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La realidad según cada uno

José Enrique Centén
jueves, 26 de febrero de 2015, 08:09 h (CET)
Al igual que el estadista ateniense Alcibíades (450-404 a.n.e.), así actúa nuestro presidente de gobierno. Alcibíades cortó el rabo a su perro en público y cuando le preguntaron esa forma tan brutal de actuar respondió, “mientras hablen de mi perro no critican mi gestión”.

Hábil maniobra para tapar las múltiples añagazas para esconder la realidad del programa electoral del 2011, programa totalmente antagónico a lo expuesto, y que defiende como una realidad cumplida o en fase de cumplimiento, teniendo la desfachatez de pedir cuatro años más, en realidad quieren cuatro años más para la completa privatización de todo lo público o la venta del patrimonio nacional a fondos buitres, a cuyo término tendrán asegurados puestos en el organigrama de esas empresas, siguiendo la teoría de la puerta giratoria. Ese fue y es su verdadero programa, programa que no supieron ver una gran mayoría de los que le votaron al estar escrita con limón delante de cada uno de sus puntos la palabra NO, solo perceptible mediante una fuente de calor, ahora puesto al descubierto.

En estos momentos hay un temor cada vez más creciente hacia un partido que está mostrando una postura de respeto y preocupación por todos los ciudadanos sin distinción ideológica, partido preparado para realizar una labor que logrará resultados positivos, indudablemente no se lograrán todos de la forma deseada, pero será suficiente en un principio al eliminar las grandes diferencias con la actualidad a la que nos ha llevado nuestro mendaz gobierno. Gobierno que en realidad ejercen otros (los lobbies de la Troika), cuyo único interés es el mercantilismo, capaces de jugar con la vida de los demás como los enfermos de hepatitis C, los dependientes, los enfermos crónicos, los parados de larga duración al expulsarlos de la Sanidad Pública, Educación, lo público en general, con el fin de privatizar el bienestar social, demostración palpable en la forma diferente de ser un político a un buen político.

Nuestro presidente de gobierno parodia a Sócrates (470-399 a.n.e.), sin tener la grandeza de él, cuando este decía “siempre interrogo a los demás, pero no respondo a ninguna de las cuestiones que se me proponen, pero este cargo carece de fundamento, pues yo solo sé que no se nada”. Sócrates buscaba la verdad continuamente, pero nuestro actual presidente español no es que no sabe nada, sabe trabajar en su interés y en el de sus acólitos, aplicando solo una fórmula si la realidad no gusta, inventarse otra, falsa sensación de seguridad que no ilumina la verdad de su labor hasta el momento. Porque los discursos no son más que meras apariencias, manifestaciones particulares de su realidad o irrealidad que se comprueba con el paso del tiempo.

Por eso tanto su partido como la mayoría de los partidos restantes critican, por temor a perder su parcela de poder, a esa nueva formación capaz de abrir un camino diferente al que tienen marcados ellos, trazando una imagen que distorsiona la realidad como en la obra que observó el Dr. Richard Gregory en Bristol “El muro de la cafetería”, forma de dar una apariencia irreal a los fundamentos de su programa, pero sin lograr cambiar el paralelismo de líneas por mucho que intenten distorsionar la realidad, como han hecho hasta ahora, incluso en el Debate del Estado de la Nación o en el futuro hasta las próximas elecciones.

Puede que el nuevo partido cometa algún error o lo haya cometido, pero indudablemente marcará la dirección del futuro en un horizonte no lejano, incluso puede que tome una dirección algo distinta, según los acontecimientos o las posturas desviacionistas que intenten llevarles hacia el interés que siempre han tenido, será un intento infructuoso porque se convertirá en una nueva vía hacia el camino que en un principio se marcaron.

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