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Adaptarse al consumidor no es una opción

Las tendencias de consumo, adaptarse o morir

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Empezamos la semana, parece que ya queda menos para que llegue la primavera y empezar a disfrutar algo más del calor del sol y del aire libre. Con esta ola de frío que hemos tenido por España, se te encojen hasta las ideas. Ha sido un fin de semana intenso, durante los últimos 4 días cada uno he estado trabajando en una ciudad diferente, Zaragoza, Valencia, Madrid y ayer Castellón, en el Monasterio Budista, en este caso recibiendo parte de mi formación en Meditación. Hoy me gustaría hablarte de tendencias, pero con un ejemplo muy claro. Las tendencias de consumo están cambiando muy rápidamente, a un ritmo al que dudo que muchas empresas (sobretodo las pymes) se estén adaptando…

Imagina que es un Viernes cualquiera, Sábado, Domingo o cualquier otro día de la semana en el que has salido a cenar con unos amigos. Sabes que es importante cuidarse, y por eso, aprovechas para no comer demasiado, no picar mucho pan, no beber mucho alcohol, etcétera. Es decir que, como la mayoría de personas hoy día, te cuidas un poco porque no quieres acabar la cena con esa sensación tan desagradable de sentirte lleno/a, de saber que te has pasado comiendo y que recuperar tu estado natural de nuevo te costará alguna que otra privación, y seguramente unos cuantos días de deporte.

Llega el momento del postre… Ohhh Noooo! el temido momento del postre!! El camarero se planta ante tu mesa y dice aquello de “¿Qué querrán de postre?”. Tú esperas a ver si alguien dice algo, pero como por otro lado sabes que no quieres pasarte de la raya. Eres el primero que, dubitativo, dices “A mí traígame un cortado” o aquello de “¿Tiene alguna infusión?” ¿te suena verdad?. Y piensas “El resto de comensales que haga lo que quiera. Las 600 kilocalorías del postre me las ahorro”

También existe otra opción ante ese silencio tan incómodo, y es cuando alguien dice aquello de “¿Tiene algunos postres para compartir en el centro?”… En ese momento piensas aquello de, “J***r, qué guarrada!” Todos metiendo la cuchara en el mismo plato hasta que queda en el fondo una mezcla de restos, nata de bote ya líquida y caramelo que le habían puesto por encima… Aghhhh…

Todo esto por no hablar del precio. Normalmente en España los postres suelen tener un precio medio de entre 4 y 6€ (1000 pesetas de las de antes!!! jarrr!!!), y si el plato es para compartir, que a muchos les parece una opción más económica, las cosas no cambian demasiado. Fácilmente puede costar entre 12 y 20€ un postre para compartir 4 personas.

Sin embargo, pocos restaurantes piensan en adaptarse a este consumidor, que como yo, no encuentra en el momento del postre buenas soluciones. Las tendencias del consumidor cambian y las soluciones actuales son pocas:

o no comes nada,
o te comes un postre tú solo, revientas y mueres de arrepentimiento,
o comes un postre de un plato en el que todo el mundo está metiendo su cuchara (y entonces no sabes cuánto has comido, pero generalmente te pones las botas).

Y después de todo, si has comido postre, acabas pagando demasiado dinero por ese pequeño momento de gloria.

La solución que propongo es hacer postres individuales y más pequeños, llamémosles minipostres. Seguro que no soy el primero que lo piensa ¿Sabías que hay un porcentaje muy alto de adultos que comen Petit Suisse? (bueno, ahora se llaman Danonino, ¡qué nombre tan raro!). No es que el sabor del Petit Suisse sea la leche, es que son pequeños, eso es lo que los hace atractivos para muchos.

Incluso nos ocurre en nuestra casa. Si vives con tu pareja, puedes compartir un postre estupendo con él o ella, al menos las calorías se reparten. Pero si vives solo/a, te costará mucho abrir el envase de un flan de café o un tiramisú y no comértelo todo… Mi mujer y yo los fines de semana compartimos este postre, el sabor es expectacular si te gusta el café (¡y sólo salimos a 60kcal cada uno!)

Creo que si los postres de los restaurantes fueran más pequeños (y costaran menos, unos 2€ por ejemplo), a muchos nos apetecería acabar de comer llevándonos un bocado dulce a la boca. Una mini mousse de chocolate, unas mini-natillas caseras, un mini-puddin o una mini porción de tarta tres chocolates…

La cuestión es que, al igual que con muchas otras tendencias, falta capacidad de reacción ante los cambios. Hay mil soluciones a casi todos los “problemas” con los que nos encontramos los ciudadanos. Hay empresas que toman la iniciativa y las ofrecen y luego están las que se quedan mirándose el ombligo y dicen aquello de: “…es que ya no vienen clientes”, “la gente no quiere gastar” y toda una ristra de excusas, una detrás de otra, que hablan más de la poca capacidad de adaptación que de la realidad que les rodea.

