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Emili Avilés

Tiempo libre y tiempo para ser más libres

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En nuestras sociedades desarrolladas, se extiende cada vez más el llamado tiempo libre o de ocio. Y es que, entre las intensas ocupaciones de estudio y trabajo, existe un tiempo precioso en el que nos habremos planteado infinidad de veces: ¿Qué hacer?, ¿cómo disfrutarlo mejor? , ¿cómo conseguir un “intenso” descanso en familia o con los amigos?

Para ello es clave conocernos bien a nosotros mismos. Saber el tiempo que necesitamos para reposar y qué actividades culturales, aficiones, deportes, etc., nos descansan realmente. Hemos de ser conscientes de que el cine y la televisión, la música, el deporte y los espectáculos artísticos diversos, son grandes medios de transmisión y expresión de cultura y sensibilidad, de información, salud y descanso. No obstante, importa mucho reconocerlos como medios para nuestra felicidad, no un fin en sí mismos.

Sabemos, seguro, que la diversión no es el fin último de la existencia humana. Pero os animo a pensar, por ejemplo, en el miedo que nos produce el aburrimiento. Tanto, que a veces decimos: “Voy a distraerme con la televisión”. Entonces, nos “rebozamos” de superficialidad y ficción. Después, con muy poco esfuerzo realizado, ya no se nos nota la soledad -¡o sí!-, ni incluso la falta de felicidad. ¿En qué deberíamos estar? Pues en el justo medio: Cuando los miembros de una familia, o de un grupo de amigos se reúnen para las mismas actividades, para compartir las mismas ilusiones y “aventuras”, consiguen sentir parecido, disfrutan de la convivencia, se enriquecen con el trato personal, que hace mejorar a cada persona y al grupo. Ya no es tan importante qué sofisticada actividad estoy realizando, como con quiénes estoy y cómo me ocupo de hacerlos felices con mi compañía.

Sí, sí, me diréis, pero lo cierto es que todos necesitamos reponer fuerzas, cambiar de actividad, reposar de los afanes de cada día. ¡Evidente! Como también es evidente, que tenemos sentimientos y deseos encontrados cuando de distribuir tiempos se trata. Vivimos luchas tremendas y tal vez habremos hablado con los amigos o los hijos de la necesidad de equilibrar el tiempo dedicado al trabajo y al descanso. Somos conscientes que es necesario encontrar momentos para hacer cosas estupendas, tiempo para nosotros y tiempo para los demás, y que no siempre sabemos administrarlo de la mejor manera.

Ahora, en el tiempo de vacaciones o previo a disfrutarlas, considero muy sensato pensar y valorar si elegimos el descanso que más nos apetece, con verdadera libertad. Ya sabemos que ser libres no es exactamente poder elegir caprichosamente. Es, más bien, ser dueños de nosotros mismos para saber ver la opción mejor, la que mejor nos conviene, y dirigirnos hacia ella.

Entendamos ese tiempo libre de descanso y ocio como maravilloso, para poder educarnos mejor en el recto uso de la libertad. A última hora, será un ejercicio de muy diversas virtudes humanas –valores puestos por obra- como son: prudencia, justicia, fortaleza, templanza, generosidad, sinceridad, lealtad, laboriosidad,… Pero, tal como está la cultura dominante en la que hemos de “navegar” en este siglo XXI, importa mucho que nosotros y nuestros hijos, amigos, familiares, conocidos, etc., busquemos, con determinación, desarrollarnos en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero. De lo contrario, nuestra noción de la realidad , de lo que realmente importa, quedará desnaturalizada.

Tan es así, que nuestro tiempo libre, si nos descuidamos, se convierte en tiempo esclavo. Esclavo de hacer cada vez más cosas, cosas cada vez más difíciles, sin profundizar en las aficiones, todo cada vez más rápido, viajes cada vez más lejos,… Y qué bien sabemos todos, que lo que nos da la mayor satisfacción cualquier día del año, festivo o de labor, no es lo sofisticado o exitoso de una actividad: La verdadera clave estará en la conversación alegre, los detalles de servicio, el trato cordial mutuo, la presencia cercana de las personas queridas, …

Pues ¡ea!, consigamos entre todos, que esa felicidad nunca esté de vacaciones.

