijémonos como los niños reproducen por mimetismo lo que ven y oyen en su entorno. Repiten palabras y expresiones que no oyen decir en su entorno familiar. Actúan de maneras extrañas que no son usuales en el hogar. Esto ocurre porque lo aprenden de los amigos con quienes juegan, o en la escuela. El cine y muy concretamente la televisión son medios que forman a los espectadores y de manera muy especial a los niños y adolescentes que no han adquirido todavía el sentido crítico necesario para analizar lo que están viendo. Les enseñan palabras, expresiones y comportamientos que son del todo inapropiados para su edad. Por este motivo, los padres y tutores deberían tener mucho cuidado de lo que ven los niños que están bajo su tutela. A menudo no se puede evitar que vean cine y televisión. En estos casos, los responsables de la educación infantil han de ser para ellos los ojos críticos que intentan hacerles comprender la irrealidad de lo que ven y de lo correcto o incorrecto de determinados comportamientos.

No siempre se tiene a mano a los hijos. Inevitablemente se dan momentos en que es imposible estar con ellos. Este alejamiento, si se da en niños muy pequeños debe ser lo más breve posible. Lo que voy a decir no va dirigido a los padres en general porque la mayoría de ellos no lo entendería. Me dirijo a los que se dicen cristianos porque en estos sí que es posible que presten atención a mis palabras.

El apóstol Pablo escribe a los cristianos de Felipos diciéndoles: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (3:17). Es mucha la osadía del apóstol pidiéndoles a los filipenses que le imiten. ¿Puede una persona pretender ser modelo para otra? Sí. Aquí se encuentra la responsabilidad que los padres han contraído para con sus hijos. Aquí surge una pregunta: ¿Cuál es el modelo que tienen los padres y en el que inspiran su comportamiento?

Esta pregunta la responde el apóstol Pablo cuando escribe a los cristianos de Corinto y les dice: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (2 Corintios, 11:1). El autor de la carta a los Hebreos afirma: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (12:2). El mismo Jesús invita a sus discípulos: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo,11:29). Jesús es el modelo perfecto porque en Él no hay pecado ni sombra de variación. Cuando Jesús se encontraba delante del sumo sacerdote Anás y uno de los guardias le abofeteó, dijo: “Si he hablado mal, testifica en qué está el mal, y si bien, ¿por qué me golpeas?” (Juan, 18:23).

Jesús es el modelo perfecto de hombre. Si se pone la mirada fija en Él, su manera de ser, su personalidad, se va reproduciendo en quien lo hace. Esto permite que unos padres se vayan convirtiendo en modelos para sus hijos porque a pesar de su imperfección pone al alcance de ellos un comportamiento merecedor de ser imitado. Así que ya son dos quienes se perfeccionan mirando a Jesús.

Nuestra juventud que no se caracteriza precisamente por sus buenas maneras de comportarse necesita que sus padres tengan la mirada puesta en Jesús ya que esto impide que su autoridad se convierta en despotismo. No existen dos gotas de agua iguales, ni dos copos de nieve idénticos. Tampoco no se dan dos personas salidas del mismo patrón. Dos hombres de Dios eran recriminados por los judíos: Juan el Bautista, por su ascetismo; Jesús, porque lo consideraban “un glotón y bebedor”. Ante estas acusaciones infundadas, Jesús dice a los difamadores: “Pero la justicia es justificada por sus hijos” (Mateo,11:19). Los hijos, en su etapa formativa, cuando andan un tanto desorientados, necesitan de unos padres con peculiaridades contradictorias que pongan ante ellos un comportamiento que acredite que sus obras proceden de la justicia. Lo que verdaderamente importa en la educación de los hijos no son las palabras sino los hechos que acreditan lo que son.

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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