Las tendencias de consumo actuales
Hazlo personalizado. Que tu cliente no se sienta como uno más. ¿Porqué no una APP que reconozca a tus clientes, sus gustos, nombre, vinos preferidos, alergias, etc.. cuando entran a un restaurante? De esta forma podríamos dirigirnos a ellos de forma personalizada y sintonizar desde el minuto cero. “Buenos días Sr. Piqueras ¿Qué le apetece comer hoy?…¿Le preparamos un poco de pescado como suele tomar, o prefiere ver nuestro menu del día?”. “Sr. Piqueras he visto que no le gustan demasiado los pimientos verdes y la ensalada primavera los lleva, ¿Quiere que no los pongamos al hacerla?”. No sé si esta idea está ya desarrollada, pero auguro mucho éxito a quienes se pusieran a desarrollar algo de este estilo en serio y con una buena campaña de marketing. Si lo pones en práctica, acuérdate de darme una pequeña parte del accionariado, las ideas tienen un precio.

Adáptate a su estilo de vida. Si muchos gimnasios no hubieran empezado a abrir a las 6:00 de la mañana, no tendrían trabajo. Las personas cambiamos nuestros hábitos y las empresas tienen que adaptarse a estos hábitos. A muchos consumidores/as actuales no les gusta nada engullirse 600Kcal en un postre y luego pagar 6€.

Si no quedas satisfecho te devolvemos el dinero. Aquella práctica con la que El Corte Inglés se hizo famoso, es incuestionable hoy en día para cualquier retailer de calidad. Pero en realidad, tenía que ser así para todos los comercios y empresas. Si no te gusta, si no es lo que esperabas, si no te hemos tratado como te merecías, te devolvemos el dinero. Al final, las empresas se dan cuenta de que las personas que devuelven algo son un porcentaje demasiado bajo para que suponga un problema. Y sin embargo, un argumento de venta muy poderoso.

Comprar es fácil. Adquirir un producto o servicio tiene que ser algo sencillo. Si me haces rellenar mil cuestionarios y me mareas demasiado durante el proceso de compra, mi experiencia como cliente caerá por los suelos. Tanto si compramos online como en el mundo físico, cuidar todos los pasos por los que hacemos pasar a nuestro cliente y reducirlos para hacerle la vida más fácil, es fundamental.

Que tengas un gran día

www.cesarpiqueras.com

Las tendencias de consumo, adaptarse o morir

Adaptarse al consumidor no es una opción
César Piqueras
lunes, 16 de febrero de 2015, 09:55 h (CET)
Empezamos la semana, parece que ya queda menos para que llegue la primavera y empezar a disfrutar algo más del calor del sol y del aire libre. Con esta ola de frío que hemos tenido por España, se te encojen hasta las ideas. Ha sido un fin de semana intenso, durante los últimos 4 días cada uno he estado trabajando en una ciudad diferente, Zaragoza, Valencia, Madrid y ayer Castellón, en el Monasterio Budista, en este caso recibiendo parte de mi formación en Meditación. Hoy me gustaría hablarte de tendencias, pero con un ejemplo muy claro. Las tendencias de consumo están cambiando muy rápidamente, a un ritmo al que dudo que muchas empresas (sobretodo las pymes) se estén adaptando…

Imagina que es un Viernes cualquiera, Sábado, Domingo o cualquier otro día de la semana en el que has salido a cenar con unos amigos. Sabes que es importante cuidarse, y por eso, aprovechas para no comer demasiado, no picar mucho pan, no beber mucho alcohol, etcétera. Es decir que, como la mayoría de personas hoy día, te cuidas un poco porque no quieres acabar la cena con esa sensación tan desagradable de sentirte lleno/a, de saber que te has pasado comiendo y que recuperar tu estado natural de nuevo te costará alguna que otra privación, y seguramente unos cuantos días de deporte.

Llega el momento del postre… Ohhh Noooo! el temido momento del postre!! El camarero se planta ante tu mesa y dice aquello de “¿Qué querrán de postre?”. Tú esperas a ver si alguien dice algo, pero como por otro lado sabes que no quieres pasarte de la raya. Eres el primero que, dubitativo, dices “A mí traígame un cortado” o aquello de “¿Tiene alguna infusión?” ¿te suena verdad?. Y piensas “El resto de comensales que haga lo que quiera. Las 600 kilocalorías del postre me las ahorro”

También existe otra opción ante ese silencio tan incómodo, y es cuando alguien dice aquello de “¿Tiene algunos postres para compartir en el centro?”… En ese momento piensas aquello de, “J***r, qué guarrada!” Todos metiendo la cuchara en el mismo plato hasta que queda en el fondo una mezcla de restos, nata de bote ya líquida y caramelo que le habían puesto por encima… Aghhhh…

Todo esto por no hablar del precio. Normalmente en España los postres suelen tener un precio medio de entre 4 y 6€ (1000 pesetas de las de antes!!! jarrr!!!), y si el plato es para compartir, que a muchos les parece una opción más económica, las cosas no cambian demasiado. Fácilmente puede costar entre 12 y 20€ un postre para compartir 4 personas.