Tiempo libre y tiempo para ser más libres

Emili Avilés
Emili Avilés
sábado, 7 de julio de 2007, 03:01 h (CET)
En nuestras sociedades desarrolladas, se extiende cada vez más el llamado tiempo libre o de ocio. Y es que, entre las intensas ocupaciones de estudio y trabajo, existe un tiempo precioso en el que nos habremos planteado infinidad de veces: ¿Qué hacer?, ¿cómo disfrutarlo mejor? , ¿cómo conseguir un “intenso” descanso en familia o con los amigos?

Para ello es clave conocernos bien a nosotros mismos. Saber el tiempo que necesitamos para reposar y qué actividades culturales, aficiones, deportes, etc., nos descansan realmente. Hemos de ser conscientes de que el cine y la televisión, la música, el deporte y los espectáculos artísticos diversos, son grandes medios de transmisión y expresión de cultura y sensibilidad, de información, salud y descanso. No obstante, importa mucho reconocerlos como medios para nuestra felicidad, no un fin en sí mismos.

Sabemos, seguro, que la diversión no es el fin último de la existencia humana. Pero os animo a pensar, por ejemplo, en el miedo que nos produce el aburrimiento. Tanto, que a veces decimos: “Voy a distraerme con la televisión”. Entonces, nos “rebozamos” de superficialidad y ficción. Después, con muy poco esfuerzo realizado, ya no se nos nota la soledad -¡o sí!-, ni incluso la falta de felicidad. ¿En qué deberíamos estar? Pues en el justo medio: Cuando los miembros de una familia, o de un grupo de amigos se reúnen para las mismas actividades, para compartir las mismas ilusiones y “aventuras”, consiguen sentir parecido, disfrutan de la convivencia, se enriquecen con el trato personal, que hace mejorar a cada persona y al grupo. Ya no es tan importante qué sofisticada actividad estoy realizando, como con quiénes estoy y cómo me ocupo de hacerlos felices con mi compañía.

Sí, sí, me diréis, pero lo cierto es que todos necesitamos reponer fuerzas, cambiar de actividad, reposar de los afanes de cada día. ¡Evidente! Como también es evidente, que tenemos sentimientos y deseos encontrados cuando de distribuir tiempos se trata. Vivimos luchas tremendas y tal vez habremos hablado con los amigos o los hijos de la necesidad de equilibrar el tiempo dedicado al trabajo y al descanso. Somos conscientes que es necesario encontrar momentos para hacer cosas estupendas, tiempo para nosotros y tiempo para los demás, y que no siempre sabemos administrarlo de la mejor manera.

Ahora, en el tiempo de vacaciones o previo a disfrutarlas, considero muy sensato pensar y valorar si elegimos el descanso que más nos apetece, con verdadera libertad. Ya sabemos que ser libres no es exactamente poder elegir caprichosamente. Es, más bien, ser dueños de nosotros mismos para saber ver la opción mejor, la que mejor nos conviene, y dirigirnos hacia ella.

Entendamos ese tiempo libre de descanso y ocio como maravilloso, para poder educarnos mejor en el recto uso de la libertad. A última hora, será un ejercicio de muy diversas virtudes humanas –valores puestos por obra- como son: prudencia, justicia, fortaleza, templanza, generosidad, sinceridad, lealtad, laboriosidad,… Pero, tal como está la cultura dominante en la que hemos de “navegar” en este siglo XXI, importa mucho que nosotros y nuestros hijos, amigos, familiares, conocidos, etc., busquemos, con determinación, desarrollarnos en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero. De lo contrario, nuestra noción de la realidad , de lo que realmente importa, quedará desnaturalizada.

Tan es así, que nuestro tiempo libre, si nos descuidamos, se convierte en tiempo esclavo. Esclavo de hacer cada vez más cosas, cosas cada vez más difíciles, sin profundizar en las aficiones, todo cada vez más rápido, viajes cada vez más lejos,… Y qué bien sabemos todos, que lo que nos da la mayor satisfacción cualquier día del año, festivo o de labor, no es lo sofisticado o exitoso de una actividad: La verdadera clave estará en la conversación alegre, los detalles de servicio, el trato cordial mutuo, la presencia cercana de las personas queridas, …

Pues ¡ea!, consigamos entre todos, que esa felicidad nunca esté de vacaciones.

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