Mañana de domingo, santificarás las fiestas me dicen, y voy raudo al quiosco por mi dosis de droga dura, barata y mañanera.
Así adquirí, tras pasar por la insufrible cola, un par de diarios. Ignoré aquellas hojas donde nuestro presidente escupía obviedades, pasé de puntillas por las crónicas electorales y pensé que algún redactor vago las había había copiado, vilmente, de las elecciones de cualquiera de los últimos lustros.
Comprobé como todos los políticos, de todos los colores, asaltaban mi descanso y mi paz dominguera con eslóganes repetitivos que herían, y me siguen hiriendo cada vez que pasa una de esas máquinas infernales que son esos coches con altavoces y carteles, mi sensibilidad literaria, y me di cuenta de que todos podrían concurrir por la misma formación política. Es bastante probable, pienso ahora, que todos provengan de un mismo partido, el partido único.
Así que, agobiado y entristecido, busqué consuelo y alivio en el regalo de uno de los periódicos. Se trataba de uno de los DVD de una colección de películas bélicas. El primero de los DVD de la colección, “La batalla del río Neretva”, consiguió alegrarme la tarde del domingo pasado, así que esperaba lo mismo del de esta semana.
La “peli” de hoy se llamaba “Aquel maldito tren blindado”, mejor título que película, sin embargo, entre aquella guerra de muertes cómicas y esta España tragicómica de rocas y dejuanas, me quedo con el cine, aunque el de esta semana no sea tan bueno.