Sin embargo, pocos restaurantes piensan en adaptarse a este consumidor, que como yo, no encuentra en el momento del postre buenas soluciones. Las tendencias del consumidor cambian y las soluciones actuales son pocas:

o no comes nada,
o te comes un postre tú solo, revientas y mueres de arrepentimiento,
o comes un postre de un plato en el que todo el mundo está metiendo su cuchara (y entonces no sabes cuánto has comido, pero generalmente te pones las botas).

Y después de todo, si has comido postre, acabas pagando demasiado dinero por ese pequeño momento de gloria.

La solución que propongo es hacer postres individuales y más pequeños, llamémosles minipostres. Seguro que no soy el primero que lo piensa ¿Sabías que hay un porcentaje muy alto de adultos que comen Petit Suisse? (bueno, ahora se llaman Danonino, ¡qué nombre tan raro!). No es que el sabor del Petit Suisse sea la leche, es que son pequeños, eso es lo que los hace atractivos para muchos.

Incluso nos ocurre en nuestra casa. Si vives con tu pareja, puedes compartir un postre estupendo con él o ella, al menos las calorías se reparten. Pero si vives solo/a, te costará mucho abrir el envase de un flan de café o un tiramisú y no comértelo todo… Mi mujer y yo los fines de semana compartimos este postre, el sabor es expectacular si te gusta el café (¡y sólo salimos a 60kcal cada uno!)

Creo que si los postres de los restaurantes fueran más pequeños (y costaran menos, unos 2€ por ejemplo), a muchos nos apetecería acabar de comer llevándonos un bocado dulce a la boca. Una mini mousse de chocolate, unas mini-natillas caseras, un mini-puddin o una mini porción de tarta tres chocolates…

La cuestión es que, al igual que con muchas otras tendencias, falta capacidad de reacción ante los cambios. Hay mil soluciones a casi todos los “problemas” con los que nos encontramos los ciudadanos. Hay empresas que toman la iniciativa y las ofrecen y luego están las que se quedan mirándose el ombligo y dicen aquello de: “…es que ya no vienen clientes”, “la gente no quiere gastar” y toda una ristra de excusas, una detrás de otra, que hablan más de la poca capacidad de adaptación que de la realidad que les rodea.

Las tendencias de consumo actuales
Hazlo personalizado. Que tu cliente no se sienta como uno más. ¿Porqué no una APP que reconozca a tus clientes, sus gustos, nombre, vinos preferidos, alergias, etc.. cuando entran a un restaurante? De esta forma podríamos dirigirnos a ellos de forma personalizada y sintonizar desde el minuto cero. “Buenos días Sr. Piqueras ¿Qué le apetece comer hoy?…¿Le preparamos un poco de pescado como suele tomar, o prefiere ver nuestro menu del día?”. “Sr. Piqueras he visto que no le gustan demasiado los pimientos verdes y la ensalada primavera los lleva, ¿Quiere que no los pongamos al hacerla?”. No sé si esta idea está ya desarrollada, pero auguro mucho éxito a quienes se pusieran a desarrollar algo de este estilo en serio y con una buena campaña de marketing. Si lo pones en práctica, acuérdate de darme una pequeña parte del accionariado, las ideas tienen un precio.

Adáptate a su estilo de vida. Si muchos gimnasios no hubieran empezado a abrir a las 6:00 de la mañana, no tendrían trabajo. Las personas cambiamos nuestros hábitos y las empresas tienen que adaptarse a estos hábitos. A muchos consumidores/as actuales no les gusta nada engullirse 600Kcal en un postre y luego pagar 6€.

Si no quedas satisfecho te devolvemos el dinero. Aquella práctica con la que El Corte Inglés se hizo famoso, es incuestionable hoy en día para cualquier retailer de calidad. Pero en realidad, tenía que ser así para todos los comercios y empresas. Si no te gusta, si no es lo que esperabas, si no te hemos tratado como te merecías, te devolvemos el dinero. Al final, las empresas se dan cuenta de que las personas que devuelven algo son un porcentaje demasiado bajo para que suponga un problema. Y sin embargo, un argumento de venta muy poderoso.

Comprar es fácil. Adquirir un producto o servicio tiene que ser algo sencillo. Si me haces rellenar mil cuestionarios y me mareas demasiado durante el proceso de compra, mi experiencia como cliente caerá por los suelos. Tanto si compramos online como en el mundo físico, cuidar todos los pasos por los que hacemos pasar a nuestro cliente y reducirlos para hacerle la vida más fácil, es fundamental.

Que tengas un gran día

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